El diario norteamericano The New York Times ha publicado en su edición en castellano, un artículo del argentino Martín Caparrós que describe la dificultad que tiene España "para ser un país".
El artículo, titulado "No es fácil ser España", detalla la dificultad que tiene para articular consensos, a diferencia de los otros Estados europeos. "No es fácil ser un país. En general no es fácil; para España, todavía menos. El tema reaparece de vez en cuando y ha vuelto a estallar hace unos días, cuando una vocalista módicamente olvidada, Marta Sánchez, se coló en todas las conversaciones por haber cantado la letra de un himno que no tiene letra," señala.
El artículo detalla que España no ha conseguido consensuar un himno con letra, y que el actual no tiene porque proviene de una música militar. Todo ello lleva a los seguidores de la selección española de fútbol a "tararear un extraño Ohohohohoh". The New York Times pronostica que la letra de Marta Sánchez tampoco tendrá éxito, por su escasa calidad. La letra de Marta Sánchez tampoco tiene grandes posibilidades. Es parcial y ramplona, con dioses y lisonjas, verbos sin conjugar", apunta.
El diario recuerda que la identidad nacional se fundamenta en símbolos comunes, y recuerda que España "-casi- no tiene". "Cuando los españoles españolistas salen a la calle les importa sobre todo decir que son españoles: el grado cero siempre está pendiente. Entonces acostumbran a cantar "Yo soy español, español español", como si necesitaran repetirlo para convencerse y tuvieran que construir los cimientos cada vez", apunta.
El artículo recuerda que en España no hay héroes nacionales, ni historia común, no están consensuados. "Y, para colmo, la idea de unidad fue un eslogan franquista que decía que España tenía que ser "Una, grande y libre." Contra esta unificación forzosa se armó el país de las autonomías; es difícil hacer un país de este conglomerado", concluye.
El diario también repasa la figura de Felipe VI, que cree que es el símbolo abstracto que mejor funciona. Excepto cuándo habla. "El Rey tiene el problema de que habla, y al hablar desune: hace unos meses tomó partido por el Gobierno central en el conflicto catalán, y se enajenó a millones de supuestos súbditos", señala.