Tatxo Benet (Lleida, 1957) explica todo representando a los personajes de su narración. Rehace los diálogos, los gestos. La conversación es directa, agradecida, graciosa, pero difícil de transcribir. Benet es periodista. Ha pasado por el Diari de Lleida, El Periódico y El Pais. La experiencia que lo define, sin embargo, es estar en el equipo fundador de TV3. De allí se marchó con Jaume Roures para fundar Mediapro, hoy una multinacional del audiovisual donde trabajan 8.000 personas en más de 30 países. Hacen cosas como producir a Woody Allen, desarrollar un sistema de retransmisión automática de acontecimientos deportivos —incluidas carreras de camellos en el Golfo Pérsico— y casi todo lo que hay en medio. Hombre de muchos intereses, casi todo lo que hace le causa problemas: ser socio gestor de Mediapro (es propietario del 12,5%), declararse independentista, nadar en aguas abiertas, comprar piezas de arte censuradas, la librería Ona o un plantel de fruta de en el Baix Segre... En marzo lo atrapó la Covid-19. Estuvo a punto de morir. Lo explica y reflexiona en La travesía más difícil (Viena Edicions).
Ha dicho que es el primer y el último libro que escribe.
Es que no tenía intención de hacer ningún libro. Esta circunstancia tan especial de la pandemia me movió a hacerlo, pero supongo que no se repetirá.
¿Entonces no escribirá sus memorias?
No lo creo. Soy una persona que vive mucho el presente y piensa muy poco en el pasado y en el futuro. Pensar que algún día escribiré unas memorias me parece muy lejano. Toda labor de escritura de este tipo tiene un punto de querer ganar reconocimiento y a mí eso me da mucha vergüenza y mucho miedo. En el libro hago referencias a La Divina Comedia. Cuando salgo de la UCI digo que he dejado la oscuridad y he llegado al segundo cielo, que es un cielo pequeño donde va la gente que ha hecho el bien por la fama que les ha dado. Vengo a decir que es un lugar a la medida de gente como yo, buena gente que necesita escribir libros como este para hacerlo saber o para que se le reconozcan.
Si ha hecho este libro sobre la enfermedad bien puede hacer otro sobre cómo se hizo Mediapro.
Mi historia y mi vida son algo personal y no veo cómo puede interesar a alguien fuera de los más próximas. Todo el miedo que tenía a la hora de escribir La travesía, todas las dudas, se debían a eso. Por lo tanto, la idea de escribir unas memorias está muy lejos de mí. Para escribir La travesía me convenció la editorial. Me dijeron: Tienes una historia que nadie tiene —era marzo/abril—, la historia de la Covid como una enfermedad muy grave que te deja al borde de la muerte. Por eso la escribí. Pero si mi vida me parece la cosa más anodina y monótona del mundo, imagínese qué puede pensar otra gente.
No creo que Alfons Quintà consiguiera el cargo en TV3 porque chantajeara a Pujol con el tema Banca Catalana. Eso es una leyenda urbana
¿Personas como usted no tienen la responsabilidad de explicar lo que han vivido? Por ejemplo, estos días ha levantado polvareda El hijo del chófer, sobre Alfons Quintà, TV3, el pujolismo... y usted aparece un par o tres de veces. Una porque consiguió un helicóptero para tomar imágenes de la manifestación en favor de Jordi Pujol cuando la fiscalía lo acusó por el caso Banca Catalana...
Eso tiene gracia, me lo han comentado. No sé si lo conseguí yo. No me acuerdo. Es posible. No he leído el libro pero, por lo que dicen las reseñas, parece que TV3 fue sólo Quintà, que no hubo nada más. Echo de menos la opinión de alguien como Joan Granados, para mí la persona más importante en la historia de TV3. La antítesis de Alfons Quintà en todos los sentidos. Quintà era un imbécil, una mala persona. Sé cómo era porque lo conocí y traté, un desgraciado que mató a su mujer. Yo no creo que Quintà consiguiera el trabajo en TV3 porque chantajeó a Pujol con el tema Banca Catalana. Eso es una leyenda urbana. Sólo hacen falta tres segundos para analizarlo. ¿Si Quintà tenía tanta información tan extraordinaria de Pujol y se la guardó en el bolsillo para que lo nombraran director de TV3, cómo lo echaron al cabo de un año y medio? ¿Cómo es que entonces no explotó toda esta información?
