Xosé Manuel Beiras (Santiago de Compostela, 1936) es una de las caras más visibiles de la historia del Bloque Nacionalista Galego. Fue uno de sus fundadores, portavoz durante veinte años y cabeza de lista en las elecciones gallegas en cinco ocasiones consecutivas (de 1985 a 2001). Sin embargo, en 2012 encabezó una corriente interna del BNG (Encontro Irmandiño) que acabó desembocando en un nuevo partido: Anova-Irmandade Nacionalista. Desde entonces, esta formación se alió con Esquerda Unida y con Podemos en los sucesivos procesos electorales, una unión que dio lugar a Alternativa Galega de Esquerda (con Yolanda Díaz) y En Marea. Ahora, después de un ciclo político de diez años, Anova vuelve a casa, se ha reconciliado con el BNG y apuesta por Ana Pontón como primera presidenta de la Xunta,en un gesto para “propiciar el cambio político en Galicia” ante la “encrucijada histórica” del 18-F. De hecho, Beiras atiende a ElNacional.cat pocas horas antes de asistir a un acto del BNG en Vigo. Con su dialéctica habitual, qualifica el régimen español de “podrido” y “en proceso de descomposición”, reprueba que el PP esté convirtiendo Galicia en “un país acéfalo y expoliado”, considera “inconcebible” que el Poder Judicial esté “acogotando” las decisiones de las Cortes y reclama una coordinación entre los tres “nacionalismos emancipadores” y una alianza con la “izquierda estatal confederal”.
¿El panorama político que hay ahora en el Congreso de los Diputados es el mejor escenario posible para Catalunya, Galicia y el País Vasco como naciones?
Dentro del estrecho margen que deja el actual régimen político, probablemente sí. Lo que pasa es que es muy poca cosa. En realidad tendría que haber la máxima potencia posible de la presencia de las fuerzas de las naciones sin Estado y un poco más de homogeneidad en algunos casos; no es lo mismo una fuerza nacionalista progresista de izquierdas que una fuerza nacionalista que representa sectores conservadores, y esto es lo que está pasando con Junts. Entiendo perfectamente su problemática, pero me parece que no comprenden muy bien las limitaciones que tienen las actuales mayorías en las Cortes para hacer determinadas cosas que reclaman. Habría que tener un poquito más de paciencia y no darle bazas a la amenaza que tenemos encima. Hay un enemigo común y hace falta preservar las condiciones en las que ese enemigo común puede ser derrotado, anulado y bloqueado para que no haya consecuencias más graves. Y, dentro de ese margen, buscar la manera de ampliarlo para poder aumentar la calidad y la dimensión de las reivindicaciones propias de nuestras naciones.
El Poder Judicial está acogotando las decisiones de las Cortes, es inconcebible
¿Crees que el Gobierno tendría que ser más ambicioso a la hora de reconocer la plurinacionalidad del Estado e impulsar medidas progresistas?
El Gobierno tendría que ser más ambicioso para enfrentarse con los poderes que están fuera de las instituciones y que son los que tienen poder. Hay una situación muy clara: la izquierda tiene el Gobierno, pero no tiene el poder. Eso es una prioridad y no solo en la óptica del conflicto de clases y de la clase trabajadora frente a las oligarquías, también es un problema grave para nuestras naciones. Quien acabó con nuestros derechos nacionales no fue la derecha española, fue un golpe de estado fascista. Tenemos que tener una gran coordinación entre todas las fuerzas nacionalistas de nuestras naciones sin Estado. Para eso sería muy útil una institución plurinacional, como cuando promovimos en 1998 la reedición del Galeusca (Galicia, Euskadi y Catalunya), donde no entró Eusko Alkartasuna ni Esquerra Republicana. Ni PNV ni CiU pusieron ningún impedimento, pero consideraban que no sería posible,en sus respectivos países,que fuese bien visto explicar que estuvieran en la misma institución.
Decías que la izquierda tiene el Gobierno, pero no tiene el poder. ¿Te refieres al Poder Judicial y a los jueces?
