La adolescencia es uno de los periodos más significativos en la vida de una persona. Durante esta época, los jóvenes experimentan una serie de cambios físicos, psicológicos, emocionales y sociales que les exigen un gasto energético mucho más alto de lo habitual. De hecho, por eso muchos de ellos tienen un aspecto en ocasiones tan cansado y sus necesidades de sueño aumentan frente a otros periodos.
La adolescencia abarca desde los 12-13 años hasta los 20, aproximadamente, y las necesidades nutricionales crecen, entre otras cosas porque adquieren el 40-50% de su peso definitivo y el 25% de su talla adulta. Y no solo eso, también aumenta un 50% su masa esquelética y otro tanto la muscular. Las hormonas sexuales entran en funcionamiento y ambos sexos experimentan un desarrollo que provoca la aparición del vello corporal en axilas, pubis y rostro en el caso de los chicos, el aumento de las glándulas mamarias y la aparición de la primera regla en el de las chicas, entre otros aspectos.
Es una edad muy buena para fomentar hábitos de alimentación saludables que se conviertan en duraderos y que determinen amplios beneficios para su salud. Sin embargo, también es una época en la que aparecen distorsiones frente a la niñez que pueden provocar malos hábitos como omitir comidas, decantarse por la comida basura con más frecuencia, no comer con la familia sino frente al ordenador o en la habitación o comenzar dietas sin ningún tipo de prescripción médica. Por eso es importante estar más pendiente que nunca para evitar estas situaciones.
De forma general y sin entrar en especificidades, las necesidades energéticas varían entre las 2.750 kilocalorías en los chicos y las 2.200 en las chicas. Y aumentan también las necesidades de hierro, vitamina A, vitamina D, vitamina C, ácido fólico y de calcio, principalmente.
La alimentación
En el caso de las proteínas, es aconsejable ingerir las de origen animal y las vegetales, potenciando el consumo de cereales y legumbres frente a la carne. Hay que limitar la ingesta de las grasas que acompaña a la carne, así como los embutidos. En cambio se recomienda aumentar el consumo de pescados, sustituyendo a los productos cárnicos, tres o cuatro veces a la semana.
En el caso de los hidratos de carbono, se deben consumir mayoritariamente en forma compleja para aumentar el aporte de fibra (pan, pasta, arroz integrales). Las frutas deben tomarse frescas y enteras y se debe aumentar el consumo de verduras, hortalizas, tubérculos y legumbres. Para aumentar la ingesta de vitaminas se recomiendan las hortalizas y verduras, sobre todo las de hoja verde, los aceites vegetales o el huevo.
Es importante que, en el caso de que algún adolescente tenga sobrepeso, acuda al médico, porque uno de los grandes peligros a esta edad es seguir una dieta inadecuada que pueda provocar efectos negativos sobre la salud y un efecto rebote. Porque la idea no es que se siga una dieta, sino que se adquieran hábitos saludables de por vida, aunque ello pueda implicar que se tarde más tiempo en adelgazar.