El taxista, que se dirige hacia la playa del Tarajal, lo tiene muy claro: "Los marroquíes se ríen de nosotros". Y lanza una pregunta: "¿Por qué no hacen lo mismo con las fronteras de Argelia y Mauritania? No se atreven". Considera "vergonzoso" lo que ha pasado esta semana. También cómo se han quedado solos en manos de nadie, solo "un ejército para cuatro niños". Y remacha: "Aquí nadie está haciendo nada. ¿Sabes lo que tendríamos que hacer? Que, tal como vuelvan a abrir la frontera otra vez, abrir las compuertas de los ferris hacia Algeciras. Que no se entretengan y suban. Y que vayan hacia Alicante, hacia Valencia, hacia Catalunya… Y verías como todo cambiaría".
El conductor describe un ambiente de "miedo y terror" en las calles de la ciudad española en tierras africanas. Relata que las mujeres ni quieren salir a la calle —un hecho que desmiente un simple paseo por la ciudad—, que no se puede ni ir a la playa... Porque solo vienen niños a delinquir. "Aquí no han venido familias muertas de hambre y con niños en los brazos. Aquí solo han venido... No sé como decirlo. Yo ya he visto a dos robando", denuncia. Aclara que él no es racista. "Yo daré de comer a quien quiera, pero no quiero que me lo quiten así por la fuerza", concluye.
Ceuta se ha despertado, un día más, con las calles llenas de policías y militares, enviados especialmente de la Península. Los hay incluso en la playa, primero con tanques en la arena y después con soldados haciendo guardia delante del mar, con porras y escudos, por si llegan nuevos migrantes nadando casi ahogándose. No aportan más que una imagen de respuesta represiva. Ni siquiera han montado un campamento, como los que montaban por el coronavirus, para atenderlos. Solo una respuesta represiva.
Tanto vecinos como migrantes se han visto atrapados en una guerra diplomática, de Estados. Marruecos, abriendo de sopetón sus compuertas, en un intento de colapsar España para cobrarse facturas pendientes. Y España respondiendo como ha respondido: con militares en la calle y devoluciones en caliente, las mismas que tanto había criticado el presidente Pedro Sánchez.
Han llegado más de 8.000 durante los últimos días, y ya han expulsado a miles. Pero centenares de migrantes, muy jóvenes, siguen deambulando por la ciudad. Se aglomeran sobre todo en las puertas de los supermercados, y lo celebran cuando consiguen una simple barra de pan del Lidl. Dicen que simplemente quieren comer y tener una vida mejor. Nada más que eso. A pesar del nerviosismo, no se ha detectado ningún episodio de tensión. Ellos también pagan las consecuencias de esta guerra de Estados. Mucha miseria y promesas y sueños truncados.
En la ciudad hay todo tipo de opiniones, aunque a veces las que más se hacen oir son las intolerantes. También cuando toca ir a votar en las elecciones. Por eso Santiago Abascal decidió montar este miércoles uno de sus espectáculos en Ceuta. La ciudad autónoma de Ceuta sólo dispone de un escaño en el Congreso de los Diputados en Madrid. En las elecciones generales del 28 de abril de 2019 este escaño fue para el PSOE. Pero las negociaciones para la investidura fracasaron y España se vio abocada a una repetición electoral. El 10 de noviembre Vox irrumpió como primera fuerza. Aquel solitario escaño se tiñó entonces de verde, el verde de Vox.
Lola, que es maestra, denuncia como, a través de las redes sociales, con "vídeos y bulos", se ha creado una "sensación de inseguridad, miedo e incluso histeria colectiva". Defiende que en este momento lo que hace falta es calma. En este sentido, ve bien la visita que hizo Pedro Sánchez, que era lo que pedía el pueblo ceutí desde hace mucho tiempo. Se avergüenza del recibimiento que tuvo, entre gritos y abucheos. En cambio, critica que la visita del ultra Santiago Abascal "no procedía". Se pregunta "¿a qué viene?" y ella misma encuentra la respuesta: "A generar odio".
"Todos somos víctimas de una situación que nos supera", lamenta Lola. Habla de una guerra diplomática entre dos países, que deriva, también, en una crisis humanitaria. "Todos somos víctimas, y hay quien se aprovecha de esta situación para hacer política de muy bajo nivel" añade la profesora de primaria. Y concluye: "Es muy triste lo que pasa aquí y es muy triste que Marruecos utilice la miseria de su pueblo para hacer eso". Cree, sin embargo, que España podría haber dado una respuesta muy diferente.
Reduan, que es ceutí "de toda la vida", espera que cambie el paradigma después de todo lo que ha pasado. "Es un desastre total. A ver si explota todo y toma una dirección", asegura. ¿Una dirección en qué sentido? "Pues que se abra ya la frontera. Que entre quien quiera entrar y que salga quien quiera salir, como antes", responde. Recuerda que, a los dos lados de la frontera, hay gente que siempre se ha buscado la vida en el otro lado. "Después de un conflicto, espero que llegue la solución", sostiene y desea.