Me refiero al poder financiero y de las multinacionales. Lo que pasa es que en las instituciones están los aliados de ese poder. La cúpula del Poder Judicial lleva cinco años violando la Constitución con la complicidad del PP. Por lo tanto, son golpistas: uno de los tres poderes está en contra de la propia ética democrática y violando la Constitución. Podrían dimitir para forzar la renovación, pero saben perfectamente que con esto están acogotando las decisiones de las Cortes y poniéndose por encima de la cámara de representantes de la soberanía popular. Esto es inconcebible.
Es necesario que haya una coordinación entre Galicia, Catalunya y el País Vasco
¿Haría falta reflotar Galeusca ampliando las formaciones que formaban parte de ella?
Por supuesto. Estoy convencido de que es necesario que tengamos una coordinación institucionalizada, ya que, con Galeusca, se hicieron una serie de proyectos muy importantes. También sería necesario presionar a las izquierdas estatales que dicen que asumen nuestros derechos nacionales para que los lleven a la práctica. Aquí lo que pasó es que lo dijeron, pero no hubo un cambio profundo. A nosotros nos traicionaron. Las izquierdas estatales a la izquierda del PSOE tienen que entender que la estrategia de la izquierda a nivel del Estado español no puede obtener los frutos necesarios si no se alía con los nacionalismos emancipadores. Ni nosotros podemos lograr la emancipación de nuestras naciones sin una complicidad en el aparato central del Estado, ni ellos (si realmente son de izquierdas alternativas e incluso teóricamente rupturistas con el régimen de la restauración borbónica) conseguirán sus objetivos. Lo que pasa es que, a la hora de la verdad, hay demasiado proceso de adaptación al juego de las instituciones.
En este sentido, ¿qué valor tiene el acercamiento que hicisteis desde Anova con las alianzas con Esquerda Unida y Podemos?
Es una cosa que el BNG de aquel momento no entendió. Nosotros entendíamos que estábamos en plena gran depresión, con una ciudadanía común muy castigada, y el eje de clase tenía un carácter relativamente dominante. Por eso había que pasar la frontera entre nacionalismo y españolismo, como se hizo en Galicia y en todas partes. Eso no lo entendió el BNG. La verdad es que resultó que no eran de fiar. Podemos hizo un documento del Grupo Parlamentario Confederal en el que En Marea funcionaría como grupo con libertad de voto. No se cumplió. Miembros del grupo parlamentario que no eran de Anova, sino de Izquierda Unida o Podemos eran caballos de Troya dentro del grupo. La experiencia fue negativa y nos costó un desastre.
Las izquierdas a la izquierda del PSOE no pueden obtener los frutos necesarios si no se alían con los nacionalismos emancipadores
¿Yolanda Díaz fue uno de esos caballos de Troya?
Antón Gómez-Reino y Yolanda Díaz funcionaron como si fueran diputados de Podemos en vez de ser diputados de En Marea. Esa es la realidad. Por otra parte, dentro del organismo de dirección de En Marea hubo una serie de conflictos por falta de conciencia de lo que nos estábamos jugando. Y ahora, en cambio, hay que jugar el eje nacional, a la vista, sobre todo, de como reaccionó el Estado ante la vía absolutamente limpia, democrática y pacífica de la izquierda abertzale, por un lado, y de las fuerzas catalanas vapuleadas por el Poder Judicial. Y ahora con esa barbaridad de declarar terrorismo y de hacer una bandera de chovinismo español absolutamente reaccionario y fascista frente a una amnistía. Cuando no se tiene en cuenta que en la transición se hizo una ley de amnistía que amnistiaba a los genocidas de cuarenta años de franquismo y allí no se rechistó. Ahora resulta que en democracia para votar tienes que pedir permiso y votar sin tener permiso es terrorismo. Es un disparate, es un manicomio porque este régimen está podrido y en proceso de descomposición. Y con este régimen no hay salida para resolver a fondo los problemas de la sociedad del Estado español, tanto los problemas de clase como los problemas de las cuestiones nacionales.
