El crecimiento del independentismo no se detiene. A pesar de la represión ejercida por el Estado español contra el soberanismo -con los procesos judiciales, la intervención económica, la violencia policial durante el 1 de octubre y la ofensiva empresarial- las opciones independentistas siguen ganando adeptos. Concretamente, desde la consulta del 9-N del año 2014 hasta este 21-D, han crecido en 201.608 los votos independentistas.
Así, el año 2014, 1.861.753 personas votaron a favor de la independencia, mientras que un año más tarde, el 27-S de 2015, lo hicieron 1.966.508. La barrera de los dos millones se superó en el referéndum del 1 de octubre, con 2.044.038, y todavía este 21-D ha crecido un poco más, llegando hasta los 2.063.361. Eso supone un incremento de hasta 19.323 personas en dos meses y medio, y en plena ofensiva del Estado.
Además de haber crecido en votos, el movimiento ha salido reforzado de las urnas, ya que ha mantenido la mayoría absoluta con 70 diputados, y ha conseguido romper el tópico de que con una participación récord el soberanismo se descincharía. Aunque en estos comicios hasta un 81,94% del censo fue a votar, un 47,5% lo hizo a favor de las opciones independentistas, una cifra muy similar a la del 27-S, en que lo hizo un 47,7%, pero con un 74,95% de participación.
A pesar de estos buenos resultados, es cierto que la primera posición de Ciudadanos en las elecciones del jueves, con 36 escaños -después del recuento del voto exterior-, por delante de Junts per Catalunya, con 34 escaños, y de ERC con 32, ha empañado los buenos resultados del independentismo. Ahora bien, aunque Ciutadans atribuye a la ley electoral el hecho de que no pueda gobernar, no es cierto que con un sistema proporcional el 'bloque del 155' pudiera formar gobierno.
De hecho, en caso de que toda Catalunya fuera una sola circunscripción, los partidos denominados constitucionalistas obtendrían 59 escaños, en lugar de los 57 actuales, todavía a 9 de la mayoría absoluta. Además, la formación de Arrimadas obtendría dos diputados menos, ya que la ley D'Hondt beneficia al partido más votado.
Puigdemont y Junqueras, mejor por separado
Aunque el hecho de que no haya habido una lista unitaria del independentismo ha permitido a Ciutadans ser la primera fuerza en Catalunya, JuntsxCat y Esquerra han salido beneficiados. Si en el año 2015 la lista unitaria de Junts pel Sí sacó 1.628.714 votos y 62 escaños, en estas elecciones la suma de la lista de Puigdemont y la de Junqueras ha llegado hasta los 1.870.009 votos y a los 66 escaños, a dos de la mayoria, hecho que les da una mayoría más sólida y los hace menos dependientes de la CUP.
Con la nueva composición del Parlament, JuntsXCat y ERC solo necesitarían la abstención de los anticapitalistas para formar gobierno y, además, también los hace menos dependientes de ellos en algunas votaciones claves de la legislatura, como las de los presupuestos, que también podrían ser aprobados solo con una abstención de los cupaires o de algún otro grupo.
Este aumento de los votos de las listas de Carles Puigdemont y Oriol Junqueras se debe en parte a la recuperación por parte de los republicanos de los votos que en el 2015 fueron prestados a la CUP, pero no únicamente. Los anticapitalistas han perdido 144.442 votos respecto el 27-S, pero la suma de JuntsXCat y ERC ha ganado 241.295. Por lo tanto, el independentismo ha recibido 96.853 apoyos más en solo dos años.
Las grandes ciudades, el escollo del independentismo
Las fuerzas independentistas han ganado a las unionistas en tres de las cuatro circunscripciones. En Girona un 63,7% de los votos fueron para opciones independentistas, mientras que en Lleida lo hicieron un 64,23% y en Tarragona, un 49,5%. En esta última provincia las fuerzas unionistas consiguieron un 43,67% de los votos y Catalunya en Comú se llevó un 5,35% de los votos, aunque Cs fue la fuerza más votada de la demarcación.