Adonde quería llegar es a que hay protagonistas de la vida pública que no aparecen nunca por razones como las que ha dicho, legítimas y comprensibles. Pero quizá también tienen la responsabilidad de decir la suya, además de lo que digan otros.
Pero hacer unas memorias... no. Además, si yo destaco por alguna cosa es porque no callo lo que pienso. Este martes fui a Catalunya Radio a "hablar de mí libro" y su titular es "Una Catalunya independiente sería más próspera". No tengo ningún problema para explicarlo, para decirlo. La travesía es un libro muy personal. Es un relato en primera persona de lo que viví, con mucho detalle. Y es el relato de una enfermedad, cosa que aquí en Catalunya pasa poco. Yo explico qué pasa con mis hijos, con mi mujer, qué me va pasando a mí, qué pienso en cada momento. Hay reflexiones mías en el hospital sobre la muerte, la vida, Dios... y también todo un trabajo de periodista de hablar con médicos, enfermeras, personal sanitario...
¿Qué cosas han cambiado la enfermedad? ¿Le ha dejado igual?
No lo creo. Pero es difícil que yo sea capaz de darme cuenta.
No iré por el Barça ni tampoco por el Ateneu Barcelonès. Yo no quiero tener influencia. Hago las cosas que me gustan
¿Alguien se lo ha dicho?
Algunas veces... Respecto a las reflexiones que hago sobre Dios, la muerte... no he cambiado en absoluto. Respecto a la forma de comportarme con otros o de hacer mi vida, creo que vivo como vivía. Vivo mucho el presente, en eso no he cambiado. Ahora reconozco que me ha ido bien escribir este libro. Cuándo la editorial me lo ofreció les dije que no. Pero escribirlo me ha hecho bien. He conseguido reflexionar sobre el pasado, cosa que en otras circunstancias no habría conseguido, por mi actitud de vivir en el presente. Me ha ido bien para revivirlo y recordarlo para siempre.
Más allá de Mediapro, Usted es un activista de muchas cosas: la librería Ona, el plantel de fruta, el arte censurado... ¿Va a por el Barça?
No.
¿Y a por el Ateneu Barcelonès?
No. Tampoco.
¿Quiere transformar su capital empresarial en capital político y social, en influencia?
No. Yo no quiero tener influencia. Hago las cosas que me gustan. Cada uno de estos proyectos qué menciona surge sin un plan. Yo compraba libros en la librería Ona desde que llegué a Barcelona. Cuando [Ona] se marchó a Gracia, seguía comprando allí. Montse [Úbeda, la directora de la librería], siempre me hablaba de sus dificultades. Le dije: Oye, ¿por qué no te compro la librería, acabamos con los problemas y tú te quedas una parte? Así lo hice. Después mi mujer me dijo: Si montas una librería, hazlo bien. Pues venga, hagámoslo bien y avanzemos [la nueva Ona es un espacio prémium de mil metros cuadrados para libros y eventos]. No parece el objetivo de alguien que dice: ¿ahora que he llegado a tener un estatus, qué podría hacer? Pues pillo una librería... No sería lo más razonable. Pero no es planificado en absoluto.
Me dan rabia todos estos comentarios de que yo quería demostrar que los españoles son muy malos y los catalanes muy buenos. Me dan mucha rabia
¿Y la colección de arte censurado?
También nace de la casualidad. [En 2018] compré la pieza de los presos políticos en la España contemporánea antes de que la censuraran. Dos horas antes. La había visto en los diarios y, como aquel año no podía ir a ARCO [la feria anual de arte contemporáneo de Madrid], pues tenía que estar en París, llamo a un galerista amigo mío y le digo: "Hazme un favor, cómpramela. Pero cómprala ya, que no me la quiten". Dos horas después me llama: "Ya la tengo".
¿Y la censuran después?
Sí. Al cabo de una hora vuelve a llamarme y me dice que la han descolgado. Pensé que era porque lo había comprado yo. Le digo: Oye, no hace falta que la quiten hasta que la feria no termine. No, no, dice él, si eso ya lo saben... ha venido un señor y se la ha llevado... Y a partir de ahí se armó todo aquel revuelo. Pero la había comprado antes. Y más divertido aun es que, este verano, en Formentera, viene un señor muy simpático y me pregunta: "¿Eres Tatxo Benet? Yo soy nosequién nosécuantos, no me conoces. Yo soy el que censuró la pieza de ARCO".