El procés catalán puso de manifiesto que para el auténtico poder del Estado no vale ni siquiera un método absolutamente democrático para que la ciudadanía ejerza sus derechos soberanos
¿Cuál tiene que ser el camino de Galicia para ejercer la autodeterminación? ¿Puede haber un Procés equiparable al de Catalunya?
Lo que pasó en Catalunya fue escrupulosamente democrático, protagonizado por la ciudadanía hasta el año 2017. Ya se vio. Puso de manifiesto que para el auténtico poder del Estado no vale ni siquiera un método absolutamente democrático para que la ciudadanía catalana consiga ejercer sus derechos soberanos. Los vascos eran terroristas, dejaron de serlo, no vale tampoco. Este régimen no admite nada que pueda mover nada, esa es la cuestión. Es realmente un monstruo, estamos en una especie de campo de concentración virtual
¿Cómo puede Galicia ejercer la autodeterminación entonces?
Con un proceso de ampliación del espacio del nacionalismo progresista, teniendo un tipo de fórmula estable de coordinación con los nacionalismos de las otras naciones sin Estado y convenciendo a segmentos de la izquierda estatal confederal de que sin nosotros ellos no consiguen sus objetivos y sin ellos nosotros no vamos a conseguir cambiar el régimen. Y si no cambias el régimen, no hay camino para la autodeterminación. Nuestras naciones respectivas tienen que actuar de manera coordinada y solidaria. Si no, estaremos dándole vueltas a la cosa en una especie de remolino que te absorbe en el aparato del Estado.
El PP, podrido, antigallego y subversor de las instituciones autonómicas, está convirtiendo Galicia en un país acéfalo y expoliado
Vayamos a las elecciones de Galicia. ¿Cuál es el panorama que se plantea el próximo 18 de febrero?
Estas elecciones son una oportunidad en la que sectores de la ciudadanía gallega que estaban más o menos desanimados se están activando, porque ya están hartos de lo que está haciendo el Partido Popular con las instituciones autonómicas. Está convirtiendo este país en un país acéfalo y expoliado. Hay que intentar ganar posiciones en Galicia para lograr desalojar a un PP absolutamente podrido y antigallego, subversor de las instituciones autonómicas y que ataca al idioma de una forma absolutamente sibilina. Es un país que por abajo sigue estando muy vivo y ahora parece que hay un proceso de rebelión cívica en forma de “Vamos a votar”. Eso es lo que tiene de novedad la coyuntura de estas elecciones. A nivel del Estado, la estrategia de las fuerzas democráticas de verdad tiene que ser la ruptura con el régimen, pero hay que hacerlo paso a paso porque no se dan en este momento las condiciones necesarias para lograr la ruptura democrática, y hay que ser conscientes de eso. Pero hay que tener la brújula puesta en ese objetivo.
En caso de que haya alternancia en la Xunta, ¿qué aprendizajes del bipartito hay que tener en cuenta para mejorar esa experiencia?
Que tú no puedes entrar en la selva sin un machete para cortar las lianas. No puedes intentar moverte por el laberinto de las lianas. Tienes que centrarte en dos o tres objetivos primordiales que sean necesidades absolutas para la ciudadanía común, por ejemplo, sanidad, y darle primacía. Si intentas hacer un vademécum, estás perdido. Creo que eso lo aprendieron. Se puede avanzar si hay un gobierno liderado por Ana Pontón y por el BNG actual, que aprendió las lecciones de la historia reciente. Pero los avances serán dentro del marco de la Constitución y del Estatuto de Autonomía, y es un margen muy estrecho. Buena parte de la realidad a la que se refiere el Estatuto de Galicia de 1981 ya no existe, fue exterminada por el PP. Es como si acabáramos de salir de una guerra que destruyó buena parte del patrimonio construido y de los ecosistemas, y ahora hay que empezar a reconstruirlo todo.
Y así habría una triangulación de presidencias soberanistas en las tres naciones sin estado.
Siempre que se coordinen. Si cada uno va a lo suyo, no. La experiencia está allí. La historia es la gran maestra, lo que pasa es que muchas veces la izquierda y los nacionalismos no aprendemos de la historia.