¿Quién fue Antoni Gutiérrez? ¿Por qué el Guti es un personaje clave en la política catalana de la Transición? Este es el principal punto de partida de El Guti, l'optimisme de la voluntat (Edicions 62), un libro nacido como un trabajo personal de Txema Castiella (Gijón, 1958) y escrito como una investigación vocacional sin otro objetivo que poner luz a la biografía de esta figura clave en las izquierdas de nuestro país. Después de un coloquio con los suscriptores de ElNacional.cat para hablar del libro, hemos hablado con su autor sobre esta biografía publicada hace poco más de un mes y que ofrece el retrato preciso de este personaje político icónico, único e imborrable.
Empezamos con una confesión personal: rondo la treintena, me interesa la política y, en cambio, hasta hace pocos días no osaba poner cara al Guti. ¿Por qué?
Seguramente porque aunque él fue una figura primordial de la política catalana de los últimos cincuenta años y un personaje referente durante los últimos años del franquismo y la Transición, tenemos tendencia natural al olvido y su legado había quedado demasiado relegado. No nos viene mal, creo, recuperarlo.
¿Cómo explicarías a alguien de mi generación, lisa y llanamente, quién fue políticamente el Guti?
Serviría decir que fue un luchador por las libertades y que creyó en la política como herramienta para alcanzar aquello por lo que luchaba.
¿Un luchador por las libertades del pueblo catalán, también, pues?
Sin duda. En aquellos tiempos se hablaba del "pleno reconocimiento nacional de Catalunya", y Antoni Gutiérrez era un ferviente defensor de ello; siempre defendió el carácter de Catalunya como nación, aunque también siempre creyó en la idea de la federación con el resto de pueblos del estado español.
En el libro también lo describes como un gran pactista.
La voluntad de tender puentes de diálogo y de llegar a grandes pactos con el fin de progresar es uno de los otros rasgos característicos del Guti. Durante la dictadura, por ejemplo, en Catalunya juega un papel importante de aglutinador de fuerzas entorno sobre todo de la Assemblea de Catalunya, y más tarde en el ámbito estatal es un defensor de los Pactos de la Moncloa o la Constitución de 1978.
¿Referente absoluto de las izquierdas, pues?
Él entra a militar en el PSUC a finales de los cincuenta, en plena clandestinidad, y sufre cuatro detenciones, una de las cuales con pena de prisión. Dentro del PSUC, destacará por su lucha contra el dogmatismo y participa activamente en la renovación ideológica del partido, distanciado claramente del socialismo real de raíz soviética y en evolución permanente ninguno aquello que al final se ha conocido como eurocomunismo.
"El socialismo sólo puede existir en sociedades democráticas" es una de sus frases sobre la que hablas en el libro.
Su visión era esta: no se puede disociar la libertad de lo que sería la igualdad. Él sólo era una pieza de un gran engranaje colectivo, y eso siempre lo tuvo claro. De hecho, en la primera página del libro cito el libro que Antoni Tàpies y Joan Brossa dedicaron a los militantes del PSUC y que se llama "U no es ningú" precisamente por eso: porque el Guti tenía unas ideas propias y tiene un papel primordial en el PSUC de aquella época, pero su figura no se entendería sin dejar de comprender que formaba parte de procesos colectivos.
Aquel PSUC estaba lleno de nombres históricos. ¿Era difícil ponerse de acuerdo?
López Raimundo, Solé Tura, Vázquez-Montalbán y un largo etcétera. Toda aquella multitud de dirigentes obreros, intelectuales y políticos forjados en la clandestinidad se retroalimentaba constantemente, siendo la voz de cada uno una semilla de ideas o una exclamación discordante, pero siempre por el bien de unos objetivos compartidos.
¿Qué es el catalanismo popular que defiende el PSUC y en el cual cree Guti?
En su opinión, el catalanismo popular se confronta con el catalanismo conservador, de raíz más tradicional. El catalanismo popular quiere ser un catalanismo abierto, inclusivo y muy plural, que tiene que ver con la integración de los recién llegados durante los cincuenta y sesenta, pero que además conecta con el movimiento obrero de origen más federalista y republicano, así como también con el asociacionismo obrero de principios de siglo y el mundo de los ateneos, los orfeones, etc.
Luchador por las libertades, renovador de la izquierda y... ¿europeísta militante?
Sí, posiblemente sería la tercera gran característica de la figura política del Guti. Él mismo afirmaba, cuando fue escogido parlamentario en Bruselas, que ser diputado en el Parlamento Europeo no era para él un cargo, sino una forma de militancia.
¿Qué era Europa para él?
