Xavier Pellicer (Sabadell, 1983) es diputado de la CUP en el Parlament de Catalunya desde el mes de marzo de 2021, después de las elecciones que hicieron presidente a Pere Aragonès con el apoyo de los anticapitalistas, y también de Junts per Catalunya. En todas las elecciones que se ha celebrado desde el 14-F, el independentismo ha ido perdiendo apoyo electoral, también la CUP, que ha sufrido dos derrotas importantes, tanto a las elecciones municipales de este mes de mayo como en las generales del 23-J, cuandose quedó sin representación en el Congreso. Con este contexto, la formación ha empezado un proceso de refundación, previsto antes de los batacazos en ambos comicios, que al mismo tiempo coincide con la aprobación de una ley de amnistía que a menudo han tachadode insuficiente. Pallicer explica a ElNacional.cat las dudas de los cupaires respecto de esta ley, el camino que empieza su partido con el Procés de Garbí y sus expectativas respecto de lo que queda de legislatura, con la negociación de los presupuestos para el 2024 incluida.
El acuerdo por la amnistía ubica Esquerra y Junts solo en la vía de llegar a acuerdos con el PSOE
Cuando se estaba negociando la ley de amnistía advertíais de la posibilidad que fuera un punto final del conflicto político. ¿Ahora que ya se ha registrado, consideráis que será así?
Consideramos que ha sido un punto final porque es un acuerdo con el gobierno del Estado por parte de Esquerra Republicana y Junts. La legislatura anterior ERC ya había empezado a apostar únicamente por los acuerdos con el PSOE y en esta vemos cómo Junts coge el mismo camino. Este es el marco de punto y final, con una falta de soberanía manifiesta en el Parlament, por la falta de voluntad de los partidos independentistas, a pesar de tener en él una mayoría robusta. Y la amnistía es la guinda del pastel. Cuando lees el preámbulo de la ley ves cuál es el marco que se ha situado y que se ha impuesto. Se ha priorizado que pueda tener cabida dentro de la estructura legislativa española y que se adapte a la Constitución. Y ya sabemos que eso excluye la autodeterminación y el derecho a la liberación nacional de nuestro país.
¿Oís que os habéis quedado solamente en la defensa de la autodeterminación si los otros partidos independentistas se sitúan en este marco?
Es el camino que ya transitó a Esquerra y ahora vemos que Junts ha acabado pronunciando el mismo discurso con la apariencia de mantener una cierta pureza o algún elemento de defensa de una unilateralidad que la hora de la verdad se ha acabado, más allá de la retórica. Nosotros seguimos estando donde estábamos todo este tiempo y no por que nos guste, sino porque no vemos otra alternativa viable para avanzar hacia la independencia de nuestro país. Ya hemos visto que el PSOE ha pagado el precio que quería pagar, fruto de unas mayorías coyunturales y de unas necesidades para investir de nuevo a Pedro Sánchez. Más allá de eso, no ha cambiado el contexto de manera tal que nos haga pensar que el Estado nos garantizará el derecho a la autodeterminación. Desgraciadamente, sí que es cierto que cada vez nos sentimos más solos por los cambios de lo que han hecho tanto Esquerra como Junts.
También os preocupaba el alcance de la amnistia. ¿Es suficiente?
Nosotros intentamos ubicar en el marco de la ley de amnistía dos cuestiones fundamentales. Primero, vincularla al derecho a la autodeterminación y esta batalla la hemos perdido, porque ERC y Junts han salido del marco del consenso que teníamos con la propuesta de ley de 2021. Y segundo, entendiendo que el conflicto con el Estado había sido de carácter independentista, pero también social y de defensa de los derechos democráticos, como el derecho a la libertad de expresión, el antifascismo o el feminismo, pensábamos que el alcance de esta ley no solo tenía que ser para causas vinculadas al independentismo, sino para todos aquellos conflictos fruto del choque con el Estado. Todos estos otros actores se que quedan fuera y son centenares de personas represaliadas. Además, también excluye todas las causas económicas que ya se han pagado, todo el que es la reparación del daño que se ha producido. Tampoco plantea que la amnistía no es una ley de perdón, sino que es una ley para explicar que el Estado se ha equivocado actuando de una determinada manera.
Los delitos que afectan a los representantes políticos tienen mucha concreción y los que afectan a la movilización social mucha menos.
¿Y en el ámbito jurídico?
