La carne procesada es carne que se ha podido transformar de diferentes maneras, bien sea curando, salando, ahumando, secando, fermentando o enlatando. Son productos como las salchichas, los perritos calientes, los embutidos o la carne en conserva. Diversos estudios han asociado su consumo con un estilo de vida poco saludable y con importantes perjuicios para la salud.
De hecho, un famoso estudio llevado a cabo por un comité asesor internacional de la Organización Mundial de la Salud que se reunió en 2014, determinó que las carnes procesadas aumentaban probablemente el riesgo de sufrir varios tipos de cáncer.
Ahora, un equipo de científicos del Grupo de Epidemiología Nutricional de la Universidad de Leeds ha llevado a cabo un estudio con datos de 500.000 personas en el que se ha concluido que consumir una porción de 25 g de carne procesada al día, el equivalente a una loncha de carne procesada, se asocia con un 44% más de riesgo de desarrollar demencia. En cambio, consumir carne roja sin procesar, como carne de ternera, cerdo o ternera, podría ser protector, ya que las personas que consumían 50 g al día tenían un 19% menos de probabilidades de desarrollar demencia.
Los resultados que se publican en el American Journal of Clinical Nutrition tienen en cuenta que la prevalencia de la demencia está aumentando y que la dieta como factor modificable podría desempeñar un papel. “Nuestra investigación se suma al creciente cuerpo de evidencia que vincula el consumo de carne procesada con un mayor riesgo de una variedad de enfermedades no transmisibles”, aseguran los expertos.
El estudio
Los participantes en el estudio, del Reino Unido, tenían entre 40 y 69 años y se incluyeron datos como la frecuencia con la que los participantes consumían diferentes tipos de carne, con seis opciones: desde nunca hasta una o más veces al día, recopiladas en 2006-2010. La investigación no evaluó específicamente el impacto de una dieta vegetariana o vegana sobre el riesgo de demencia, pero incluyó datos de personas que dijeron que no comían carne roja.
Entre los participantes, surgieron 2.896 casos de demencia durante un promedio de ocho años de seguimiento. Además del consumo de carne roja, se vio una vinculación entre un mayor riesgo de sufrir demencia con otros factores como más privaciones económicas, menos educación, más propensas a fumar, menos activas físicamente, más propensas a tener antecedentes de accidentes cerebrovasculares y antecedentes familiares de demencia, y más propensas a ser portadoras de un gen que está altamente asociado con la demencia.
También fueron diagnosticados más hombres que mujeres. Algunas personas tenían de tres a seis veces más probabilidades de desarrollar demencia debido a factores genéticos bien establecidos. Aquellos que consumían mayores cantidades de carne procesada eran más propensos a ser hombres, menos educados, fumadores, con sobrepeso u obesos, realizaban una menor ingesta de verduras y frutas y una mayor ingesta de energía, proteínas y grasas (incluidas las grasas saturadas).