Ya hace unos cuantos años, más bien décadas, la policía lo pilló con las manos en la masa. Él negó enseguida haber hecho nada. Pero le hicieron enseñar las palmas, y las tenía manchadas de pintura. Félix Pérez Echevarria, Cheva para todos sus vecinos, había ido a tachar los grandiosos carteles que llenan las autopistas leonesas. A borrar donde dice "Junta de Castilla" y los castillos del escudo, y dejar solo el "León". Él es leonés, sin sufijos. Por|Para mucho que la Transición les impusiera un invento llamado "Castilla y León". El activista leonesista admite entre carcajadas que "de estas" ha hecho "miles". Que incluso tiene fotografías en casa de sus pequeñas hazañas.
Ahora ya no hace aquellas gamberradas que hacía de joven, pero sigue movilizándose por la creación de la Región Leonesa. Recibe ElNacional.cat en la misma plaza donde el primer sábado de cada mes se manifiesta en solitario. Es imposible no reconocerlo con su barba y su inconfundible chapela vasca, con un pin del "País Leonés". Empezó a protestar en esta plaza en 2006, después de que el presidente de la Junta, el popular Juan Vicente Herrera, tildara a un procurador de UPL de "cavernario" por defender un referéndum. Quería exigir "respeto" y una rectificación. "Quería una rectificación. No ha llegado, pero aquí sigo, haciendo sentir mi voz", asegura. Sólo el confinamiento le detuvo, pero lo ha reanudado. Y no pierde la cuenta: "Llevo 191".
Siempre ha estado implicado en el leonesismo, a través de la Unión del Pueblo Leonés (UPL) pero también a nivel asociativo. Cheva no se considera como tal, pero es uno histórico del movimiento. Defiende que León tiene que autodeterminarse, y lo argumenta: "No es que queramos separarnos. Es que jamás quisimos entrar. Aquí nos han casado a la fuerza con Castilla, contra nuestra voluntad". No se considera un "separatista", como muchos intentan despreciarlo: "Independentista de Castilla evidentemente que lo soy. Pero español, español. Eso sí, tiene que cambiar este Estado español". Como el independentismo y el soberanismo, sin embargo, hace una enmienda a la totalidad al modelo surgido de la Constitución del 78. Y también quiere un referéndum.
Cheva: "No es que queramos separarnos. Es que jamás quisimos entrar. Aquí nos han casado a la fuerza con Castilla"
"Es un problema del Estado español, que no hemos sabido llegar a un acuerdo," lamenta el activista leonesista, que añade: "Lo que tenemos es un Estado federal teórico que, a la hora de la realidad, está centralizado en Madrid. La estructura federal no existe". Un doble centralismo si se suma "el de Valladolid", que según su opinión les resta oportunidades de progreso económico y social. De hecho, suele usar la expresión "Castiga a León" para referirse a la comunidad donde le han "impuesto" vivir.
La madre del cordero: que Castilla y León es un invento de la Transición. Antes no existía ninguna región como tal. El norte tiene sus raíces en el Reino de León (León, Zamora y Salamanca) y el sur en Castilla la Vieja. Con la creación del estado de las autonomías, en el aire estuvo la posibilidad de una comunidad asturleonesa, ciertamente con más vínculos históricos. Pero el ministro franquista —y leonés— Rodolfo Martín Villa y el socialista Gregorio Peces Barba (de Valladolid) quitaron la idea de la cabeza de Felipe González porque eran "demasiado mineros juntos" y, por lo tanto, un territorio en permanente ebullición. A cambio, crearon un monstruo de 94.000 metros cuadrados, la mayor región de Europa, más extensa que países como Portugal. Era un "embalse de UCD" y al mismo tiempo un contrapeso a los nacionalismos catalán y vasco. "Por razones de Estado", se dijo. Y todo sin tener en cuenta la comarca de El Bierzo, que también tiene movimientos para formar una entidad propia, unida a Galicia o a una hipotética región leonesa. Todas estas desavenencias hicieron que el Estatuto de Castilla y León fuera el último en aprobarse, en 1983. Y tampoco calmó las aguas.
La encuesta encargada el año 1979 por la Diputación de León señalaba que sólo el 4,1% de los leoneses aprobaba la comunidad de Castilla y León, frente al 64,1% que apostaban por la autonomía leonesa. En 1986 fue el CIS quien revelaba que el 45,3% quería separarse de Castilla y el 22,5% apostaba por seguir el matrimonio a pesar de ser territorios diferentes. Más recientemente, esta misma semana, en un sondeo de El País y la SER, el 56% de los leoneses se mostraban partidarios se mostraban partidarios del divorcio. En cambio, en Salamanca este porcentaje bajaba hasta el 30% y en Salamanca hasta el 15%. La autonomía uniprovincial también sería una opción, pero no acaba de convencer a los leonesistas.
