La enfermedad de Parkinson es una afección degenerativa que afecta al sistema nervioso central. Sus principales síntomas son el temblor. La rigidez muscular, el movimiento lento y problemas en el habla, fundamentalmente.

Solo en los Estados Unidos, se diagnostican unos 60.000 nuevos casos de esta dolencia cada año. Unas cifras que irán aumentando cada vez más, dado que es una enfermedad que afecta casi en exclusiva en adultos mayores y la esperanza de vida no deja de crecer cada año. Tanto es así que se calcula que dentro de una década habrá 1,2 millones de enfermos de Parkinson en los Estados Unidos.

Hay dos razones por la que los investigadores estudian cada vez cómo y por qué se desarrolla esta afección en algunas personas. Una tiene que ver con que la medicina solo es capaz de ofrecer ayuda a controlar los síntomas y no de curarla. La otra, tiene que ver con que –como ya se ha dicho– habrá cada vez más personas afectadas de Parkinson.

Un estudio analizó los datos de casi 1,6 millones de adultos suecos y les hizo un seguimiento durante un promedio de 52 años. Las conclusiones del trabajo, publicadas en 2018 en la revista Science, aportan una interesante visión sobre el Parkinson.

Lo más curioso del trabajo es que los investigadores decidieron centrarse en el estudio del apéndice. Pero, ¿por qué?

Las razones de fijarse en el apéndice

En muchos casos de Parkinson, los problemas gastrointestinales se dan mucho antes de que aparezcan los síntomas neurológicos. En algunos casos, hasta con 20 años de antelación.

Además, una proteína llamada alfa-sinucleína está presente en los nervios del sistema digestivo; el componente principal de los cuerpos de Lewy, unos grupos de proteínas que se dan en el cerebro y que son un sello que distingue al Parkinson. La alfa-sinucleína desempeña un papel importante en esta enfermedad y su presencia en el intestino puede explicar que los síntomas digestivos aparezcan con tanta antelación.

Los investigadores creen que la alfa-sinucleína deformada en el intestino podría propagarse de una célula a otra hasta llegar al cerebro. Lo que está demostrado es que una vez una proteína se ha deformado, causa una reacción en cadena, extendiendo su nueva forma deformada a sus vecinos.

Como ocurre con otras partes del sistema gastrointestinal, el apéndice también contiene altos niveles de alfa-sinucleína, por lo que los científicos suecos lo vieron como un objetivo atractivo para estudiar. Y no era para menos, porque los resultados de los análisis de los investigadores mostraron que la extracción del apéndice redujo el riesgo de desarrollar Parkinson en un 19,3 por ciento.

También descubrieron que el efecto era más fuerte para las personas de áreas rurales. Los autores del estudio creen que podría estar relacionado con los pesticidas, que desde hace tiempo se han relacionado con el desarrollo de la enfermedad de Parkinson.

En un estudio complementario sobre 849 personas con Parkinson, encontraron que aquellos que se habían sometido a una operación de apendicitis décadas antes, desarrollaron Parkinson un promedio de 3,6 años más tarde.

Con el fin de profundizar más en el asunto, los investigadores examinaron los apéndices de participantes sanos en el estudio. Tal y como sospechaban, dentro de las neuronas y las membranas mucosas del apéndice, encontraron formas de alfa-sinucleína propensas a agruparse. Asimismo, comprobaron que esta forma de la proteína era más frecuente en los apéndices de personas con enfermedad de Parkinson.