Los partidos unionistas, que hasta ahora se ignoraban cortésmente en campaña, ya se tocan la cara unos a otros. La omertà entre Ciudadanos, Partit dels Socialistes y Partido Popular la rompió Albert Rivera en Girona este sábado. El presidente de Cs pidió el voto con el argumento de que darlo a otros partidos unionistas era tirar "votos a la papelera", sobre todo en demarcaciones como Girona o Lleida. El ataque se dirigía al Partido Popular, al que las encuestas dan cero diputados en esas dos circunscripciones.
Rivera, Arrimadas y el resto de mitineros de Cs incluyen estos días en sus discursos el mismo llamamiento, mejor vestido: piden "concentrar el voto, al menos esta vez [porque] tenemos que ganarles [a los independentistas]".
Los primeros en darse por aludidos, sin embargo, han sido los socialistas. El mismo sábado, el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, acusó a Rivera, de "perder el respeto a los votantes, también a los de Cs". En democracia "no hay ningún voto que vaya a la papelera", subrayó.
El candidato Iceta añadió otra línea, muy de su gusto: ofrecer experiencia. Iceta pidió no "hacer experimentos con Cs".
Este domingo el secretario sectorial del PP, Javier Maroto, que ha acompañado al candidato García Albiol, también se ha apuntado al mismo argumento, al decir que Cs "no tenía ninguna experiencia de gobierno" y que no se puede dejarse en las manos "la autonomía más complicada de todas". Albiol, por su parte, en su estilo, ha avisado a Rivera que "no provoque a los votantes del PP", porque quizás en breve los necesitará si quiere gobernar.
El PSC utiliza una tercera razón para golpear a sus contrincantes unionistas. Este partido ofrece "el cambio seguro y la reconciliación", mientras que Cs y PP "proponen inmovilismo y confrontación", según Miquel Iceta, que nombra a Pedro Sánchez "líder del siglo XXI" en contraposición a Rajoy, "un líder del siglo XIX".
Iceta también recalca que no es momento "de cambiar un monólogo [el independentismo] por otro [el inmovilismo]" o bien que no se puede escoger entre dos "nacionalismos excluyentes", en referencia a los partidos independentistas, pero también, y sobre todo, a Ciudadanos. El PSC busca polarizar con los de Rivera y respira por la herida del área metropolitana, su antiguo bastión electoral donde ahora Cs le saca el pan del cesto.