El inicio de octubre marcó la llegada del otoño. Un nuevo mes y uno crucial en lo que a gastronomía se refiere. Caen las primeras hojas de los árboles y los días se hacen más cortos. Apetece más quedarse en casa viendo películas y series con una bebida caliente y en buena compañía. Y con estos nuevos hábitos empezamos a incorporar algunos alimentos de manera más frecuente en nuestros platos.
Aunque prácticamente podemos encontrar cualquier alimento en el mercado en cualquier época del año, no hay nada mejor que consumir productos de temporada, con un sabor más intenso y un precio más reducido que el resto de los meses. Para que vayas practicando nuevas recetas para preparar durante esta estación, estos son los alimentos que no pueden faltar en tu despensa en otoño. ¡Además son fuentes de nutrientes imprescindibles!
La hortaliza por excelencia del otoño es la calabaza: su color recuerda a los tonos anaranjados y amarillos que vemos en las calles cuando empiezan a caer las hojas secas, y su intenso y dulce sabor se puede incorporar a una larga lista de bebidas y platos.
Entre sus propiedades encontramos un alto contenido de vitaminas A, C y E, así como vitaminas del grupo B como B2, B6 y ácido fólico. Y en cuanto a los minerales, destacan el fósforo, el hierro, el potasio, el magnesio y el cinc. Y todo ello aportando una cantidad realmente baja de calorías: sólo 45 calorías por cada 100 gramos de calabaza.
Perfecta para preparar cremas y postres. Su dulzura la convierte en la hortaliza perfecta para utilizar en postres y repostería: bizcocho de calabaza, mermelada o pastel de calabaza y avellanas son solo algunas de las opciones para preparar estos meses.
Otro clásico es la crema de calabaza. ¿A quién no le apetece tomarla bien caliente cuando empezamos a notar el frío?
Aunque en este caso no nos la comemos, no podemos olvidar que es un imprescindible para decorar nuestro hogar si celebramos Halloween.
Las castañas son otro de los clásicos de octubre a diciembre, sobre todo en Catalunya, donde se celebra La Castanyada cada 31 de octubre. Sus toques dulces nos permiten añadirlas a guisos o purés, pero también podemos tomarlas a modo de snack mientras vemos una película.
En cuanto a sus propiedades, destaca su bajo contenido calórico gracias a que prácticamente la mitad del fruto es agua. Dicho de otra manera, ¡puedes comer todas las castañas que quieras! Eso sí: a diferencia de otros frutos secos, su nivel de omega-3 es bastante bajo.
¿Cómo prepararlas? La mejor opción es hacerlas al fuego en un recipiente especial para castañas, pero también quedan riquísimas asadas al horno. Y si no tienes horno en casa, no te preocupes: puedes prepararlas en una sartén o en el microondas.
Los amantes de las setas están de suerte: los meses de otoño pueden salir al bosque a hacer de boletaires durante unas horas y volver a casa con la cesta llena de deliciosas setas (eso sí, hay que estar bien informado para no recoger alguna venenosa).
Como las castañas, tienen un alto contenido de agua y bajo nivel calórico. Además, es un alimento con mucha proteína y alto contenido en vitaminas C, D y B.
¿A qué recetas añadirlas? Basta con saltearlas con ajo y perejil para tener una cena deliciosa, aunque si queremos preparar algo más elaborado podemos optar por un risotto de setas o añadirlas a algún guiso de ternera o pollo.
Una alternativa sanísima para los amantes de las patatas fritas o asadas el moniato. Puede prepararse hervido, al horno, frito e incluso al microondas.
A modo de curiosidad, este tubérculo cuenta con un alto nivel de fibra, reduciendo los niveles de colesterol y haciendo que nos sintamos llenos cuando lo consumimos en nuestras comidas.
Como guarnición o principal. Es perfecto para acompañar platos principales o para añadir en frío a ensaladas. Y si buscamos algo básico y rápido, podemos comerlo al horno con un poco de aceite y especias. ¡Buenísimo!
Y ya que hablamos de especias, toca repasar los condimentos indispensables de la temporada. Otoño es la estación ideal para atrevernos con la nuez moscada, el cardamomo y el jengibre. Mientras que la primera es un obligado para preparar bechamel u otras salsas, el cardamomo queda especialmente bien para preparar guisos de pollo y arroces. ¿Y el jengibre? Como comentamos en otra ocasión, combina a la perfección con los platos asiáticos.
En infusiones. A parte de en platos principales, la nuez moscada y el jengibre también pueden encontrarse en infusiones y tés. Gracias a sus propiedades, podremos disfrutar de una bebida caliente a la vez que mejorar nuestro sistema inmunológico.
Empieza la temporada de los sabores salados y tostados, así que más que nunca tenemos que habituarnos a comer frutos secos. Las almendras, avellanas, nueces o pistachos, por ejemplo, son alternativas muy sanas para picar entre horas.
La mayoría de ellos cuentan con altos contenidos en omega-3 y minerales como el potasio o el magnesio. Además, ayudan a controlar el colesterol y los triglicéridos en sangre.
Especiados al horno. Y por si queremos mezclar más sabores, siempre podemos hornearlos con las especias que prefiramos, dependiendo de si buscamos un sabor más salado o dulzón.
Terminamos la lista con la granada, una gran fuente de vitamina C y un alimento sumamente sabroso en sí mismo. Y la verdad es que no necesita nada más: basta con partirla por la mitad y disfrutar de sus dulces granos o semillas con una cuchara.
Como otros de los alimentos de otoño que hemos mencionado, la granada contiene muy pocas calorías por su alto contenido en agua. Pero es más: este fruto nos ayuda a prevenir enfermedades cardiovasculares y a hacer una buena digestión. Todo ventajas, ¿no?
Para desayunar. También queda riquísima usándola como topping en un bol de yogur con muesli o cereales para conseguir un desayuno o merienda completo.