Un equipo de expertos de la Universidad de Hiroshima anunció recientemente que había creado un compuesto químico que logra separar los espermatozoides con cromosoma X (hembra) de los espermatozoides con cromosoma Y (macho), ralentizando la velocidad de los primeros y dando ventaja a los segundos para que se produzca la fecundación del macho.
De momento, los estudios se han llevado a cabo solamente en animales, pero creen que en los humanos funcionaría de la misma forma y que se podría aplicar en geles de uso vaginal antes de las relaciones sexuales para tener más probabilidad de engendrar niños, sin médicos ni técnicas invasivas.
En Europa está prohibida la elección del sexo del bebé a no ser que sea por fines terapéuticos, pero este tipo de estudios pone el foco sobre una cuestión que siempre ha interesado a las parejas: poder predecir qué probabilidad tienen de tener un niño o una niña.
Que el padre tiene un papel determinante en el sexo de sus hijos, ya se sabía, pero las razones por las que es más probable que se tengan un niño o una niña, no se tienen del todo claras.
El estudio más completo hasta la fecha fue llevado a cabo por la Universidad de Newcastle y se realizó tras una ardua investigación que involucró a miles de familias desde hace cientos de años. Las conclusiones apuntaban a que los hombres heredan la tendencia a tener hijos o hijas a su vez de sus propios padres. El estudio ha analizado 927 árboles genealógicos con información de 556.387 personas de América del Norte y Europa desde el año 1600. Las conclusiones apuntan a que los hombres tienen más probabilidades de tener hijos si tienen más hermanos, pero es más probable que tengan hijas si tienen más hermanas. En el caso de las mujeres, no se puede predecir.
Un hombre determina el sexo de un bebé dependiendo de si su esperma lleva un cromosoma X o Y. Cuando un cromosoma X se combina con el cromosoma X de la madre, nace una niña (XX). Cuando el padre aporta un cromosoma Y, nace un niño (XY). Pero este estudio sugiere que un gen aún no descubierto controla si el esperma de un hombre contiene más cromosomas X o Y. Es decir, que en función de si el hombre contiene en su esperma más cromosomas X que Y o al contrario, tiene más probabilidades de tener un niño o una niña. En función de cómo se manifiesten los genes, los hombres pueden producir más espermatozoides Y, un número aproximadamente igual de ambos o más proporción de X, lo que determinará a su vez el sexo de sus hijos.
La investigación arroja datos curiosos. Por ejemplo, se analiza porque en muchos de los países que participaron en las Guerras Mundiales, hubo un aumento repentino en el número de niños varones nacidos después del conflicto. El año posterior a la finalización de la Primera Guerra Mundial, nacieron dos niños adicionales por cada 100 niñas en el Reino Unido, en comparación con el año anterior al comienzo de la guerra. El estudio apunta a que, por probabilidad, aquellos hombres con más hijos varones tenían más probabilidad de ver regresar de la Guerra a alguno de ellos.
En cambio, los que tenían menos chicos y más chicas, tenían más probabilidad de quedarse sin ninguno. ¿Esto que implica? Pues que en la siguiente generación, los supervivientes de la guerra que tuvieron hijos después del conflicto, al tener más hermanos varones, tuvieron más posibilidad de tener niños que niñas.