Seguramente, a ti que estás leyendo este artículo no te suponga ningún esfuerzo mantenerte hidratado en el día a día. Sin embargo, no es ningún secreto para la ciencia el hecho de que entre un tercio y la mitad de las personas de la tercera edad puede caer en algún momento en la deshidratación; un asunto que hace que su salud se puede ver comprometida por algo que no tiene que ver con una enfermedad.

Ahora, una investigación del University College de Londres reflejada en un artículo que aparece en la revista Age and Aging revela que algunos conceptos erróneos generalizados sobre el mantenimiento de una hidratación adecuada son en buena medida los culpables de que los mayores se expongan al peligro de la deshidratación.

El estudio

Con el fin de conocer qué es lo que causa que una parte importante de los mayores no consuman el líquido necesario, los científicos entrevistaron a 24 personas sanas de más 75 años o más que habitaban por sí mismos en sus propios domicilios en Londres. El equipo de investigadores también se vio con nueve cuidadores de personas de la tercera edad.

Tras el trabajo de campo, el estudio reflejó unos cuantos malentendidos que sufren los mayores acerca de la hidratación que deben llevar para mantenerse sanos. Varios participantes admitieron confusión con respecto al nivel recomendado de líquidos necesarios para mantener una hidratación saludable. Un aspecto que no es de extrañar si se tiene en cuenta que las personas mayores han visto cambiar las opiniones médicas a lo largo de los años con respecto a lo que es saludable y lo que no.

Por lo general, ahora los médicos suelen recomendar que las mujeres mayores beban ocho vasos de agua al día, mientras que hablan de 10 para el caso de los hombres. Y aunque cuando se piensa en hidratación, normalmente se piense en agua, también el café, el té, los refrescos o las sopas y los caldos son fuentes muy válidas para mantenerse correctamente hidratados.

Por otra parte, hay que tener muy presente que el deseo por beber líquidos se va apagando con la edad y por eso en muchas ocasiones, los más mayores acuden a hidratarse menos veces, acostumbrados como están desde siempre a beber en función de su sed.

Hay otro aspecto que les aleja de una hidratación frecuente y es el miedo que sienten muchos de no ser capaces de llegar a tiempo al baño aunque no sufran de incontinencia urinaria alguna.

Consejos

Los investigadores concluyen que hay una necesidad clara de implementar una mejor educación sobre la importancia de los líquidos, lo poco que hay que fiarse de la percepción de la sed en la tercera edad, cuándo puede ser necesario aumentar la ingesta de líquidos –si, por ejemplo, existe una enfermedad aguda– y cómo se puede llevar de forma natural todo esto a la práctica.

Asimismo, para los que estén preocupados por la incontinencia, conviene desarrollar una pedagogía adecuada que ayude a fomentar el consumo suficiente de líquidos. Y por último, destacan la importancia de los medios de comunicación como divulgadores de un asunto que generalmente solo tratan en verano o cuando se produce una ola de calor.