Un peligro a debate. La Audiencia de Barcelona ha empezado a juzgar este lunes Francesc López, a quién la Fiscalía le pide 9 años y 6 meses de prisión por haber tirado uno o dos cohetes en dirección al helicóptero de los Mossos de Esquadra en la Gran Vía de Barcelona, durante las protestas contra la sentencia del Tribunal Supremo a los líderes independentistas, la noche del 16 de octubre de 2019, convocada por los CDR. En la vista, hasta cinco agentes de los Mossos de Esquadra han declarado como testimonios sin dejar claros cuántos cohetes se dispararon contra el aparato (de uno a tres, y en la investigación dijeron hasta cinco) y han asegurado que el cohete estalló, en forma de una palmera de colores, "muy cerca" del aparato, hecho que ponía en riesgo a los ocupantes y a los manifestantes porque volaba muy bajo. En la sesión, se ha visionado uno de los tres vídeos del estallido del cohete, el cual se ve que se desvía hacia un lado, y detona un poco alejado del helicóptero.
El copiloto del helicóptero ha asegurado que el cohete "les sorprendió" porque "detonó a la misma altura", y que el peligro "más que las chispas era poder haber hecho un movimiento incorrecto", ya que volaban muy cerca de los edificios del Eixample. No hay ninguno pericial que valore los riesgos, solamente el testimonio de los mossos. López, defendido por la abogada Mireia San Nicolàs, declarará el próximo 15 de noviembre, al finalizar el juicio, y también lo hará el piloto del avión. Su defensa pide su absolución al considerar que no se ha cometido ningún delito.
La Generalitat le pide dos años de prisión
En la vista, en la sección 5.ª de la Audiencia de Barcelona, dos agentes de los Mossos han explicado que identificaron a Francesc López como el autor de al menos dos lanzamientos de cohetes pirotécnicos desde un tubo (que se vende conjuntamente en las tiendas), entre la Gran Vía y la calle Bruc. Cuando se marchó de la protesta lo siguieron para detenerlo, y un agente asegura que le gritó que se detuviera, no lo hizo, hasta que después "cayeron al suelo", aunque el acusado se resistía, según los policías. López se zafó y pidió ayuda, y "unos 200 manifestantes" fueron a la zona y "ante la masa" y el peligro que consideraban que podían tener, soltaron a López, según han relatado los policías. Y lo detuvieron dos días después. Por estos hechos, la fiscal le pide: cinco años de prisión por el delito de desórdenes públicos, y cuatro años y seis meses por el de atentado contra la autoridad y delito leve de lesiones, con la agravante de disfraz porque llevaba un casco y un pañuelo amarillo tapándole la cara. La Generalitat, que en este caso se mantiene como acusación, le pide dos años de prisión por el delito de desórdenes en concurso con atentado contra la autoridad.
Huella y panfleto independentista
En el juicio, agentes de los Mossos de Esquadra han explicado que pudieron detener a Francesc López porque lo tenían identificado de una protesta contra la manifestación del sindicato policial Jusapol, en septiembre de 2019. En su casa, dos agentes han asegurado que le encontraron "un panfleto independentista", el pañuelo amarillo que llevaba el día de la protesta, y un casco, que a preguntas de la defensa, resulta que era el de la mujer. Los mossos se han mostrado desmemoriados cuando les preguntaba la abogada de López, como del hecho si el helicóptero se movió al escuchar el primer cohete, o el número de denotaciones escuchadas. Tampoco han ubicado claramente dónde era el acusado y cómo lo identificaron. El copiloto del helicóptero ha precisado, sin embargo, que al escuchar el estallido subieron "hacia arriba", pero se quedaron "estáticos" en la zona, a causa de los disturbios que había.
Dos peritos de los Mossos ha determinado que en el pañuelo amarillo que llevaba López, había restos de pólvora, y su huella se encontró en el tubo lanzador. En el juicio, el presidente del tribunal, el magistrado José María Assalit, ha tenido en cuenta al público y ha hecho girar la televisión en que se ha emitido uno de los tres vídeos clave. También ha hecho contestar en catalán a un agente de los Mossos, que mantenía el castellano, aunque la abogada le preguntaba en la lengua propia.