El Partido Popular vive la primera tensión que amenaza con dificultar la integración, después de que Pablo Casado se impusiera a la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría en el cónclave del fin de semana. Los dos candidatos se han encontrado este miércoles en una reunión en el Congreso, donde han constatado que el equipo sorayista aspira a una representación del 43% en los órganos de dirección del partido, así como de la cámara baja y del Senado —proporción con que contó entre los votos de los compromisarios—, mientras que el equipo casadista rechaza facciones y apuesta por aplicar un criterio consensuado.
"No se puede pasar de la lista más votada a la proporcionalidad en solo dos días", ha dicho Casado a la salida del encuentro. "La lista más votada", de hecho, era el argumento que la exvicepresidenta usó en el congreso popular para pedir el voto, ya que se impuso entre la militancia. Así y todo, el nuevo presidente, que ha ocupado el escaño de jefe de la oposición, no se niega a incorporar al equipo de Santamaría y a ella en el comité de dirección, pero puntualiza: "Esto no es una negociación de investidura entre adversarios, sino un acuerdo entre compañeros".
Sin embargo, no es el posicionamiento de Santamaría, quien renuncia a dejar la política y tampoco ha aclarado si aceptaría ir de cabeza de lista por la Comunidad de Madrid o el Ayuntamiento. "Lo bueno para conseguir la unidad del partido es que esta gente también se pudiera ver representada digna y proporcionalmente en todos los órganos", ha zanjado. "Lo mismo que le ofrecí en la primera fase lo tengo que ofrecer en la segunda", ha añadido, es decir, la "integración". Al respecto, será su director de campaña, José Luis Ayllón, quien seguirá la negociación este miércoles.
Sin embargo, ambos han salido satisfechos del encuentro, que Casado ha continuado con una reunión con la exsecretaria general María Dolores de Cospedal, llamada a ocupar un lugar relevante en la nueva dirección del PP, a pesar de las pugnas del pasado con Soraya. Santamaría ha dicho entonces que la sintonía era "total" con el nuevo presidente y este ha hablado de una "estupenda" conversación con la exvicepresidenta. Esta mantiene que no quiere ningún cargo, sino seguir trabajando "con toda la ilusión del mundo" para la formación.