Un nuevo estudio concluye que las altas temperaturas ambientales pueden impactar en la función cerebral de los preadolescentes. Concretamente, la investigación apunta que el calor puede generar una menor conectividad en tres redes cerebrales de este grupo de población. La investigación ha sido liderada por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), en colaboración con el Erasmus University Medical Center Rotterdam y el Centro de Investigación Biomédica en Red (CIBERSAM), y los resultados se han publicado en el Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry.

El estudio ha contado con 2.229 niños de entre 9 y 12 años de Róterdam (Países Bajos). Los datos de conectividad funcional de las redes cerebrales, es decir, cómo las diferentes regiones del cerebro se comunican y colaboran entre sí, se evaluaron a partir de resonancias magnéticas en estado de reposo, cuando los niños no estaban llevando a cabo ninguna tarea activa. El análisis ha señalado que una temperatura ambiental más alta durante la semana anterior a la evaluación por resonancia magnética se asoció con una menor conectividad funcional dentro de las redes medial-parietal, de saliencia y del hipocampo, esenciales para el buen funcionamiento del cerebro.

Es decir, es posible que con más calor estas áreas del cerebro podrían trabajar de manera menos sincronizada, afectando a procesos como la atención, la memoria y la toma de decisiones. En cambio, las bajas temperaturas medias diarias no se relacionaron con la conectividad funcional. Uno de los posibles motivos detrás de este fenómeno podría ser la deshidratación. "Nuestra hipótesis es que la deshidratación podría explicar nuestros resultados, ya que los niños son particularmente susceptibles a la pérdida de líquidos cuando se exponen al calor, hecho que puede afectar a la conectividad funcional de las redes cerebrales," señala Laura Granés, investigadora de IDIBELL e ISGlobal y primera autora del estudio.

Relación con la salud mental

Aunque las alteraciones de la función cerebral se han sugerido como posible mecanismo que vincula la temperatura y la salud mental, hasta ahora ningún estudio había examinado los efectos de la temperatura ambiental en las redes funcionales cerebrales. El mismo equipo investigador reveló en otro estudio reciente que la exposición al frío y el calor puede influir en síntomas psiquiátricos, como la ansiedad, la depresión y los problemas de atención.

Además, otras investigaciones han vinculado una menor conectividad dentro de la red de saliencia del cerebro con ideaciones suicidas y conductas de autolesión en adolescentes con depresión, así como con trastornos de ansiedad. "Dado el papel de la red de saliencia en la ideación suicida, nuestros resultados plantean una nueva hipótesis: las altas temperaturas podrían disminuir la conectividad funcional de esta red, contribuyendo indirectamente a un mayor riesgo de suicidio en personas con problemas de salud mental preexistentes", explica Carles Soriano-Mas, investigador de IDIBELL y de la Universidad de Barcelona y uno de los autores del estudio. "Aunque no proponemos que estos cambios en la conectividad, desencadenados por la exposición a altas temperaturas, induzcan directamente conductas suicidas, podrían actuar como un desencadenante en individuos vulnerables", añade el investigador.

Un futuro más caluroso

Por culpa del cambio climático generado por la actividad humana, en los próximos años las temperaturas en todo el mundo irán escalando. De hecho, regiones como el Mediterráneo son especialmente vulnerables a este aumento de la temperatura. "En la actual situación de emergencia por el cambio climático, las políticas de salud pública dirigidas a proteger a los niños, niñas y adolescentes de las altas temperaturas pueden contribuir a reducir sus posibles efectos sobre la función cerebral", apunta Mònica Guxens, investigadora ICREA en ISGlobal y autora sénior del estudio.