Vemos algunos problemas relevantes. Por ejemplo, con el Tribunal Supremo y la Audiencia Nacional acelerando las causas para intentar evitar que se aplique la ley de amnistía. También hay una serie de causas secretas de las cuales no tenemos un conocimiento evidente pero sabemos que pueden estar bajo la mesa por parte de la Audiencia Nacional y que en cualquier momento se podrían desplegar y afectar a decenas de personas. El problema es que los delitos que afectan a los representantes políticos y de la administración tienen mucha concreción, y aquellos que afectan a la movilización social mucha menos. Cuando son los jueces los que tienen que aplicar esta ley, que ya sabemos que aplican el derecho penal del enemigo, nos genera miedos o cautelas ver más allá del alcance teórico de esta ley.
¿Cree que los casos del Tsunami Democràtic o de los CDR están lo bastante blindados?
Se tendrían que mejorar estos artículos para dar el máximo de garantías y sobre todo lo que se tendría que hacer es mejorar el conjunto de la ley para dar el mínimo margen de interpretación posible a jueces y tribunales de turno, que son quien lo tiene que aplicar, porque cuanto más margen se da... Lo hemos visto en el caso de la ley del Solo sí es sí. Conociendo estas experiencias, hace falta blindar y dejar el máximo de margen para interpretar los jueces y tribunales que ya sabemos hacia dónde lo hacen.
¿En caso de que la CUP hubiera obtenido representación en el Congreso, cuál habría sido su planteamiento?
Yo creo que si hubiéramos obtenido representación habríamos hecho una cosa que no es sencilla, pero que no está pasando ahora, que es ni ir al "cuanto peor, mejor", pero tampoco permitirle a Pedro Sánchez y a su gobierno que se abandere como la alternativa a la extrema derecha y como el mal menor necesario. Pensamos que este matiz no existe ahora mismo en el Congreso. Pedro Sánchez ha sabido rentabilizar esta posición contra la extrema derecha y contra un PP desbocado pero los partidos independentistas no se han sabido situar en este en medio. Se trata de decir el "cuanto peor, mejor" no nos parece bien, pero tampoco podemos legitimar esta alternativa, porque en muchos aspectos no es buena. Vemos a Grande Marlaska y Margarita Robles como figuras fuertes del nuevo gobierno y son los encargados de desplegar toda la operación represiva contra el independentismo. En este marco, en función de la aritmética concreta habríamos valorado cuál sería la posición concreta en las votaciones.
¿Y habrían dado apoyo a la ley de amnistía?
Obviamente, si vemos que una ley de amnistía que puede beneficiar a centenares de personas se puede acuñar y blindar, hubiéramos trabajado para que fuera así. Igual que celebramos los indultos, celebraremos cada una de las personas que pueda ver aliviada su situación represiva por una ley de amnistía. Pero hubiéramos tenido muy en cuenta las mayorías aritméticas para que las cosas pudieran avanzar o no. No es una posición sencilla, pero pensamos que es ahí donde tendríamos que haber estado.
El Parlament tiene una deuda con todos los represaliados que se movilizaron durante años para la independencia
En Catalunya han propuesto un observatorio para fiscalizar esta aplicación de la Ley de amnistía. ¿En qué consiste?
Parte de dos ideas básicas. La primera es el hecho de que la negociación se ha hecho bajo secreto de sumario, con despachos cerrados y absoluta reserva. Eso nos parece un error. Y también pensamos que el Parlament tiene una deuda con todas las personas represaliadas que se movilizaron durante tantos años para sacar adelante la independencia. Y este deber pasa para que si en vez de 10 pueden ser 11 las personas que se benefician de la ley de amnistía, así sea. Es necesario que, si los jueces son quien tiene que aplicar esta ley, hagamos la máxima presión política y social desde un espacio de coordinación, por poder fiscalizar como se aplica la ley, a quien y por qué. La Ley de Amnistía tampoco prevé un mecanismo especializado de seguimiento y eso es una carencia muy importante que se tiene que resolver en el Parlament.
¿Cree que contará con el apoyo del resto de partidos independentistas al pleno?
ERC y los comuns ya han mostrado su voluntad de dar apoyo, pero Junts todavía no nos ha respondido. No lo entendemos y que nos parece que haría falta dar una respuesta urgente. Puigdemont decía en su intervención tras acuerdo con el PSOE que todo tenía que pasar por la soberanía del Parlament.
¿El PSC ha posicionado?