El avivamiento del leonesismo se inició en diciembre del 2019, con una moción aprobada en el Ayuntamiento de León con el apoyo del PSOE
Durante toda la democracia ha estado presente el movimiento leonesista, pero empezó su avivamiento en diciembre del 2019. Fue cuando el pleno del Ayuntamiento de León aprobó una moción presentada por Unión del Pueblo Leonés, con el apoyo del PSOE. El texto apostaba por iniciar los trámites para la creación de una nueva comunidad autónoma, la Región Leonesa, conformada por las tres provincias históricas. Hoy en el balcón del consistorio de la capital leonesa cuelga una gran lona: "Por la autonomía de la Región Leonesa. Por el derecho del pueblo leonés a decidir su futuro". La colgó el mismo alcalde, el socialista José Antonio Díez, que ha tenido no pocos enfrentamientos con las direcciones autonómica y estatal por esta cuestión. Después de aquella moción vendrían más. Se han aprobado en al menos 55 municipios de la provincia, que representan más del 50% de su población.
En los municipios donde se ha votado esta moción, el 60% de los concejales lo han hecho a favor. Es una reivindicación con un apoyo transversal, que va más allá de UPL. Según los datos recopilados por el periódico digital iLeon.com, la apoyado el 71% de los concejales de Podemos y el 60% de los concejales del PSOE. Y en la derecha los votos en contra no superan el 50%. En el caso del PP han sido 54 votos a favor, 39 abstenciones y 74 en contra. En el caso de Ciudadanos, 8 a favor, 12 abstenciones y 15 en contra. Como anécdota, el ayuntamiento de Matadeón de los Oteros, el pueblo de la familia paterna de Pablo Casado. Allí, el único concejal del PP votó a favor. Pero si en León hay transversalidad política en la creación de una nueva comunidad, a nivel autonómico hay unanimidad en su rechazo frontal.
También ha habido manifestaciones multitudinarias, como la del 16 de febrero del 2020 en León, Ponferrada y Villablino, que según los organizadores reunió hasta 80.000 personas, exigiendo "un futuro para León" y el desbloqueo del conflicto político. Estas 80.000 personas representan el 17% de la población de la provincia de León y el 10% si se tiene en cuenta las otras dos provincias (Zamora y Salamanca), donde no convocaron manifestaciones. Casi igualaron su marca histórica, el 4 de mayo de 1984, cuando 90.000 personas salieron a las calles de León, Zamora y Salamanca.
Este resurgimiento del leonesismo justamente puede elevar a la Unión del Pueblo Leonés, que nació en 1986 para canalizar el rechazo a la organización territorial bajo una macrorregión llamada Castilla y León. Desde su fundación han tenido representación en las Cortes de Castilla y León. Y en estas elecciones podrían conseguir su mejor resultado en veinte años. Según varias encuestas, incluyendo la última del CIS, en las elecciones de este domingo podría obtener hasta tres procuradores, que serían decisivos en la gobernabilidad de la comunidad autónoma. Y no garantiza los votos a nadie. Históricamente, a nivel municipal y provincial, ha pactado tanto con el PP como con el PSOE, aunque ahora se encuentran en un giro socialdemócrata.
El horizonte leonesista
¿Por qué se ha producido este auge del leonesismo? Principalmente por el declive de León, asegura Ana Gaitero, periodista del Diario de León. "Hay una sensación de hartazgo, de que la situación se está hundiendo económicamente, socialmente y demográficamente", asegura Gaitero. "Aquí no hay oportunidades. Han confluido muchas cosas, como el declive de la minería o la esperanza de un recambio industrial que no existirá", lamenta. A eso hay que añadir "un centralismo atroz" de Valladolid y "la falta de apoyo del gobierno autonómico para el desarrollo de la provincia". Un cóctel explosivo con consecuencias. El resultado se puede ver en las cifras de la despoblación: cada año la provincia pierde casi 5.000 habitantes. Y lo que es más preocupante: se marchan los jóvenes, "el talento que tenemos". Son las tres provincias más envejecidas de Castilla y León.
