Hoy, 28 de junio, se celebra el Día Internacional del Orgullo LGTBIQ+ en todo el mundo, con el objetivo de sensibilizar a la población acerca de esta comunidad que tanta discriminación lleva sufriendo a lo largo de la historia. La fecha rememora los disturbios ocurridos en Nueva York en el año 1969, que marcaron el comienzo del movimiento de la liberación de las personas homosexuales y transexuales.
Los disturbios se produjeron debido a una redada policial ocurrida en esa fecha en un pub llamado Stonewall, en el Greenwich Village, tras los que se sucedieron manifestaciones espontáneas para reivindicar los derechos de esta comunidad.
La homosexualidad fue eliminada de la clasificación internacional de enfermedades mentales de la Asamblea General de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1990. Sin embargo, todavía son muchas las personas que siguen sufriendo las consecuencias de su orientación sexual o identidad de género. Y la exposición al acoso, la discriminación y la violencia debido a esta circunstancia puede causar un daño severo a la calidad de vida general de una persona y su relación con los demás.
Una nueva investigación de título Cardiovascular and Cortisol Responses to Experimentally-Induced Minority Stress en la revista Health Psychology ha analizado el daño de la exposición sostenida a actitudes y comportamientos homofóbicos en los niveles de estrés de una persona.
Según el autor principal del estudio David M. Huebner, profesor de prevención y salud comunitaria en la Escuela de Salud Pública del Instituto Milken de la Universidad George Washington, y su equipo encuestaron a 134 estadounidenses que se identificaron como lesbianas, gais o bisexuales con edades comprendidas entre los 18 y los 58 años.
En un grupo, a los participantes se les dijo en un formulario que completaron antes de la entrevista que la persona que los interrogaba había expresado opiniones políticas en contra de los derechos de lesbianas, gays y bisexuales. Al otro grupo se le dijo que sus compañeros de entrevista habían expresado opiniones de apoyo sobre sus derechos.
Durante todo el experimento se controló la presión arterial de cada persona y se recolectaron muestras de saliva para observar los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Los resultados mostraron que ambos grupos tenían alta frecuencia cardíaca y presión arterial sistólica y diastólica durante el proceso de entrevista. El grupo al que se le dijo que el interrogador tenía puntos de vista homófobos mostró mayores saltos en la frecuencia cardíaca y la presión arterial sistólica mientras escuchaba las preguntas y disminuciones más pequeñas en la presión arterial sistólica durante el período de recuperación.
Del mismo modo, los aumentos de cortisol se dieron únicamente en el citado grupo. Según Huebner las condiciones eran las mismas para ambos grupos, más allá de la advertencia del sentido del entrevistador, que revelaba si esa persona tenía puntos de vista homófobos.
Esto explica el llamado estrés de las minorías, que se refiere a la ansiedad crónica sostenida que experimentan las minorías o las personas que forman parte de grupos estigmatizados debido a microagresiones, ataques y discriminación de todas las formas. Huebner explicó que la investigación ha demostrado que el tipo de elevaciones adaptativas en la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la producción de cortisol que se evidencia en estos participantes puede acumularse con el tiempo para aumentar la posibilidad de enfermedades cardiovasculares, enfermedades infecciosas e incluso una muerte más temprana.