En la circunscripción de Barcelona, en cambio, ganaron las fuerzas unionistas con un 45,5% de los votos, mientras que las independentistas sacaron un 43,98% de los votos y los comuns un 3,90%.
Ahora bien, si nos fijamos en los resultados por comarcas, el independentismo gana en 35, mientras que el unionismo solo lo hace en 7. Eso sí, lo hace en las zonas más pobladas, como son la área metropolitana y la costa central catalana. Así, el bloque del 155 sale victorioso en el Tarragonès, en el Baix Penedès, en el Garraf, en el Baix Llobregat, en el Bacelonès y al Vallès Occidental, además de en la Vall d'Aran. Además, en el Tarragonès, en el Baix Penedès, en el Baix Llobregat y en el Aran lo hacen superando el 50% de los votos.
Por el contrario, de las 35 comarcas donde gana el independentismo, hay quince donde lo hace muy sobradamente con más de un 70% de los votos, entre las que están el Pla d el'Estany, el Pallars Sobirà y el Priorat, donde lo hace con más de un 80%.
JuntsXCat gana en 29 comarcas, ERC en 4
El voto independentista, sin embargo, no ha quedado tan concentrado en un partido, como sí ha pasado en el caso del unionismo, donde ha capitalizado toda la fuerza Ciudadanos. Así, Junts per Catalunya quedó segunda fuerza con 34 diputados (940.602 votos), ERC, tercera con 32 (929.407) y la CUP, sexta con 4 (193.352).
En el reparto por comarcas, JuntsXCat ganó en 29 comarcas y Esquerra en 4. En 28 de estas, sin embargo, las dos formaciones fueron primera y segunda fuerza, y en algunas incluso con una distancia muy ajustada.
Por municipios, la lista de Puigdemont también ganó en gran parte del territorio.
La CUP pierde poder en todo el territorio
La lucha por el voto útil y el hecho que Junts per Catalunya y ERC hayan acabado yendo separados a las elecciones ha perjudicado las aspiraciones de la CUP. Los anticaptalistas, que habían entrado en el Parlament en 2012 con tres diputados, consiguieron hasta 10 en las elecciones del 27-S. En aquella ocasión, el hecho de que los republicanos y los exconvergentes hubieran ido unidos bajo la marca de Junts pel Sí, benefició a los anticapitalistas que recibieron un voto prestado de los republicanos más de izquierdas, que no estaban a favor de la unión o de la investidura de Artur Mas.
Así pues, la lucha por el primer lugar entre las dos fuerzas soberanistas mayoritarias y Ciudadanos, sumado al hecho de que los cupaires no han asumido responsabilidades ejecutivas durante los dos años de Govern ni han estado muy presentes en la toma de decisiones del procés, ha perjudicado los cupaires, que solo han conseguido un diputado más que el 2012.
En estas elecciones, la CUP ha perdido peso en todo el país y no ha conseguido ser primera fuerza en ningún municipio de Catalunya. De hecho, solo en cinco ha conseguido ser la segunda fuerza política más votada.
Tampoco les ha ayudado la campaña electoral realizada, centrada básicamente en el área metropolitana. Los anticapitalistas han centrado esfuerzos en captar el voto de los comuns y en pronunciar un discurso más social, pero la fuerza que han conseguido en el área metropolitana ha sido muy escasa y han acabado perdiendo peso también en el territorio, en beneficio de ERC y JuntsXCat.
En este sentido, los cupaires han quedado sexta fuerza en la demarcación de Barcelona con poco más de un 4,36% de los votos (142.196), siendo especialmente castigados en la área metropolitana. Mientras que en Osona quedaron cuarta fuerza con un 5,86% de los votos, en el Baix Llobregat solo consiguieron ser la sexta con un 3% de los apoyos.
Así, el voto soberanista y de izquierdas fue capitalizado por Esquerra, en parte en forma de voto útil para parar el ascenso de Ciutadans y en parte porque ya era voto de los republicanos y estaba simplemente volviendo a su espacio.