Un horizonte, una aspiración democrática. Antoni Gutiérrez, igual que otros dirigentes de la izquierda como Nicolás Sartorius, hacen una reflexión muy avanzada a su tiempo y muy pronto se dan cuenta de que la Unión Europa será un marco importante para gobernar la inminente globalización.
La idea de la Unión Europea siempre ha sido poco apoyada por las fuerzas que quedan a la izquierda de la izquierda, ¿no?
Exacto. Los partidos de extrema izquierda, cuando se les hablaba de Europa, decían: "eso no va con nosotros, al proyecto político de la Europa del mercado común no nos sentimos invitados". El Guti, en cambio, como algunas fuerzas políticas y sindicales de izquierda, tiene muy claro que hay que estar presentes en esta Unión Europea que en los años ochenta y noventa todavía es un proyecto inacabado y en plena construcción.
¿Y qué proyecto para Europa desea el Guti?
La Unión Europea como espacio de paz y cooperación enfrente de los dos grandes bloques mundiales: la Unión Soviética y los Estados Unidos. El eurocomunismo concibe esta dinámica de bloques como un tapón que impide la dinámica lógica de cambios que la sociedad necesita, por eso él defiende Europa como un actor que aspira a ser importante en la escena internacional.
¿Cuáles eran las virtudes del Guti, políticamente hablando?
Posiblemente la flexibilidad era la más interesante de todas. ¿Por qué? Porque sin flexibilidad no puede haber pactos, y sin pactos no se puede adelantar.
Resaltas la frase "se tiene que hacer política desde los principios, pero no con los principios".
Es una frase suya y que define muy bien su talante y tiene que ver con lo que hablábamos de la flexibilidad: hay que estar seguro de los propios principios pero eso no quiere decir imponerlos. Tiene otra también muy interesante, en lo referente a la Constitución, cuando afirma que "una Constitución no es un programa electoral", es decir, es un nexo común entre muchos donde nadie, sin embargo, se puede reflejar al cien por cien.
La política actual parece no tener tanta paciencia como entonces.
Él era muy paciente. En política la gestión del tempo es un rasgo primordial, y Antoni Gutiérrez gestionaba muy bien el tiempo de los procesos.
Lo defines, también, como un político generoso.
Es que el PSUC del Guti era un partido generoso, un partido que durante dos décadas fue la principal fuerza de la oposición pero que cuando hacía falta supo mostrarse en segundo término, cediendo protagonismo con el fin de favorecer la unidad.
El pragmatismo de Antoni Gutiérrez, que es otro característica suya, ¿es un valor o un defecto?
Según cómo se mire. El Guti es un gran pragmático, porque constantemente se pregunta: ¿y eso que tenemos que decidir, nos deja mejor o peor que como estamos? En las postrimerías de su trayectoria, por ejemplo, se confronta con sus propios compañeros de Iniciativa per Catalunya que se oponen al proyecto de Constitución Europea, mientras que él la defensa no con principios sino con argumentos basados en las mejoras que supone en relación a no disponer de ninguna Constitución.
Se aleja de la pureza ideológica, pues.
En efecto. El suyo es un razonamiento de pragmatismo absoluto: si haciendo eso estaremos mejor que hasta ahora, adelante, a pesar de no se ciña al cien por cien con aquello que defendemos. Su pragmatismo, por ejemplo, era un valor en referencia a la correlación de fuerzas, que es un término muy utilizado hace décadas: si no tienes bastante fuerza o recursos para hacer una cosa, es necesario ceder con el fin de acercarte a tu objetivo.
Era pragmático y generoso, pero estéticamente tozudo: ¿podemos hablar del primer político catalán con alergia a la corbata? ¿Era una manía personal?
Es conocido que a Josep Tarradellas, que tenía un gran respeto por la estética del poder, por ejemplo, lo sacaba de quicio que un consejero provisional de la Generalitat como Antoni Gutiérrez no vistiera con corbata. Pero era un posicionamiento político. Cuando lo detienen por primera vez, de joven, una de las primeras cosas que hace la policía es quitarle la corbata. Él entonces era un joven médico que vestía elegantemente, y en aquel momento se dice "no me la volveréis a quitar", y ya nunca más se vuelve a encorbatar. Una anécdota que retrata bien la obstinación del personaje.
¿Qué papel tendría este obstinado personaje, políticamente hablando, en la Catalunya de hoy?
El trabajo de un biógrafo no es hacer predicciones imposibles intentando traducir el presente en base a un pasado. Además, él rehuía el juego de la ucronía. Mi trabajo, en todo caso, es explicar quién fue y qué hizo el Guti; las conclusiones sobre las cuales habría pensado hoy si estuviera vivo corresponde a los lectores.
¿Para acabar, qué ha quedado de su legado?
Prefiero responder qué parte de su legado nos haría falta recuperar: el espíritu unitario ante los grandes retos.