Perder kilos, reducir la grasa visceral y mantener un peso ideal, depende de manera significativa de lo sensible que sea tu cerebro a la insulina. Si responde sensiblemente a esta hormona, tendrás mayores posibilidades de que una buena alimentación y un estilo de vida saludable se traduzcan en menos kilos en tu báscula.
Así ha quedado reflejado en un estudio realizado por el Centro Alemán para la Investigación de la Diabetes (DZD), Helmholtz Zentrum München y el Hospital Universitario de Tübingen, que se ha publicado en la revista Nature.
Es importante tener en cuenta una cosa: hasta qué punto la grasa corporal tiene un efecto poco saludable en tu organismo, depende principalmente de dónde se almacena. Si la grasa se acumula en el abdomen, conlleva más riesgos, porque la grasa visceral libera numerosos neurotransmisores que afectan a la presión arterial, influyen en la secreción de la hormona insulina y pueden causar inflamación. Esto, a su vez, aumenta el riesgo de diabetes, enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer. En cambio, la grasa subcutánea que se acumula en las nalgas, los muslos y las caderas no tiene tantos efectos adversos para la salud.
La razón por la que a las personas se les acumula la grasa en un lugar o en otro ha sido muchas veces motivo de investigación. Este estudio alemán demuestra que la capacidad de respuesta a la insulina cerebral desempeña un papel importante en este sentido. Los expertos encontraron que las personas con una alta sensibilidad a la insulina en el cerebro se benefician significativamente más de una intervención de estilo de vida con una dieta rica en fibra y ejercicio que las personas con resistencia a la insulina en el cerebro. No solo perdieron más peso, sino que también tenían una distribución de grasa más saludable.
El estudio
Los científicos siguieron a un grupo de personas durante un período de nueve años, en el que la sensibilidad a la insulina en el cerebro se determinó mediante magnetoencefalografía antes del inicio de una intervención en su estilo de vida de 24 meses. Y, efectivamente, se descubrió que la acción de la insulina en el cerebro no solo determina el peso corporal, sino también la distribución de la grasa en el cuerpo.
Las personas con una alta sensibilidad, además, incluso después de que la intervención en el estilo de vida había terminado, solo recuperaron una pequeña cantidad de grasa durante los nueve años de seguimiento. En cambio, las personas con resistencia a la insulina en el cerebro solo mostraron una ligera pérdida de peso en los primeros nueve meses del programa. Posteriormente, su peso corporal y la grasa visceral aumentaron nuevamente durante los siguientes meses de intervención en su estilo de vida.
Dado que la acción de la insulina en el hipotálamo es crucial para la regulación del metabolismo energético periférico, los investigadores también investigaron cómo la sensibilidad a la insulina en esta área del cerebro está relacionada con la distribución de la grasa corporal. El análisis de los datos mostró que las personas con alta sensibilidad a la insulina en el hipotálamo forman poca grasa visceral.
Los resultados del estudio abren nuevas vías de tratamiento para abolir la resistencia a la insulina en el cerebro y, por lo tanto, tener un efecto beneficioso en la distribución de grasa corporal.