No esperamos demasiadas cosas de ellos. Pensamos que una mayoría con ERC, Junts y comuns es suficientemente robusta para poder sacar adelante en condiciones este observatorio. No nos preocupa ni nos interesa mucho la posición del PSC, lo que sí que nos parece que tiene que ser fundamental es que Junts per Catalunya, lo más rápido posible, muestre su apoyo y no entenderíamos que no lo hicieran.
Vuestro objetivo es volver a poner el Parlament en el centro.
Este es uno de los factores más relevantes que marca la diferencia con legislaturas anteriores. Cuando estábamos en una situación de crecimiento del movimiento independentista, el Parlament tenía una gran centralidad en la capacidad de legislar para dar respuesta a los problemas colectivos de nuestro país. Era cuando más apoyo tenía la independencia y cuando más movilizado estaba el movimiento. Si en el marco de la Constitución española no se puede garantizar el derecho a la vivienda, pero desde el Parlament se estaba trabajando en ello, eso explicaba qué país queríamos y por qué queríamos la independencia. Cuando esto se ha dejado de hacer y se ha perdido, cuando se ha puesto todo el foco en la negociación con el estado, aquí hemos perdido toda esta capacidad de explicar qué país queremos una vez seamos libres. Izquierda y Junts se han equivocado. Siempre hemos planteado que se tenía que seguir trabajando desde el Parlamento, aunque determinados partidos generaran una estrategia de acuerdos en el marco del Estado. También hemos visto cómo la posición de Junts ha ido mucho más hacia la derecha en muchas cuestiones sociales y han acabado haciendo una pinza más que evidente con el PSC para girar iniciativas sociales en el Parlamento que desdibujan el modelo de país que queremos.
Cuando se investía Pedro Sánchez, Esquerra y Junts rechazaron la propuesta que presentasteis para un nuevo referéndum. Desde el PSOE se dijo que era una prueba que Junts había abandonado la unilateralidad. ¿Lo interpretasteis igual?
Este fue el titular, pero es todavía más grave. Planteábamos una nueva ley para hacer un nuevo referéndum y no lo aceptaron. Es la prueba del algodón que demuestra que todo se ha apostado a la carta de la negociación con el PSOE, y esta excluye de forma evidente el referéndum porque no están dispuestos a pagar este precio. Dejamos perder una oportunidad.
Desde el 2021, el independentismo ha ido perdiendo apoyo electoral y según el último CEO no sumaria mayoría absoluta en el Parlament. ¿Se dan las circunstancias para plantear un nuevo referéndum?
Siempre es el momento de plantear propuestas que en un momento inicial tienen poco apoyo político e incluso poco apoyo social. El referéndum fue una propuesta nuestra hacia el 2012 y tardó años en ser hegemónica. No podemos renunciar a esta idea qué es la que más agrega a la sociedad catalana, pero también a escala internacional.
Cuando dejas de explicar porque quieres un país mejor y dejas de hacer valer tus órganos, es normal que se desdibuje el apoyo a una idea
¿Cómo explica la pérdida de apoyo a los partidos independentistas si el referéndum es una propuesta hegemónica?
Cuando se pone en el centro del Parlamento al PSC, es lo que pasa. Lo que hace falta es sacar de la centralidad al PSC y buscar otros apoyos y mayorías alternativas para poder avanzar en políticas independentistas, en el ámbito de la soberanía y en políticas que expliquen cómo podemos generar un país mejor. Cuando tú dejas de explicar por qué quieres un país mejor, y dejas de hacer valer tus órganos, como el Parlamento, para desplegar estas políticas, es normal que se desdibuje el apoyo a una idea.
A menudo hablais de un nuevo ciclo. ¿Qué lo define?
Tiene que servir para dejar de tocar fondo, lamentársenos y plantearnos cómo se tiene que hacer para avanzar desde el Parlament.
Este nuevo ciclo empieza en el caso de la CUP con una refundación después de dos derrotas electorales. ¿Es una manera de evitar un nuevo descalabro en las próximas elecciones en el Parlament?
