Por Corpus, Berga huele a vidalba, a fuego, a tradición y a fiesta durant la Patum. La ciudad multiplica por seis la población, por lo cual bares, restaurantes y comercios hacen en agosto. Por segunda vez a la historia, este año no será así. La pandemia ha vuelto a suspender esta festividad y, eso, en Berga, se vive "con resignación" porque supone perder la semana más importando del año.

Los sectores más afectados por la Covid-19 son ahora los que sufrirán las consecuencias de suspender los actos de esta celebración. Por eso, desde Berga Comercial, reclaman "un plan de choque" que los ayude a superar la crisis.

La calle Major de Berga, con gente paseando. Uno de ellos, con una maza de Patum / ACN

El testimonio de los afectados

Uno de los afectados es la dolceria Pujol, situada junto al epicentro de la fiesta: la plaza de Sant Pere. A nivel de trabajo será como un fin de semana, o un puente. Nada más", lamenta el su responsable, Albert Dorna.

Otro de los perjudicados es Dani Perona, uno de los responsables de la Barana, un bar típico de esta fiesta, ya que está situado en uno de los espacios más emblemáticos de esta celebración, la plaça Sant Pere. "Siempre está lleno, es un espacio que vive la Patum todo el día", explica Perona, quién relata su experiencia como cliente porque, como responsable, todavía no ha podido vivir ninguna. Se da el caso de que él y un grupo de la localidad reabrieron el bar en enero del 2020, solo unos meses antes del estallido de la pandemia. "Tenemos ganas de vivir una Patum, pero este año todavía no podrá ser", lamenta.

El año pasado, a pesar de la pandemia de coronavirus y que se suspendieron los actos, el fin de semana de la Patum se vivió un incremento del trabajo respecto de una semana normal. Por eso, Dorna ha decidido este año llenar neveras y hacer pedidos "sin saber muy bien cómo irá". En cambio, en la dolceria Pujol no han incrementado personal y prevén que, a nivel de trabajo, no será muy diferente de un fin de semana normal.

Un trabajador del bar La Barana / ACN

Abrir solo una vez al año

Dolors Fígols es la responsable de la única tienda de recuerdos de Patum. Solo abre la semana de la fiesta porque, según explica, el resto del año no le sale a cuenta. "Lo hemos probado, pero no salimos adelante", asegura. De cara a estos días, aunque no habrá Patum, tiene previsto abrir algunas horas al día. Fígols lamenta que la gente solo piense en esta tradición una semana el año y, según su opinión, la administración apuesta "poco" para revertir esta situación y permitir que la ciudad viva de esta celebración todo el año. "Es la fiesta de cultura popular por excelencia y no lo parece", se queja.

En esta línea, el Ayuntamiento tiene claro que hay que buscar fórmulas que permitan vivir de Patum el resto del año. En este sentido, se ha creado una exposición con la imaginería de la Patum en el Convento de Sant Francesc. "Se nos ha abierto la oportunidad y en eso estamos trabajando", explica el alcalde accidental, Ivan Sànchez.

Dolors Fígols tiene una tienda en Berga de recuerdo sobre la Patum, que sólo abre una vez al año / ACN

Plan de choque


En todo caso, perder esta festividad quiere decir no sacar provecho de la semana más importante del año para muchos comercios, bares y restaurantes de la ciudad. También para el turismo rural de la zona que cada año hace pleno por estas fechas.

Por este motivo, desde la asociación Berga Comercial, su presidente, Xavi Orcajo, reclama al Ayuntamiento "un plan de choque" que permita reactivar la economía de los comercios más afectados. "Está claro que no hacer Patum hace que el Ayuntamiento se ahorra dinero. Creemos que este dinero se tendría que haber dedicado a un plan de choque, pero no ha sido así, y se han tenido que destinar a otras áreas afectadas por una mala gestión del Ayuntamiento", lamenta. Para Orcajo, las ayudas que se han dado son "insuficientes" y se tendría que haber actuado "de manera quirúrgica".

Desde el Ayuntamiento, pero descartan ningún plan de choque especial. "No tenemos capacidad económica", lamenta la concejala de Promoció Econòmica, Roser Rifà, que se queja de que la fiesta está infradotada económicamente. "Una fiesta como la Patum, que es una fiesta de referencia a los Països Catalans, tendría que tener una subvención propia. Está muy bien tener el título, pero si no hay una inyección económica por parte del Gobierno se puede hacer poca cosa", explica.

Imagen general: Plano general de la plaza de Sant Pere de Berga, epicentro de Patum / ACN