Son muchas las personas que sufren en silencio el dolor de espalda sin acudir a un especialista a pesar de los buenos resultados de las nuevas terapias médicas. La incidencia de este dolor es elevada: seis de cada diez personas padecen dolores de espalda a lo largo de su vida, desde la niñez hasta la tercera edad.
Los expertos aconsejan que cuando se presenta por primera vez el dolor se debe acudir a un especialista para establecer el diagnóstico correspondiente y confirmar si el problema es vertebral o si está provocado por otra dolencia orgánica que no tenga origen en la propia espalda.
Las primeras pautas a seguir tienen generalmente que ver con mejorar las posturas y los movimientos, porque un alto porcentaje del dolor de espalda que sufrimos se debe a la adopción de posturas incorrectas en las actividades diarias. Con estas medidas se reduce considerablemente el riesgo de padecer dolores futuros de espalda y se mejora la calidad de vida de los enfermos. El ejercicio físico es también muy importante para prevenir y mejorar, pero debe realizarse con el seguimiento de un especialista, porque si no puede ser contraproducente y ocasionar graves lesiones.
En cuanto al tratamiento farmacológico, los medicamentos más utilizados son los calmantes, los antiinflamatorios y los relajantes musculares, cuyo objetivo es reducir el dolor mediante la desactivación de los mecanismos nerviosos que lo transmiten, disminuir la inflamación y reducir la contractura muscular. Están indicados en procesos agudos, pero no son recomendables como único tratamiento para el dolor, puesto que no van a solucionar ni mejorar el problema.
Además, existen otro tipo de tratamientos que pueden ser eficaces si el médico así lo determina. Eston son cinco de ellos.
Intervención Neurorreflejoterápica
Se trata de una terapia física de neuroestimulación que consiste en la implantación superficial y transitoria de grapas quirúrgicas en la piel de la espalda que desactivan los nervios que causan los dolores. Además, reducen las contracturas y las inflamaciones.
Terapia cognitiva multimodal
Algunos pacientes crónicos desarrollan tal fobia al dolor de espalda que adoptan comportamientos que agravan el problema, como permanecer demasiado tiempo en la cama y no realizar actividades físicas. La terapia cognitiva multimodal consiste en reeducarlos para mejorar su comportamiento a través de una correcta información acerca de lo que puede y no hacer, y la puesta en práctica de una serie de ejercicios que les permitan confiar en sus capacidades físicas.
Infiltraciones
Consisten en la aplicación de inyecciones locales con productos derivados de la cortisona (generalmente un antiinflamatorio) en los puntos más dolorosos, para calmar y disminuir la contractura muscular. Suelen ser muy efectivas, sobre todo si el origen del dolor se encuentra en algún músculo, ligamento o articulación situado entre las vértebras, aunque deben realizarse con mucho cuidado y en manos de un experto.
Estimulación eléctrica transcutánea
Consiste en la estimulación de fibras nerviosas de la piel a través de corrientes eléctricas ligeras que alivian eficazmente el dolor mediante la desactivación de las células nerviosas que transmiten la sensación al cerebro. Se suele aplicar mediante electrodos conectados con un generador eléctrico y no entraña ningún riesgo, aunque su eficacia puede reducirse si la corriente eléctrica empleada es demasiado intensa.
Cirugía de la columna vertebral
La cirugía se utiliza normalmente en el caso de que otros tratamientos no hayan surtido efecto. Su objetivo es corregir las anomalías estructurales de la columna vertebral en el caso de que el problema resida en ella, como por ejemplo una hernia discal que comprime las raíces nerviosas.