¿Se presentó así sin más?
Sí, sí. Y me explicó la historia, cómo lo llamaron, cómo la mandó descolgar. Tan tranquilo. La colocaron la noche anterior y alguien de su equipo, a las 11 o las 12 de la noche le avisó: "Han expuesto una pieza donde está esto y lo otro". Y él: "Oye, que la quiten mañana por la mañana". Yo la compro y, como me dan rabia todos esos comentarios de que si yo quería demostrar que los españoles son muy malos y los catalanes muy buenos —me da mucha rabia— me intereso por dos piezas más que habían sido censuradas aquí en Barcelona y las compro. No pensaba hacer nada más. Era para quedarme tranquilo y basta. Entonces vi una pieza en Francia, cojonuda, que se llama Silence, una instalación muy bonita de unas alfombras con unos zapatos de mujer...
...unas alfombras de plegaria musulmana...
...sí. Una pieza que habían censurado en Francia. Me gustó mucho. Es preciosa. Eso fue un salto, porque ya no es comprar tres cosas aquí y ya está. No. Fue comprar esa pieza en Francia y pregunto dónde más habían censurado piezas y las he ido comprando. Ya ve, no es un plan predeterminado o que yo quiera convertirme en defensor de las artes censuradas. Son cosas que han surgido poco a poco.
Nos presionaron. Buscaron a las personas que podían llegar a nosotros para decirnos: Oye, tenéis que iros a Madrid, porque aquí en Barcelona no es seguro
Esas actividades le han puesto bajo el foco. Antes no estaba.
Sí, eso sí.
Y pasa lo de la operación Volhov, donde el juez hace pública una conversación suya con David Madí.
La explicación a todo eso es que Mediapro es una empresa muy grande. Primero, tiene la sede en Barcelona y es muy atípico que una empresa de ese tipo esté en Barcelona y no en Madrid. Que no se trasladó nunca a Madrid pese a las presiones que recibimos, como todo el mundo. Además, tenemos unas ideas divergentes de las que se supone que tendrían que tener los dueños una empresa como Mediapro. Encima, las expresan libremente, cosa que soportan aun menos. Creo que eso es lo que molesta.
¿Ha dicho que los presionaron para trasladar Mediapro a Madrid?
Sí. Nos preguntaron por qué no trasladábamos la sede a Madrid en aquel momento [otoño de 2017]. Sí, sí. Nos presionaron con los recursos con que podían presionarnos que, por suerte, no eran muchos. Buscaron a las personas que podían llegar hasta nosotros para que nos dijeran: Oye, tenéis que iros a Madrid, porque aquí en Barcelona no es seguro y que la empresa no sé qué...
¿Habla de accionistas que ya no están?
No digo nada más.
¿Todo eso le coarta? ¿Se siente vigilado?
Imagino que puedo tener el teléfono pinchado, no sé si permanentemente o de vez en cuando o en función de quien habla. Lo que se ha demostrado es que cuando hablaba con David Madí lo tenía pinchado. Dicen que era el teléfono de Madí. A mí eso nadie me lo ha demostrado. Podía ser que fuera el mío. O ambos. Eso no lo sabe nadie.
Estoy en el punto de mira porque vivimos en un estado, entre comillas, un poco policial... Pero la conversación con David Madí no tiene ningún interés público, ni judicial, ni policial, ni social
La conversación se escucha muy bien.
De maravilla. En fin. Estoy en el punto de mira porque vivimos en un estado, entre comillas, un poco policial... Pero la conversación no tiene ningún interés público, ni judicial, ni policial, ni social.
El juez dice que no ve espionaje ilegal.
