La declaración de Josep Lluís Trapero es densa. Muy detallada por parte del fiscal y nada escueta por parte del mayor. Muy técnica, también. Pero eso no ha impedido que Trapero se haya abierto una vez más para expresar lo que no pudo decir aquellos días previos al referéndum, cuando el Gobierno parecía haberse apropiado de las directrices del cuerpo y hacía ver que los Mossos harían posible el referéndum.
Trapero ha vuelto a defender la independencia del cuerpo y de las decisiones técnicas y ha explicado las contradicciones que han sentido, incomprendidos por los dos lados.
Y hoy ha expresado su sentimiento de tristeza ante la situación: "Me provoca una tristeza enorme las cosas que hemos llegado a escuchar sobre los Mossos".
Es "la expresión de un mando de policía que está dolido. Porque me sentía injustamente tratado, el cuerpo y yo, en este momento mis compañeros sentían lo mismo", ha lamentado.
Trapero intenta explicar una vez tras otra que los Mossos aplicaron un criterio de proporcionalidad para no causar daños mayores. Que no había connivencia con ningún miembro del Gobierno. Que no conocía a Carles Puigdemont de antes de ser presidente. Que su ascenso a mayor estaba decidido desde 2016 cuando la conselleria estaba en manos de Jordi Jané y que cree que el retraso en el nombramiento precisamente venía porque no todo el ejecutivo confiaba en él con vistas al procés independentista.
El mayor no puede evitar dar una imagen de persona dolida con sus superiores políticos. Y también con los que estaban en el otro lado: fiscalía y la dirección política de la Guardia Civil y el CNP.