El presidente de Argentina, Javier Milei ha reiterado en los últimos tres días que no pedirá disculpas por haber acusado de "corrupta" la mujer de su homólogo español, Pedro Sánchez, y la decisión de retirar a la embajadora española de Argentina tampoco le ha hecho cambiar de opinión este martes. El ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel Albares, que ha sido el encargado de anunciar esta nueva acción en medio de la crisis diplomática, ha asegurado que el ejecutivo tiene una "amplia gama" de medidas para responder contra lo que considera un ataque contra la democracia y el propio Estado español. "En tres días de crisis hemos adoptado tres medidas: el primer día llamamos a consultas, el segundo día convoqué al embajador y hoy hemos retirado definitivamente a nuestra embajadora de Argentina", ha apuntado. Sin embargo, el mandatario argentino no se baja del burro, hecho que lleva a preguntarse: ¿qué más puede hacer el Gobierno de Sánchez para responder a Milei?

Expulsar al embajador argentino o romper relaciones

Siguiendo los manuales de la diplomacia tradicional, y teniendo en cuenta el nivel de crisis alcanzado en las relaciones entre ambos países, las dos opciones que tiene Sánchez si quiere responder a Milei una vez más son la expulsión del embajador argentino de España, o la ruptura de las relaciones diplomáticas, que implicaría el cierre de la embajada. Este último sería un paso muy drástico, y un experto en diplomacia apunta a Europa Press que en el caso de la disputa con Milei sería "irracional" tomar esta decisión. De hecho, hay que remontarse 44 años atrás, a 1980, para encontrar el último precedente. Entonces, España rompió relaciones con Guatemala porque las fuerzas de seguridad de este país habían asaltado la embajada española, donde había refugiados decenas de campesinos, y asesinaron a 37 personas, incluyendo al cónsul. Sin llegar a este extremo, la expulsión del embajador argentino, Roberto Bosch, aparece como una acción más leve.

El orden de las medidas diplomáticas

Ante una situación de crisis entre dos estados, la diplomacia tradicional prevé una serie de medidas de menor a mayor intensidad que conducen en la ruptura de las relaciones. Aunque la disciplina establece un orden, no siempre se sigue de forma exacta, como ha sido el caso de la respuesta española. Cuando se inicia la crisis, la primera medida posible es emitir un comunicado para expresar el malestar ante una acción. Tanto Argentina como España lo utilizaron para trasladar sus posiciones con respecto a la polémica provocada por el ministro de Transportes, Óscar Puente, que insinuó que el presidente argentino consumía drogas.

El siguiente paso previsto es la convocatoria del embajador del país con quien se tiene la disputa en el Ministerio de Exteriores. Albares lo hizo este lunes, pero después de haber llamado a consultas a la embajadora española en Buenos Aires, María Jesús Alonso, un gesto que es mucho más contundente y se sitúa en el cuarto peldaño de la escalada diplomática. Antes, también cabe la posibilidad de expulsar a diplomáticos de rango más bajo al embajador como gesto de disconformidad, una acción que el ejecutivo español no ha llevado a cabo. Después del llamamiento a consultas, el siguiente paso previsto es la expulsión del embajador del otro país, una medida que Albares tampoco ha tomado, y, en cambio, ha retirado de forma permanente la embajadora española, hecho que supone un paso más elevado en el aumento del conflicto. Antes de la ruptura definitiva de las relaciones también es posible suspender temporalmente la actividad de la embajada.