Este proceso ya vendía de antes. Es un debate que estaba presente en la izquierda independentista desde hace seis o siete años, después del 1-O. Los malos resultados electorales nos ayudan a ponerla como prioridad, aunque ya estaba previsto. Son un buen tirón de orejas por decir "va, vamos". Con todo, no tiene que ver con los resultados electorales futuros, sino al situar una serie de propuestas e ideas a nivel social que ahora no son mayoritarias. Tenemos que generar una hoja de ruta que nos permita, en los mínimos años posibles pero en todos los que sea necesarios, poder desplegar una serie de propuestas que ubiquen el movimiento popular independentista en cómo volver a avanzar y plantar cara al Estado. Después hay otros debates agregados que para mí son accesorios o instrumentales y en cada momento se tendrán que valorar en función de los objetivos. Lo más importante es ver como reconectamos con la sociedad, como nos movilizamos y como tejemos una hoja de ruta que pueda generar todo aquello que en gran parte gracias a la CUP conseguimos que pasara hasta el 2017.
Con todo, la refundación acabará pocos meses antes de las elecciones catalanas. ¿Es contraproducente presentar un partido lleno de caras nuevas?
Si lo pensáramos en estos términos, no lo haríamos nunca. Si miras las elecciones de los últimos años, es un no parar. Lo que se ha intentado es trabajar con un grupo motor y un espacio de trabajo blindado o desconectado de todo lo que es el día a día de la estructura nacional para evitar que las dinámicas electorales o electoralistas puedan contaminar el proceso. Si hay cualquier sorpresa, la tendremos que abordar y afrontar.
¿La renovación afectará al grupo parlamentario o se mantendrá hasta que se acabe la legislatura?
La idea es que todos los equipos sigan trabajando hasta que acabe el proceso de renovación. Una vez acabe el Procés de Garbí, en lo que participaremos todos los diputados, ya veremos cuál organización se deriva y qué papel jugamos cada uno de nosotros.
Durante la presentación de este proceso se dijo en repetidas ocasiones que la CUP tenía que aprender de los errores que había cometido en los últimos años. ¿Cuáles han sido?
No sé si es un error, pero se ha hecho muy difícil poder hacer un análisis conjunto de todo lo que supuso la etapa del 2017. Cuesta mucho porque ha tenido muchas implicaciones personales en términos represivos, nos ha bloqueado por el medio una pandemia... Es complicado sacar conclusiones de los principales puntos débiles del 2017, y así difícilmente podremos hacer una nueva hoja de ruta. Existe la necesidad de un análisis esmerado y claro de todo lo que sucedió, de qué papel jugamos en cada momento, de qué hicimos bien y de qué hicimos mal. Hay que entender que no somos la fuerza que éramos hace diez años, arrastramos una dinámica institucional que no teníamos entonces y tenemos que ver cómo nos ubica esto. Y también tener en cuenta que nosotros funcionamos muy bien en un momento de movilización y de efervescencia social, pero estos no son permanentes.
Se ha dicho también que todo está a debate durante este proceso, menos los principios del partido. ¿Eso puede incluir también vuestro nombre?
Yo no tengo conocimiento que se haya planteado. Estamos en la fase congresual donde hacemos un primer dibujo de la situación. Todo el que tiene que ver con las herramientas me preocupa muy poco porque pienso que son instrumentales. La CUP tiene que ser útil a un movimiento y a unos principios. La clave es como aplicamos los principios al movimiento actual, como conectamos con las nuevas generaciones, como hacemos frente a una situación donde la efervescencia viene por la extrema derecha. Todo el resto es más táctico y secundario.
La CUP ha tenido, tenemos y tendremos voació de Gobierno
En las últimas semanas ha habido personas que se han manifestado públicamente, también organizaciones como Poble Lliure que ha pedido que la CUP tenga una "vocación de gobierno". ¿Eso podría ser uno de los cambios del partido?
Nosotros hemos tenido, tenemos y tendremos vocación de gobierno, hemos estado gobernando en muchos municipios, en los sitios donde hemos valorado que teníamos capacidad de intervención y de transformación, no hemos tenido ningún tipo de problema al ser una fuerza de gobierno e intentar sacar adelante políticas transformadoras. Para mí la pregunta es, ¿como lo hacemos para conseguir ser hegemónicos como izquierda independentista, como el movimiento popular puede generar las condiciones de formar gobiernos y transformar a las sociedades en las que intervenimos?
El primer congreso se hará a Girona, donde gobernáis con el resto de fuerzas independentistas. ¿Es un ejemplo a seguir?
No pensemos que existan fórmulas únicas para llegar a determinados lugares pero tenemos que aprender de allí dónde están saliendo bien las cosas y aprovechar, en la medida en que sean aplicables, mecanismo como estos. Si fuera tan sencillo como decir "esta es la formula, la aplicamos" estaríamos en otra situación.
