Dentro de sus cálculos, la Organización Mundial de la Salud prevé que para el año 2030, mas de 12 millones de personas en el mundo sufran la enfermedad del Parkinson, que actualmente afecta a una de cada 100 personas mayores de 60 años. Es una de las enfermedades neurológicas más comunes y se produce por un proceso neurodegenerativo multisistémico que afecta al sistema nervioso central de forma crónica.
La sufren tanto hombres como mujeres y provoca síntomas motores y no motores aunque se manifiestan de manera diferente en cada persona. En algunos pacientes evoluciona rápidamente, mientras que en otros de manera lenta. Suele provocar temblores, rigidez, lentitud de movimientos e inestabilidad postural, además de otros síntomas no motores como la depresión, la reducción del olfato, el estreñimiento y el trastorno de conducta del sueño REM. El principal problema es que no tiene cura y no se sabe cómo prevenirla, por lo que cualquier investigación que se realiza al respecto tiene una gran importancia.
Hace escasos días, el Journal of Parkinson's Disease, una de las publicaciones más importantes respecto a esta patología, ha recogido un estudio llevado a cabo por científicos de Dinamarca que parece arrojar algo de luz para una mayor exploración de los orígenes y la progresión de la enfermedad de Parkinson.
Esta enfermedad destruye principalmente las células que transmiten la dopamina en un área del cerebro llamado la sustancia negra, que controla el movimiento. Es por eso que cuando se daña la zona, se producen los clásicos síntomas motores, así como los cambios emocionales. Una característica distintiva del Parkinson es la acumulación y propagación de ciertos grupos tóxicos de una proteína llamada alfa-sinucleína, llamados cuerpos de Lewy, que también suelen producir demencia. Algunas teorías sobre el origen del Parkinson proponen que estos grupos tóxicos se forman en el intestino y se propagan al cerebro a través del nervio vago. Pero no todos están de acuerdo con esta interpretación, porque no se han encontrado evidencias de estos puntos de entrada en el cerebro.
El estudio
Los expertos que han participado en el estudio, del Hospital Universitario Aarhus en Dinamarca, han sugerido una nueva hipótesis a tener en cuenta. Para interpretarla, primero hay que tener en cuenta que existen dos subtipos de manifestación de la enfermedad del Parkinson, el PNS-first y CNS-first. Partiendo de esta base, han analizado uno de los síntomas comunes de la enfermedad: el trastorno del comportamiento del sueño REM, que se manifiesta mediante movimientos bruscos y violentos de las extremidades y el tronco que tienen que ver con la aparición de sueños agresivos y la falta de atonía muscular.
En la población general, este trastorno afecta al 0,5% de los adultos. Sin embargo, la tasa de incidencia es mucho más alta entre aquellas personas con enfermedad del Parkinson, especialmente entre los que sufren el primer subtipo de la enfermedad, el PNS-first, al contrario que el segundo subtipo, que no suele presentar el trastorno.
La distinción entre los dos tipos tiene que ver con qué parte del sistema nervioso muestra primero los signos del daño producido por los grupos tóxicos de la proteína alfa-sinucleína. Y un punto de entrada para estos grupos es directamente a través del nervio que une el sistema olfativo con el cerebro, lo que abre una nueva y esperanzadora vía de investigación para aclarar el origen de la enfermedad.