Los pólipos en el colon son un pequeño crecimiento de tejido que se proyecta desde el revestimiento de esta sección del intestino grueso. No se trata de una afección extraña, de hecho son bastante comunes a medida que las personas envejecen y aproximadamente el 30 por ciento de los adultos mayores de 50 años los suelen padecer.

La mayoría son inofensivos, pero hay algunos que pueden convertirse en cáncer. Estos se denominan pólipos adenomatosos, que aunque previamente son benignos, pueden convertirse en los precursores de esta enfermedad grave.

Las causas exactas por las que se convierten en malignos no se conocen, por lo que no se puede predecir su conversión. Una revisión de estudios publicada en 2014 en el World Journal of Gastroenterology concluyó que los pólipos de 5 milímetros o menos tenían poco riesgo de volverse cancerosos, mientras que los que tenían entre 1,5 y 3,5 centímetros tenían un potencial maligno del 19 a 43 por ciento. 

Uno de los principales problemas es que muy a menudo los pólipos no presentan signos ni síntomas. Cuando lo hacen, suelen presentarse sangrados en el recto, dolor abdominal, un cambio en el color de las heces, anemia, estreñimiento o diarrea.

Dolor

Los factores de riesgo que hacen que una persona sea más propensa a padecerlos son la obesidad y la falta de ejercicio, el alcohol y tabaco, las enfermedades inflamatorias del intestino como la colitis ulcerosa o enfermedad de Crohn, el hecho de tener antecedentes familiares de pólipos en el colon, una diabetes no controlada tipo 2 y tener más de 50 años.

El diagnóstico se realiza mediante colonoscopia, que consiste en insertar un tubo de cámara iluminado llamado colonoscopio en el ano para examinar el colon. Previamente se puede hacer un examen de heces para buscar la presencia de sangre o examinar el ADN de las mismas.

El tratamiento consiste básicamente en la extirpación de los pólipos, que se puede hacer con una colonoscopia utilizando un instrumento de corte en el extremo de un colonoscopio. Para pólipos más pequeños, se puede hacer uso de una inyección con un líquido que se sitúa debajo del pólipo para elevarlo y aislarlo del área circundante y así facilitar su extracción. Con la laparoscopia, otro de los métodos empleados sobre todo en el caso de los pólipos más grandes, se realiza una pequeña incisión en el abdomen o la pelvis y se introduce el laparoscopia que los elimina. En el caso de que los pólipos hayan derivado en un cáncer se realiza una extracción del colon y el recto.

Paciente

Una vez retirados los pólipos, se suelen prescribir cambios en el estilo de vida para evitar que vuelvan a aparecer: comer una dieta baja en grasas y rica en frutas, verduras y fibra. Evitar el sobrepeso y no fumar ni beber. Además, un reciente estudio publicado en el British Journal of Cancer ha concluido que practicar 60 minutos de ejercicio moderado al día, como caminar, desde la adolescencia está relacionado con una menor incidencia de padecer pólipos adenomatosos.