Si has leído las etiquetas de los productos que consumes, habrás visto en más de uno la palabra emulsionante o emulgente. Son sustancias que se añaden a algunos alimentos para mejorar su textura y aumentar su duración. Ya se sabía que estos productos podían alterar la microbiótica intestinal pero ahora la ciencia ha dado un paso más. Una investigación llevada a cabo en Estados Unidos apunta a que su consumo tiene también un impacto negativo en los trastornos de ansiedad.
El pan, el chocolate, la carne procesada, la margarina, el helado… los emulgentes están muy presentes en nuestra dieta y la comunidad científica hace tiempo que está analizando el impacto que provocan en nuestra salud.
Hace tres años, un equipo de investigadores del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad Estatal de Georgia (Atlanta, EE.UU.) analizó el impacto de dos de los emulgentes más empleados por la industria alimentaria en ratones: polisorbato y carboximetilcelulosa (los puedes encontrar como E-433 y E-466, respectivamente, en las etiquetas de los productos). Los resultados demostraron que podían alterar la composición de la microbiótica intestinal e inducir la aparición de inflamación, contribuyendo al desarrollo de la enfermedad inflamatoria intestinal y el síndrome metabólico.
Como en los últimos tiempos se han realizado numerosos estudios que vienen a demostrar la influencia de la microbiótica intestinal en el estado de ánimo de las personas, los científicos de la Universidad Estatal de Georgia decidieron proseguir con sus investigaciones para comprobar si el consumo de los emulgentes antes mencionados podía influir negativamente en el comportamiento de los ratones. El resultado ha sido publicado hace unos días en la revista Nature y viene a confirmar las sospechas: la exposición a los emulgentes provocó inflamación intestinal crónica, aumento de la adiposidad y alteración de la composición de la microbiota intestinal en ratones machos y hembras, lo que a su vez provocó una alteración que aumentó los síntomas de ansiedad de los primeros y perjudicó el comportamiento social de las segundas.
En la investigación, los científicos subrayan que, aunque es difícil trasladar resultados de estudios en ratones a personas –sobre todo cuando se analizan trastornos del comportamiento–, es importante destacar que los datos extraídos respaldan otros estudios que apuntan a que ciertos aditivos químicos –y más concretamente los emulsionantes dietéticos sintéticos– pueden actuar como estresores, que perturban la salud intestinal y aumentan la incidencia de trastornos del comportamiento. Por lo tanto, apuntan a que “reducir la exposición a tales sustancias puede ser útil para detener los estados de enfermedad caracterizados por un comportamiento alterado”.