En un país normal tendrían que ser muy restrictivos a la hora de pinchar llamadas o poner micrófonos en la casa o el coche de la gente. En este caso, según dicen ellos, lo que convence al juez de autorizar las escuchas son unas grabaciones que encuentran en el teléfono de [Víctor] Terradellas [un antiguo cuadro de CDC], que él niega, donde dice aquello de los 10.000 [soldados] rusos. En esa tontería absoluta encuentran la excusa para pinchar durante un año y medio a determinadas personas. Eso quiere decir pinchar a centenares de personas, los interlocutores de los pinchados. El juez tendría que ser muy restrictivo y no lo ha sido, no ha sido nada garantista. Además, la policía o la Guardia Civil tienen que descartar y tirar todo aquello que no tiene ningún interés para la investigación. El juez también. En este caso no ha pasado. Yo hablo de unos documentales sobre el Procés. Si hablara de una película de Woody Allen ¿hubieran hecho pública la conversación? No. Por lo tanto, la motivación de hacerla pública es pura y simplemente que los documentales son documentales políticos.
¿Y no es un escándalo que se hagan negocios de esta manera con dinero público?
Es que yo no hago ningún negocio con David Madí. No le vendo nada. Le explico, porque él me lo pregunta, cómo tengo la venta de los documentales. Yo contesto a una persona que me llama y me pregunta. Le explico una operación comercial que hago con Televisió de Catalunya. Nada más. También dicen que 800.000 euros es demasiado. Perdona, quien tiene que decir si es demasiado o no es el comprador. El vendedor puede pedir lo que le parezca, sólo faltaría. Me parece todo tan falso y tan de farsantes... En un artículo, un consumado lobista catalán se rasga las vestiduras y se permite sacar de esta conversación de un minuto todo un mundo de influencias y no se cuántas cosas más. ¿En serio? ¿Los lobistas de toda la vida tienen que darme lecciones a mí? Como los fariseos, dan lecciones los que más tienen que callar.
Quizás el Govern de la Generalitat debería ver con ambición de qué manera el catalán tiene que vivir en los actuales medios de comunicación audiovisuales
¿Qué le pasa a TV3? Alguna gente que sabe dice que están desubicados, que han perdido el mundo digital, el de los niños… ¿Es así?
En lo de los niños tienen toda la razón. Es una equivocación no mantener las 24 horas del día un canal como Super 3 y no darle más recursos. Creo que es un error grave. Pero hay una falta de recursos económicos enormes, y no sólo en TV3. Ahora parece que esté mal decirlo, pero la asfixia económica de Catalunya es monstruosa. Y cuando digo asfixia económica de Catalunya me refiero a la falta de recursos para su población, para dar servicios a los más vulnerables. La pandemia ha demostrado que la autonomía, cuando de verdad la necesitas, sirve de muy poco, porque la única autonomía de verdad es la autonomía económica, y nosotros no solo no la tenemos, sino que sufrimos una dependencia absoluta precisamente de a quien nos quiere asfixiados.
...le preguntaba por TV3.
TV3 es importantísima. Debería verse más como una política general de la Generalitat entendida como estado sobre los medios audiovisuales para ver cuál es la mejor manera de preservar el catalán. En 1983 estaba muy claro. Debíamos tener una televisión en catalán porque de ello dependía la subsistencia de la lengua. Se hizo una televisión, entonces el medio de comunicación más importante, para conseguir ese objetivo. Y se hizo poniendo recursos y ambición. Quizás ahora el Govern debería mirar con ambición de qué manera el catalán tiene que vivir en los actuales medios de comunicación audiovisuales.
Habla de ambición. ¿Tenemos "políticos de pacotilla" como ha dicho alguna vez?
Los políticos son el reflejo del país y somos un país que preferimos dejar las cosas a medias antes que dar el paso final si puede complicarnos la vida. He visto en televisión que los dos activistas líderes del movimiento por la democracia en Hong Kong se declararon culpables ante el tribunal. No digo que aquí tenga que ser así, pero aquellos dos de Hong Kong tienen realmente ganas de que haya democracia en su país y ponen ese objetivo ante todo. No sé si los catalanes en general somos capaces de hacer lo mismo por nuestro objetivo. Nos falta este punto de ambición final. Quizás en ese punto es cuando deben aparecer los líderes.
A los catalanes en general nos falta este punto de ambición final. Quizás en ese punto es cuando deben aparecer los líderes
¿Qué pasa con el canal de fútbol televisado en Francia? ¿Por qué se ha dejado el contrato con la Liga de Fútbol en manos del juez?
