El Govern se va de convivencias. El ejecutivo de Salvador Illa se ha encerrado dos días en la estación de montaña del Vall de Núria para reflexionar sobre los ocho meses transcurridos de legislatura y sobre el panorama que se le plantea. En plena tormenta sobrevenida por los aranceles de Donald Trump los consellers se han enfundado en anoracs y botas de montaña para acudir a las dos jornadas de trabajo desde la mañana de este viernes hasta el sábado al mediodía ante el bucólico escenario cubierto de nieve que ofrece el Vall de Núria.
Los consellers -excepto el responsable de Justicia, Ramon Espadaler, que ha participado en la Conferencia Sectorial de la Administración de Justicia- se han presentado puntualmente en Ribes de Fresser a las 9,35 de la mañana y se han embarcado en el tren cremallera que estaba programado unos minutos más tarde. Este tren ha hecho a un servicio especial, lo cual según los habituales es una posibilidad que se ofrece para grupos grandes de viajeros. Ha salido siete minutos después de que el tren ordinario y disponía de dos vagones, uno para el gobierno y otro para la prensa. La mayor parte de los asistentes habían llegado a la estación de Ribes en autocar. No consta que nadie se haya arriesgado con Rodalies, precisamente este viernes en que la R3 ha sufrido una incidencia, una más, que ha interrumpido la línea.
Tren cremallera
La consellera de Territori, Sílvia Paneque, se ha presentado con el anorak corporativo de color naranja de Ferrocarriles de la Generalitat, empresa a la cual pertenece el tren cremallera entre Ribes y Núria. Illa ha subido al tren en la estación de Queralbs, donde previamente ha visitado el ayuntamiento y se ha reunido con la alcaldesa Imma Constans. Una vez en Núria, el Govern se ha hecho una fotografía de familia. Como imagen de fondo, el santuario, el valle y el lago medio helado, lo cual ha obligado a los consellers a recorrer todo el camino hasta el lugar escogido con pasos vacilantes para evitar la aparatosa situación de patinar sobre la nieve ante el grupo de cámaras.

Allí les esperaba una tarima presidida por un cartel que recordaba que este es el segundo encuentro que celebra el ejecutivo desde que se constituyó. La primera reunión se hizo en Poblet y se convirtió en toda una declaración de intenciones de Illa, a raíz del vínculo que aquel monasterio cisterciense mantenía con el president Josep Tarradelles. La elección de Núria para hacer este segundo encuentro era más prosaica, básicamente, ha sido escogida porque las instalaciones son del Govern.
Govern y Havel
Al acabar la fotografía, el president ha pronunciado una declaración sobre el impacto de los aranceles de Trump en Catalunya y ha respondido a cuatro preguntas (ni una más) antes de encerrarse en la reunión con los consellers. La estancia se hace en el hotel de la estación, donde la reunión se ha puesto en marcha de manera inmediata. Sobre la mesa del Govern, la necesidad de dar respuesta a los aranceles de Trump en una situación no especialmente airosa para el ejecutivo, cerca que no solo no ha podido aprobar presupuestos por|para este año, dado que los socios de investidura han dejado claro que harán sudar la gota gorda al departamento de Economía para aprobar cada uno de los suplementos de crédito que necesita el ejecutivo después de haber tenido que prorrogar presupuestos.

No obstante, no es casual que el encuentro se haga lejos del mundanal ruido. Illa pretende que sirva también para plantear una reflexión más allá de la gestión de gobierno. De entrada, el president se ha presentado a la reunión con un texto del expresidente de la República Checa Václav Havel que ha entregado a los consellers. Se trata de una conferencia bajo el título La democracia y la trascendencia, en la que Havel reflexiona sobre la profunda crisis de autoridad que caracteriza la democracia occidental. "Si los hombres políticos no disponen de una cierta autoridad, el estado y sus diversos componentes tampoco pueden tenerla, con todas las consecuencias nefastas que eso comporta a la sociedad", advierte al escritor, que vincula esta crisis de autoridad a la crisis espiritual que sufre el mundo contemporáneo. Una reflexión contudente, difícil de encajar entre la crisis de Rodalies y las negociaciones de la nueva financiación, pero que promete una cena intensa.