Un millón de personas, una riada pacífica y festiva venida de toda Catalunya, se ha concentrado hoy en Barcelona para dejar claro el apoyo al referéndum del 1 de octubre. La estrategia de máxima presión que exhibe el Estado contra la organización del referéndum no ha conseguido desmovilizar un apoyo claro y contundente en la calle, y la gigantesca cruz que los organizadores han dibujado entre el paseo de Gràcia y la calle de Aragó se ha unido tras el clamor de "votarem [votaremos]".
"Lo hemos vuelto a hacer, hemos demostrado al mundo de qué manera los catalanes reivindicamos nuestros derechos de forma absolutamente festiva, masiva, pacífica, ante todos los augurios de aquellos que querrían que pincháramos," ha proclamado el president, Carles Puigdemont, que ha seguido el acto desde la plaza de Catalunya al lado de la presidenta del Parlament, Carme Forcadell. Con ellos, el vicepresident, Oriol Junqueras, y los consellers del Govern.
La manifestación de este año se ha visto precedida por una semana muy intensa con la firma del decreto de convocatoria del referéndum después de que el Parlament ha aprobado, en medio de las protestas de los grupos de la oposición, las leyes del Referéndum y de Transitoriedad. Sin embargo, sobre todo, la Diada ha tenido como preludio más inmediato las intervenciones de la Guardia Civil para localizar las papeletas del 1-O y la entrada de los agentes de este cuerpo el sábado en el semanario El Vallenc. La manifestación tenía que ser, pues, una prueba del efecto que las advertencias y amenazas del Estado han conseguido en la calle.
"¿Qué más tenemos que hacer para que se entienda bien que el pueblo de Catalunya quiere votar?", se ha preguntado Puigdemont, después de insistir en que el Estado todavía está a tiempo de negociar.
El president ha hecho estas declaraciones tan pronto ha acabado el acto. Desde uno de los escenarios, el presidente del ANC, Jordi Sànchez, acababa de advertir que todos los presentes a la manifestación se tendrán que declarar "insumisos de aquellos tribunales y aquellas leyes que sólo quieren preservar la indivisible unidad de su patria". Sànchez ha advertido a los concentrados que su papel ahora es "imprescindible", que si cada uno de los presentes se compromete a ir a las urnas será "una victoria abrumadora de la democracia".
"Seguiremos en pie tanto como haga falta", ha garantizado el presidente de Òmnium, Jordi Cuixart, que ha advertido que Catalunya se encuentra "en una encrucijada histórica: o democracia o represión". "No hemos tenido nunca miedo -ha asegurado-, por eso el 1 de octubre votaremos".
En su turno de palabra, la presidenta de la AMI, Neus Lloveras, ha asegurado que más de 700 ayuntamientos se han comprometido ya a facilitar el referéndum, aunque se intente asustar a los consistorios "por tierra, mar y aire". En un momento en que una de las principales incógnitas es todavía saber qué hará el Ayuntamiento de Barcelona ante la convocatoria, Lloveras ha instado a los alcaldes y alcaldesas que no quieren ceder los locales para la votación a que "escuchen a la gente". Entre los asistentes a la manifestación estaban los tenientes de alcalde barceloneses Gerardo Pisarello y Jaume Asens.
"No sé qué pasará el 1 de octubre, no sé si ganará el 'sí' o ganará el 'no', pero gane lo que gane, el pueblo de Catalunya habrá ganado porque habrá votado y habrá decidido su futuro", ha asegurado la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, en declaraciones al acabar el acto.
Minuto de silencio
El paseo de Gracia ha hervido toda la mañana del domingo de gente con esteladas y camisetas amarillas, muchos llegados con centenares de autocares que se han ido situando a las calles transversales a la concentración. Pero el acto propiamente dicho ha empezado como es habitual a las 17 horas. Lo ha hecho con un impresionante minuto de silencio, que sólo rompían los helicópteros que sobrevolaban el centro de la ciudad.
Acto seguido, Els Amics de les Arts han interpretado la canción Els camps de Luisiana con el Orfeó Català. En el minuto 17.14 se han puesto en movimiento cuatro pancartas gigantes que recorrían los cuatro brazos de la cruz delimitadas por los manifestantes. En el centro, se ha situado una pancarta con la imagen de una urna, a los dos lados dos inmensos "sí" y en frente una estelada. A medida que las pancartas avanzaban, los asistentes tenían que cambiarse la camiseta por la amarilla de este año.
El saxofonista Pep Poblet ha interpretado el Que tinguem sort de Lluís Llach y la Eléctrica Dharma ha hecho saltar a los presentes con su popular himno, mientras que Josep Maria Mainat ha hecho su versión del Passi-ho bé i moltes gràcies [Adios y muchas gracias], antes de que el acto se cerrara con la interpretación de Els Segadors.