Hemos hecho lo que hace todo el mundo. Tenemos todo el derecho del mundo. Hacemos notar [a la Liga Francesa] que hay una crisis muy grande, causada por la Covid, que afecta mucho al mundo de los deportes y que por lo tanto... Pero la situación ha cambiado mucho. Ahora [la Liga de Fútbol] lo entiende perfectamente y entienden que se debe llegar a un acuerdo, que hay que negociar.
¿Por cosas como esta, no tiene la impresión que Mediapro cae mal o está mal vista?
Aquí, en Catalunya hay mucha gente nos admira por lo que hemos hecho. Somos muy grandes comparados con el que viene detrás. En España tenemos la imagen que los medios de comunicación españoles producen. Alguien puede intentar hacer ver que esto es un chiringuito de Jaume y de Tatxo, pero este chiringuito tiene 8.000 empleados por todo el mundo, acabamos de sacar un nuevo sistema de televisión automática [para retransmitir competiciones deportivas], coproducimos The New Pope, rodamos una película en los Estados Unidos con Sorrentino o Scorsese... Todo eso compensa mucho lo que otros dicen. Fuera de España tenemos una imagen de gente competente. Incluso quedan pasmados de que una empresa española tenga este desarrollo mundial. Producimos los partidos de catorce ligas de todo el mundo. Hay fines de semana que emitimos 120 partidos en directo. En el resto del mundo tenemos el prestigio de ser una empresa muy eficaz, muy cumplidora y, sobre todo, muy avanzada tecnológicamente. En España también porque muchos de los que nos critican vienen después a comprarnos servicios.
Pero Mediapro tiene mala prensa. Ustedes querían comprar Grupo Zeta y no ha sido posible, por ejemplo. También dan motivo, como el acuerdo judicial en los EE.UU. conocido esta semana, donde reconocen sobornos para conseguir derechos televisivos.
Con todo eso tienes que contar. La crítica que nos hacen ya no es política, sino peor, contra nuestra libre expresión. Lo que molesta no es que lo pensemos sino que lo expresamos. En este país, que yo diga —yo, no Jaume [Roures]— que soy independentista tiene un coste económico. A mí me dicen que vivo la mar de bien, que cómo es posible que diga eso. A ver, hay diez personas que están en la prisión y otros tantos a los que les han quitado el patrimonio y tres mil más que lo tienen en duda porque están encausados...
Lo que molesta no es lo que pensamos sino que lo expresemos. En este país, que yo diga que soy independentista tiene un coste económico
¿Qué coste económico le ha supuesto ser independentista?
No hace mucho tuve una pequeña polémica en Twitter con alguien a quien no conozco. Él replicó lo que ahora decía y yo le envié un artículo donde se explica que la asamblea del Real Madrid había pedido al club que nos retirara la producción de Real Madrid TV "porque somos independentistas". ¿No estamos discutiendo de si me perjudica ser independentista? Pues aquí ya ves que me ha perjudicado. Me replicó que la hemos producido diez años y el procés empezó hace diez años... Dice que me han beneficiado durante diez años, como si no tuviera derecho. ¿No será que Mediapro hacía bien su trabajo? Además, el mismo artículo dice que desde que Mediapro se ha marchado, el canal es un desastre, que gastan mucho más dinero... Y este sólo es un caso que encontré en un momento en internet. Si me pongo a buscar más...
Pero la vida sí que les ha ido bien.
Que a mí me haya ido bien la vida, porque con mis socios hemos sabido crear una empresa que trabaja por todo el mundo, no quiere decir que no haya gente y empresas que lo estén pasando muy mal, no porque se hayan declarado independentistas, sino simplemente porque determinados periodistas tienen la sospecha de que lo son o que lo pueden ser. Los señalan tanto como pueden e intentan hacerles tanto daño como pueden. Si yo me lo hubiera callado, como hace mucha, muchísima gente que conozco —se sorprendería—, es posible que me hubiera ido mucho mejor. Si Jaume y yo hubiéramos sido niños buenos es posible que nos hubiera ido mejor.
¿Y por qué no son niños buenos?
Porque no habríamos hecho tantas cosas. Porque va con nuestro carácter. Sin esa parte de nuestro carácter no habríamos salido adelante. Hemos hecho en cada momento lo qué teníamos que hacer.