Un año después de su detención, la activista Tamara Carrasco asegura que las medidas cautelares que le impiden salir de Viladecans han convertido su pueblo en "una prisión sin barrotes". En declaraciones a la ACN, Carrasco recuerda como "surrealista" el 10 de abril del 2018, cuando la Guardia Civil se presentaron en su domicilio a las 7 de la mañana para arrestarla. Investigada entonces por presunta rebelión y terrorismo juntamente al también miembro de los CDR Adrià Carrasco-que se exilió en Bélgica después de burlar la policía—, la Audiencia Nacional renunció al caso por falta de pruebas. A la espera de que un tribunal catalán asuma la investigación, las medidas decretadas por la audiencia se mantienen.
La conversación tiene lugar en la librería Los 9 Rals, que Carrasco llama con ironía "el Waterloo de Viladecans". La activista explica que allí se siente cómoda para invitar a los medios que le piden entrevistas.
"Esto que nos han hacernos a mí y a Adri es un castigo: tú no puedes tener una persona confinada un año sin cargos", asegura Carrasco. Aunque las medidas cautelares le permiten salir del municipio para ir a trabajar, lleva meses de baja. Su confinamiento también prevé permisos puntuales, pero ella asegura que en la práctica no se conceden. "Si fuera Villarejo o alguien más quizás sí", ironiza.
Uno de los episodios más duros del confinamiento fue cuando su madre tuvo un accidente y se rompió la pierna. Carrasco pidió permiso para visitarla, pero se lo denegaron: "Lo pasé muy mal: tenía a dos pueblos a mi madre herida y no me permitían verla".
Carrasco tampoco podía asistir a la boda de su mejor amiga si esta no se celebraba en Viladecans: "En definitiva, no puedes hacer vida normal. Cada día ves pasar el tren y el autobús y piensas: no puedo subir. Es como cuando tienes 12 años y te ha castigado tu padre una semana sin salir".
A pesar de mostrarse esperanzada, Carrasco es prudente cuando habla del devenir de su caso; a pesar de declararse inocente, no descarta una condena para una ofensa como desórdenes públicos, que también podría suponer el ingreso a la prisión: "Desde el primer minuto, tanto en nuestro caso como en el de los consellers y los Jordis se ha innovado jurídicamente; se han saltado sus propios procedimientos y leyes". El abogado de Carrasco es Benet Salellas, quien también defiende a Jordi Cuixart en el juicio por el 1-O.
El caso de Adrià Carrasco
Aunque no se conocían hace un año, los casos de Tamara y Adrià Carrasco han discurrido en paralelo; mientras una era confinada en su pueblo natal, el otro dejaba el suyo, Esplugues de Llobregat, para exiliarse en Bélgica. Todavía hoy, Adrià Carrasco asegura que no volverá hasta que no se archive la investigación y tenga la certeza de que no lo arrestarán.
Tamara Carrasco, en cambio, asegura que no se hubiera marchado aunque hubiera tenido la oportunidad de hacerlo: "Esta es mi tierra. Tengo aquí toda mi gente, mi activismo, el que llevo años haciendo. Y soy inocente. Si quieren venir a por mí, aquí me tienen. Si quieren que acabe en la prisión, seguiré luchando desde la prisión."
"La parte positiva"
Carrasco resta importancia al confinamiento y asegura que este último año le ha servido para conocer a "gente maravillosa", como es el caso de "otros represaliados" del País Vasco, Andalucía o Madrid. "Todas estas personas me han aportado alguna cosa y ahora son el fundamento de lo que soy ahora", asegura.
Por lo que hace a la reacción de Viladecans a su situación, dice sentirse "muy orgullosa" tanto "de la gente independentista como de la que no". Recuerda cómo personas que no la conocían la han parado por la calle para decirle: "No pienso como tú, no soy independentista, pero lo que te están haciendo es una vergüenza".
Cuando acabe el confinamiento
La activista asegura tener un "listado alucinante" con sitios a los que irá cuando pueda salir de Viladecans. "Iré a Vic a ver a Joan Coma, también represaliado por decir en un pleno que para hacer una tortilla se tienen que romper los huevos; a Waterloo para ver al presidente, Meritxell, el resto de consellers, a Adri... También a Escocia, por unos diputados que vinieron a verme. Glasgow, Pariera, a Milán, Cuba, Nicaragua... Tengo una lista muy bonita. Y sobre todo Deltebre, es una zona que me encanta y que me da mucha paz."