"La tumba de un comandante franquista reabre las heridas de la dictadura". Este es el título del reportaje que ha publicado en The New York Times el corresponsal en España del prestigioso rotativo neoyorquino, Raphael Minder. La pieza se centra en la polémica desatada en Sevilla por la exhumación de los restos del general franquista Gonzalo Queipo de Llano.
"Según a quién lo preguntes, Gonzalo Queipo de Llano era un fascista criminal durante la Guerra Civil Española o un héroe nacional que protegió su país y el catolicismo de la amenaza del comunismo", enfoca Minder. "La respuesta es esencial -constata al periodista- para decidir si se tienen que exhumar y retirar los restos del comandante militar, ubicados en la basílica que él mismo ayudó a construir en el centro de la ciudad de Sevilla," se responde.
El domingo pasado, en Ginebra, el presidente Carles Puigdemont denunció la "veneración" que a su parecer existe todavía en España por el dictador Francisco Franco. El reportaje de Minder ejemplariza, cuando menos, como la figura de Queipo, icono del régimen -aunque era un adversario interno de Franco-, que coordinó el golpe militar desde Sevilla y la durísima represión en el sur de España, sigue provocando controversia.
A Queipo, famoso por las arengas que lanzaba desde Radio Sevilla para animar a los legionarios a liquidar a los "rojos", y a quien se considera responsable de más de 45.000 asesinatos masivos, lo enterraron en 1951 en la basílica de la Macarena de la capital andaluza, que en parte financió. Al inicio del conflicto, elementos descontrolados habían destruido el templo original que acogía la virgen sevillana, una de las figuras más populares de las procesiones de Semana Santa.
En el 2016, el ayuntamiento de Sevilla aprobó una moción promovida por IU-CA que condenaba el golpe militar del 18 de julio de 1936 y rechazaba que Queipo continúe enterrado en la basílica de la Macarena porque constituye "una clara ofensa para los familiares de las víctimas del franquismo y los demócratas". La moción se aprobó por unanimidad salvo el punto que pedía retirar los restos de Queipo de Llano de la iglesia: el PP votó en contra y C's se abstuvo.
El gobierno andaluz también se ha pronunciado en el mismo sentido de acuerdo con la nueva Ley Andaluza de Memoria Histórica. Pero la basílica es propiedad de una hermandad de Semana Santa, que, como revela el reportaje de The New York Times, no lo tiene tan claro. José Antonio Fernández Cabrero, dirigente de la Hermandad de la Macarena, dice desconocer cómo Queipo de Llano adquirió el terreno donde ahora está la basílica en 1949 y afirma que el general franquista "fue un protector del movimiento de la iglesia católica".
Fernández Cabrero alega que la Hermandad ya retiró los símbolos fascistas originales de la tumba de Queipo así como las referencias al golpe de estado de 1936 y su rango militar. "Me sorprende que los políticos ahora nos digan que lo hemos de reabrir todo", añade, después de recordar la ley de 1977 que amnistió los crímenes cometidos por los franquistas durante la guerra. En cambio, Cecilio Gordillo, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, que da apoyo a las familias de las víctimas del franquismo, señala: "El problema no es lo que está escrito en la tumba, sino la personalidad del hombre sepultado".