Josep Vendrell (Camarasa, 1968), viene de las juventudes comunistas, en las cuales ocupó varios cargos organizativos. Se afilió al PSUC en 1986, con 18 años, y ha desarrollado diferentes tareas dentro de Iniciativa desde 1996. Ha formado parte del 'pinyol' de Joan Saura durante el Tripartito. Después de 4 años como diputado en el Parlament de Catalunya, se presentó el noviembre de 2015 a las primarias de Iniciativa para las elecciones generales, que ganó por ser el único candidato que reunió los avales, cosa que lo integró en el tercer lugar de la lista de En Comú Podem para Barcelona.

¿Qué primeras sensaciones nos trae de Madrid? Están pasando cosas que no habían pasado nunca, incluso desde el punto de vista simbólico: nunca se había visto tanta gente nueva en el Congreso y en el Senado y tan pocas corbatas. Marca una nueva etapa. Hemos tenido una dura pugna con la mesa por el grupo parlamentario propio pero creo que lo hemos resuelto bien con esta solución de grupo confederal con voz propia.

La de los 4 grupos parlamentarios era la crónica de una muerte anunciada. Incluso ustedes pidieron en campaña a no confiar en el PSOE. Y al final han tenido razón los artículos que criticaba Xavier Domènech la noche electoral sobre el tema. Con el reglamento en la mano estamos convencidos de que teníamos y tenemos derecho a un grupo parlamentario propio. Y la manipulación que ha hecho la mesa del reglamento con el grupo parlamentario de Esquerra Republicana, Izquierda Unida y Bildu demuestra que hay arbitrariedad política que es la que nos ha impedido tener grupo propio.

¿Habiéndoles negado una cosa tan preliminar, todavía confían, como ha dicho en alguna ocasión Xavier Domènech, en que el PSOE se abra a hacer un referéndum? No se trata de recurrir a la bondad de un determinado partido. En España hay una crisis constitucional, como dice el mismo jurista andaluz Javier Pérez Royo. En Cataluña la Constitución ha dejado de ser operativa, ya no es reconocida por la mayoría, no sólo por los independentistas. Esta crisis sólo se puede resolver con mecanismos de participación de la gente, mediante el derecho a decidir. Si se opta por el conservadurismo, el PSOE y el PSC, que han sacado los peores resultados de su historia, sólo profundizarán en su crisis.

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Los Estados, si pueden evitarlo, no acostumbran a optar por grandes cambios como este. ¿Si la situación continúa igual, contemplan la unilateralidad? Hay un falso debate sobre la unilateralidad que ya nos lo planteó el 9N. Nosotros no es que rechacemos la unilateralidad, es que queremos hacer lo que tenga efectos reales, es decir, consecuencias jurídicas y reconocimiento internacional. El resto son soluciones mágicas. Nuestra solución no es fácil, necesita tiempo, hacer mucha política y sumar mucha gente y muy diversa, pero creemos que es la solución más efectiva para conseguir nuestros objetivos.

Ustedes han defendido en algunos contextos la desobediencia civil. La desobediencia civil ha tenido efectos en casos concretos como pasó con el servicio militar obligatorio, la hemos practicado en muchas ocasiones y la hemos defendido contra leyes injustas -con la LOMCE, por ejemplo-, pero para cambiar el marco institucional entero lo que es imbatible es aglutinar una mayoría social de manera democrática en las urnas. Por eso defendemos sumar apoyos a favor del referéndum. Y que 7 millones de votos por todo el Estado -no sólo en Catalunya, Galicia y Comunidad Valenciana, sino también en la Comunidad de Madrid, por ejemplo- hayan ido a favor de una formación a favor del derecho a decidir no había pasado nunca.

¿Eso no es incompatible con afirmar que Catalunya es un sujeto soberano, como se aprobó en el Parlamento en el 2013 con el apoyo de ICV-EUiA? La soberanía no sólo es un ejercicio de autoafirmación: también tiene que ser reconocida. Y para que lo sea te la tienes que ganar, con un amplio apoyo social. Y Junts Pel Sí y la CUP lo saben. Yo no los estoy escuchando plantear un proceso de desobediencia fiscal, por ejemplo. Y si no lo hacen, es porque saben las enormes dificultades que comporta en estos momentos en los que no hay una mayoría clara a favor de ejercer la soberanía. Cuando eso pase, tendremos que hablar seriamente.

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Xavier Domènech siempre se ha mostrado partidario de un referéndum con una pregunta clara y binaria sobre la independencia, y Ada Colau ha dicho hace poco que aceptaría una pregunta múltiple con matices. ¿Cómo lo ve? Yo no me opongo a una pregunta binaria, soy bastante admirador de la ley de la claridad del Canadá. Pero también tenemos que ser abiertos al diálogo, mientras el resultado se interprete de la manera más unívoca posible y tenga efectos políticos. En Escocia la pregunta fue binaria y al final mucha gente votó en el NO una tercera opción que era la oferta que hizo a David Cameron de reforma institucional alternativa al statu quo. Por lo tanto, el NO también era difícil de interpretar.

¿Qué le parece el ministerio de la Plurinacionalidad que ha propuesto Pablo Iglesias para formar gobierno con Pedro Sánchez? Es coherente con el planteamiento que hace Podemos para una cuestión no resuelta a la Constitución de 1978, que es tratar España como un país de países, con diferentes naciones.

No hay equivalentes en otros estados excepto con las poblaciones autóctonas en el Canadá o en los Estados Unidos. ¿Es una manera acertada de tratar la plurinacionalidad? En estos países ya hay un modelo territorial acabado. Aquí puede ser una manera de liderar un proceso de cambio en la arquitectura institucional, como en su momento hubo -salvando las distancias, porque no tenemos muy buen recuerdo- el ministerio de las Administraciones Públicas, hacia un Estado plurinacional.

Pablo Iglesias ha pasado de pedir el impago de la deuda a conformarse con una la auditoría, de defender salir del euro a descartarlo, entre otros. Alexis Tripras también defendió cosas que no pudo cumplir en el gobierno griego. ¿Son malos tiempos para la coherencia en política? Mariano Rajoy es el primero que prometió bajadas de impuestos y lo primero que hizo en el gobierno fue subirlos. Cuando uno está en el gobierno puede encontrarse con una situación diferente a la que se pensaba, pero hace falta ser transparente y explicar las dificultades sin engaños. Y si uno no puede cumplir su programa, convocar elecciones, que es lo que no hizo Zapatero después de haberse rendido sin dar la batalla a los intereses no sólo de Angela Merkel sino también de las grandes empresas españolas. Tsipras lo hizo cuando llegó a su límite a las negociaciones con la Unión Europea.

Con los recortes de Tsipras acostumbráis a ser más benevolentes que con los del PP o Convergència. ¿No son recortes al fin y al cabo? Tsipras libró una batalla sin aliados porque Grecia sólo es un 2% del PIB de la Unión Europea, cosa que no se podía decir de Zapatero o de Rajoy y España. Grecia puede tener ahora el apoyo del cuarto país de la UE en PIB que es España, y también de Portugal y de Italia, que también está cambiando su planteamiento. Todos tenemos más opciones de hacer frente a la UE y pedir lo que en su momento se hizo con Alemania o Francia: flexibilizar plazos para hacer frente a la creación de empleo y a la emergencia social sin que la primera prioridad sea la reducción del déficit.

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Fotos: Sergi Alcàzar