Estáis inmersos en un proceso que es complejo y largo que se corresponde al cambio de ciclo que reclamáis. Los otros partidos independentistas no están haciendo este mismo proceso. ¿Lo echáis de menos?
La CUP es la CUP, Esquerra es Esquerra y Junts es Junts. Nosotros tenemos la facilidad para renovar los liderazgos y creemos que es positivo porque eso no va de personas sino de proyecto. No queremos dar lecciones sobre como se tienen que organizar los otros partidos.
La prioridad es que el independentismo vuelva a hacer acción política en clave independentista
¿Sería positivo, sin embargo, para el movimiento independentista que ERC i Junts hicieran un proceso como el vuestro?
Sería positivo que volvieran a generar acción política en clave soberanista, que trabajramos conjuntamente para garantizar derechos, que generaramos un camino propio, que es lo que nos ha funcionado, que explicaramos por qué queremos un país independiente. Como lo haga cada uno es cosa suya. La prioridad es que volvamos a hacer acción política en clave independentista. Nosotros vamos empujando, nos cuesta y de momento estamos fracasando porque ellos están en otra cosa pero no desistiremos. Pensamos que es lo que necesita la sociedad catalana en este momento.
Ya os habéis reunido con el Govern para que os expliquen las bases de los presupuestos. El año pasado esta primera reunión no se produjo. ¿Qué ha cambiado?
Lo primero que hicimos es una valoración negativa del despliegue de los presupuestos de este año y como a pesar de ser un gobierno de ERC, se han acabado aplicando las políticas de Foment, de la patronal y el dictado del PSC y del PSOE. Partiendo de esta valoración y viendo cómo Aragonès dice que quiere agotar la legislatura creemos que lo que el país necesita es luchar contra el cambio climático, la destrucción del territorio, encontrar soluciones ante la inflación... Lo que queremos es poner este marco, muu de mínimos encima de la mesa del Govern. Esta semana les hemos pedido una segunda reunión para ver si se puede trabajar en este marco de mínimos.
Las líneas rojas de la CUP son claras, pero ¿que tendrían que incluir los presupuestos?
La cuestión es que si no hay marco de mínimo es muy difícil decir que tiene que incluir los presupuestos. Nosotros no negociaremos con partidas concretas o con subir un millón aquí o con bajar un millón allí. Nosotros lo que queremos es situar un marco de defensa de derechos para toda la población. Si Esquerra quiere aprovechar esta última oportunidad para hacerlo, después ya iremos a hablar de detalles más concretos. Si nos dicen que ya les va bien continuar así, con la agenda del PSC, no tendrá sentido hablar de detalles. Perque la obsesión del PSC es clara: acabar con cualquier propuesta de la CUP que haya podido salir adelante en esta legislatura. Y si tienen esta obsesión para hacer desaparecer a la CUP del Parlament, nosotros pensamos que somos una de sus piedras en el zapato para poder desplegar esta alfombra de Foment y el mantra que solo vale aquello que entre en la Constitución.
La presidencia de Aragonès es una etapa que se tenía que quemar, haviem de ver hasta donde podía o quería llegar un gobierno encabezado por Esquerra Republicana
¿Os habéis sentido decepcionados con el Gobierno de Pere Aragonès?
Hemos pasado de un presidente a la investidura que habla de cuatro revoluciones y que cita Marx y al día siguiente mismo hace virar su agenda hacia los macroproyectos, los Jocs Olímpics d'Hivern, la ampliación del Prat, acabar con la unilateralidad... El viraje es hacia todo aquello que no tendría que formar parte de las políticas de un gobierno que se quiera decir de izquierdas o independentistas. La presidencia de Aragonès es una etapa que se tenía que quemar, era necesario ver hasta dónde podía o quería llegar un gobierno encabezado por Esquerra Republicana. Las expectativas para lo que queda de legislatura no son muy buenas, pero nosotros no desistiremos de intentar arrastrar al Govern a que saque adelante estas políticas. Somos el único actor que lo puede hacer. No es una cuestión de sentimientos, sino de prioridades políticas.
¿Con estas circunstancias, tiene sentido que se agote la legislatura?
Veremos cómo evoluciona. En todo caso, nosotros pensamos que ahora estamos en una fase concreta, con el debate sobre las prioridades económicas del país encima de la mesa y que se tiene que abordar. Después ya veremos en qué situación estamos y qué decisiones toma el Govern pero no tenemos que adelantar acontecimientos.