Yolanda Díaz (Fene, Coruña, 1971) viene de Ferrol, como Francisco Franco. Pero de un Ferrol diametralmente opuesto al del caudillo. El dictador fue quien envió a su padre, Suso Díaz, a prisión en 1972 por las protestas obreras en la ciudad. Era militante del Partido Comunista de España (PCE) y del sindicato Comisiones Obreras, del que llegó a ser el secretario general en Galicia. Y de tal palo tal astilla. La hija de Suso Díaz se ha convertido hoy en la militante comunista que más arriba ha llegado en España. Fue la primera ministra del gobierno de España y ahora la primera vicepresidenta (tercera) española con carné del PCE. Santiago Carrillo, a quien conoció cuando tenía cuatro años y le besó la mano, estaría orgulloso de su legado. ¿Pero quién es Yolanda Díaz, más allá de su herencia familiar?
La nueva vicepresidenta tercera desmiente el hombre de paja del comunista come-niños que han dibujado con mucho esfuerzo Isabel Díaz Ayuso, Pablo Casado y Santiago Abascal. Diputados en el Congreso de todos los colores, que han coincidido con ella durante los cinco años que lleva en Madrid, coinciden en destacar sus formas amables y respetuosos. Es el rostro más amable de Unidas Podemos. Le cuesta perder la sonrisa, a pesar de los exabruptos machistas que ha tenido que sufrir, y que no le han hecho perder las formas. Su único carné es el del PCE, después de abandonar Izquierda Unida a finales del 2019. Ni siquiera tiene el de Podemos, aunque Pablo Iglesias la ha señalado ya con el dedo para tomar el relevo al frente del partido. Y en poco más de un año se ha convertido en la ministra mejor valorada de Unidas Podemos y una de las mejor valoradas del Gobierno. No sólo entre sus votantes. Según el CIS de enero, los votantes del PSOE le dan a un 6 sobre 10. Los mismos votantes socialistas que ponen una nota de 6,3 a Pedro Sánchez.
Ha hecho de su profesión su gran activo. Tenía poca experiencia en gestión, pero esta abogada laboralista ha ejercido las competencias de Trabajo en una de las peores crisis que se recuerdan. Antes de que estallara la pandemia, cuando tan sólo llevaba dos semanas en el Ministerio, convocó sindicatos y patronal. Bastó con una hora para llegar a un entendimiento y subir el salario mínimo interprofesional. Desde entonces, con un estilo tranquilo y dialogante, y un ritmo repuesto, no ha parado de llegar a acuerdos con los representantes de los trabajadores y de los empresarios. Algunos han costado más, otros menos y otros han tenido que ser descafeinados. El más evidente, los que han hecho posible los ERTE, que todavía siguen vigentes. No hay que olvidar que costó una repetición electoral que Pedro Sánchez no le cediera la cartera de Trabajo a Podemos, que Iglesias ya tenía claro que tenía que ser para Yolanda Díaz. Y ahora probablemente es una de las carteras que está dando más frutos y éxitos en La Moncloa, siempre bajo la bandera del diálogo social.
Antes de aterrizar en el gobierno del Estado, Yolanda Díaz ya tenía experiencia de gobernar en coalición con el PSOE. Pero no se puede decir que fuera una buena experiencia. Fue teniente de alcalde de El Ferrol por Izquierda Unida, gobernando de la mano de los socialistas. Duró 16 meses, entre 2007 y 2008. Y salió diciendo que "es imposible gobernar con el PSOE". La segunda experiencia no ha sido ni más fácil ni menos turbulenta. Los choques han sido constantes con la vicepresidenta Nadia Calviño, que representa una izquierda muy diferente a la suya. Pero, a diferencia de compañeros suyos de Unidas Podemos, ha preferido dejar las discusiones en la confidencialidad de las deliberaciones del Consejo de Ministros. Las tensiones al margen de los focos, sin airear los trapos sucios. Un importante dirigente de Unidas Podemos describe la política gallega con estos conceptos: "(Xosé Manuel) Beiras, galleguismo, PCE, sindicalismo y testaruda, pero con buenas formas".