El declive económico y el centralismo de Madrid han contribuido al auge del movimiento
Pero, según la periodista, este no ha sido el único factor que explica el auge. "Confluye un movimiento que es global, las identidades que vuelven," señala. En este sentido, detalla como los movimientos culturales y también los jóvenes "están conectando" con sus raíces. "No se nos enseñó a valorar nuestra cultura y pasado. Era de paletos, de gente de pueblo... Pero esta percepción está cambiando", celebra Ana Gaitero. Y su traducción política todavía tiene margen para crecer.
Políticamente, ¿qué futuro tiene? El movimiento, a través de UPL, tiene hoy un solo procurador en las Cortes de Castilla y León, su candidato Luis Mariano Santos, pero podrían llegar hasta los tres, que podrían ser determinantes. Hay un cierto optimismo contenido en las filas de la formación: ha llegado su momento.
Santos nos recibe en la sede de UPL, en el último día de campaña electoral. Más allá de las encuestas, el jefe de filas de la formación quiere dejar clara una cosa: que están "muy alejados del PP y del PSOE". Y advierte que, para investir a un presidente castellanoleonés, intentarán hacer valer sus votos. "Queremos tener incidencia para cambiar las políticas", asegura Santos.
Poder, se puede hacer una Región Leonesa. "No sólo es viable, sino que es incluso recomendable", asegura Luis Mariano Santos. Argumenta que no sólo es que convivan "dos identidades que no tienen nada que ver", sino que se trata de una comunidad autónoma "inmensa, difícilmente gobernable, poco eficaz y eficiente". El candidato de UPL cree que es una simple cuestión de voluntad política: "Tan sencillo como modificar el Estatuto de autonomía y después promulgar una ley orgánica que cree la decimoctava comunidad autónoma". Como argumento jurídico, concluye, la misma Constitución española.
De hecho, durante el proceso de reforma estatutaria de 2007, UPL ya intentó introducir una enmienda con tres cuestiones. La primera, recoger la posibilidad de una segregación de las tres provincias. La segunda, que mientras tanto se dividiera la comunidad en dos regiones y la denominación oficial fuera "León y Castilla". La tercera, la cooficialidad de la lengua leonesa. El problema fue de voluntad política: la pinza del PP y el PSOE tumbó la enmienda.
Son tratados como unos "separatistas" más. El actual presidente castellanoleonés, Alfonso Fernández Mañueco, se apresuró a "garantizar la unidad" de Castilla y León después de la moción aprobada por el Ayuntamiento de León en diciembre del 2019. El dirigente del PP lo calificaba de "quimera imposible" y defendía que "el bienestar de Castilla y León no pasa, de ninguna manera, por la división, el enfrentamiento y el levantamiento de fronteras". Unos términos y expresiones que resultan familiares a los independentistas catalanes. Luis Mariano Santos lo ignora: "Ya estoy acostumbrado a que Mañueco me llame Pujol. Pero fue el PP quien pactó con Pujol". Cheva se hace un hartón de reír.
Una lengua desprotegida
El centralismo castellano ha llegado a niveles inverosímiles. El historiador Ricardo Chao recuerda cómo Valladolid ha creado fundaciones con dinero público con el único objetivo de "crear un sentimiento de pertenencia Castilla y León". Es el caso de la Fundación de Castilla y León, antes llamada Fundación Villalar, que además no rinde cuentas. "Ni así lo consiguen. Es inútil. Es como tirar los billetes al río", asegura. Él está involucrado en otra asociación, Faceira, que sí que trabaja para divulgar la cultura y la historia leonesas. Están especialmente centrados en su lengua, el leonés, que forma parte del asturleonés. Han editado una docena de libros, y no paran de crear contenido con una respuesta positiva.
Pero la lengua, admite Chao, es un capítulo aparte. Ppasa muy malas horas. Apunta que el último estudio de la Academia Asturiana de la Lengua ama a unos 50.000 hablantes patrimoniales. "Creo que es demasiado optimista", matiza el historiador, que se muestra más bien pesimista. Los hablantes son cada vez más mayores y la lengua leonesa ni siquiera forma parte del sistema educativo. Desde los poderes públicos "no se está haciendo nada". Cualquier iniciativa para revitalizarla y protegerla queda reducida al ámbito estrictamente privado; depende del voluntarismo.
"Se vive una situación inédita: la lengua es reconocida por Portugal y podría ser oficial en Asturias. Sin embargo, donde está en más problemas, en León, la Junta no hace nada", lamenta Ricardo Chao. El Estatuto menciona la "protección específica" del leonés, que está recogida en la Carta europea de lenguas minoritarias. Pero ni siquiera hay un responsable de política lingüística a la Junta de Castilla y León. "Castiga a León", que diría el activista Cheva.