Yolanda Díaz viene del comunismo y el sindicalismo. Pero también de la España plurinacional, que también ha mamado en casa. Si su padre Suso Díaz era el sindicalista del PCE y CCOO, su tío Xosé Díaz también fue sindicalista y diputado del BNG en el Parlamento gallego. Ella misma lideró la confluencia gallega de Podemos, mucho más amplia que la formación de Pablo Iglesias y que incorporaba algunos sectores del nacionalismo gallego de izquierdas. Ahora que toma el liderazgo de Podemos en La Moncloa, ¿cuál será su posición en torno a Catalunya? Es todavía una incógnita por aclarar. El vicepresidente segundo saliente ha alzado la voz cuando ha hecho falta, empatizando con los presos e incluso con el presidente Carles Puigdemont, a quien comparó con los exiliados republicanos. Iglesias ha ido más allá que la mayoría de su espacio político, como le reconocen los diputados independentistes. Yolanda Díaz ha pasado, hoy por hoy, más de puntillas. Porque tampoco se le ha preguntado mucho por la cuestión.
¿Qué espera el independentismo?
El independentismo en el Congreso prefiere esperar antes de hacer valoraciones. Demasiadas decepciones se han llevado. En conversación con ElNacional.cat, Gabriel Rufián describe a la nueva vicepresidenta española como "muy hábil", "capaz que hable bien de ella tanto la CEOE como UGT". El portavoz de ERC recuerda cómo entraron juntos en la cámara ahora hace cinco años, se sentaban muy cerca en el hemiciclo y siempre han tenido una "relación cordial" y conversaciones periódicas. ¿Qué expectativas ante la cuestión catalana? Una primera impresión: "Es gallega y eso ya hace mucho". Rufián espera "que no hable de Catalunya como si fuera Tombuctú, como pasaba a veces con compañeros suyos".
Ferran Bel, del PDeCAT, también la ha acompañado durante estos cinco años en el Congreso. A pesar de las grandes discrepancias políticas, subraya que el "trato personal" siempre ha sido "muy bueno", con una interlocución fluida, también desde el Ministerio. "Es una persona razonable, que se ha hecho cargo del lugar que ocupa", asegura Bel en este sentido. A pesar de todo, cree que se ha fijado más en temas sectoriales que en grandes temas políticos, como el conflicto territorial, sobre el que ha pasado de puntillas. Con respecto a la carpeta catalana, se limita a decir que "habrá que estar a la expectativa" y que desea "una posición tan explícita como la que tenía Pablo Iglesias". Como gallega, puede tener cierta "comprensión", pero "habrá que esperar".
La nueva portavoz de Junts en Madrid, Míriam Nogueras, también constata el buen trato desde que ambas eran diputadas, y que ha seguido siendo "accesible" como ministra, sobre todo en temas sectoriales, aunque no siempre resuelva los problemas. Con respecto a la cuestión nacional, Nogueras señala como "no siempre se ha posicionado". ¿Qué espera? "Al menos la misma claridad que Pablo Iglesias, que era el único que hablaba claro y a menudo estaba solo", asegura la diputada. Sin embargo, ve en la salida del vicepresidente segundo un mensaje claro: "Que no hay recorrido, que tira la toalla porque no hay voluntad de hacer política del PSOE y también de una parte de Podemos".
El cupero Albert Botran ha tratado mucho menos con Díaz. Esta es la primera legislatura de los anticapitalistas en el Congreso. Sin embargo, tiene la impresión de que será "más moderada" que su predecesor. "Iglesias quería cumplir dos papeles, el institucional y la lucha ideológica. En cambio, Yolanda Díaz es mucho más institucional, no busca destacar como ideóloga", valora Botran. El hecho de ser gallega no considera que la haga más "sensible al tema de la autodeterminación". Destaca que sólo son "impresiones" y que habrá que estar a la expectativa.
Las elecciones gallegas del año pasado fueron un aviso a navegantes no sólo para el PSOE, sino sobre todo y especialmente para Podemos. A los socialistas el BNG les hizo un sorpasso, pero los de Iglesias fueron devorados justamente por este nacionalismo de izquierdas y acabaron desapareciendo del Parlamento gallego. El activo de Yolanda Díaz no fue suficiente. Hay que entender bien lo que pasa fuera de la M-30.