Cuando se decretó el pasado año el confinamiento, los colegios, universidades y centros educativos de toda España tuvieron que ponerse las pilas para ofrecer la educación online a sus alumnos, al igual que ocurrió con los trabajos.
A partir de entonces, este tipo de educación se ha extendido en todo el mundo por las facilidades que ofrece, por lo que son cada vez más las personas, especialmente en estudios superiores, cursos o posgrados, que se apuntan a modalidades telemáticas para aumentar su formación. Pero ¿qué consecuencias tiene en sus vidas?
Una nueva investigación de la Universidad Simon Fraser apunta a que los estudiantes que aprenden de forma telemática suelen ser más noctámbulos. Y no solo eso, sino que no duermen más a pesar del tiempo que ahorran viajando, trabajando o asistiendo a eventos sociales.
El estudio
La investigación, dirigida por el profesor de psicología Ralph Mistlberger, del Laboratorio de Ritmos Circadianos y Sueño de esta Universidad, comparó datos sobre hábitos de sueño de 80 estudiantes inscritos en un curso de sesión de verano de 2020 en SFU con datos de 450 estudiantes inscritos en el mismo curso durante los semestres de verano anteriores. Los resultados del estudio de nombre Impact of Covid-19 social-distancing on sleep timing and duration during a university semester (Impacto del distanciamiento social de Covid-19 en el tiempo y la duración del sueño durante un semestre universitario) se han publicado en la revista PLOS ONE.
“Existe una creencia generalizada entre los investigadores del sueño de que muchas personas, especialmente los adultos jóvenes, no duermen regularmente debido al trabajo, la escuela y las actividades sociales”, dice Mistlberger. “La transición que hemos vivido y que ha aumentado el trabajo y la escuela online durante la Covid-19 ha brindado una nueva oportunidad para probar esta hipótesis”. Los estudiantes participantes mantuvieron diarios de sueño durante un período de dos a ocho semanas, completaron cuestionarios y proporcionaron informes escritos.
El equipo descubrió que los estudiantes que recibían clases telemáticas en la sesión de verano de 2020 se iban a la cama un promedio de 30 minutos más tarde que los estudiantes prepandémicos. Dormían menos eficientemente, menos por la noche y más durante el día, pero no durmieron más en general a pesar de no tener clases tempranas y un 44 por ciento menos de días de trabajo en comparación con los estudiantes de semestres anteriores. “Un hallazgo muy constante es un retraso colectivo en el tiempo del sueño: la gente se acuesta y se despierta más tarde”, afirma Mistlberger.
“No es sorprendente que también haya una marcada reducción en la exposición a la luz natural, especialmente temprano en el día. La falta de cambio en la duración del sueño fue un poco sorprendente, ya que va en contra de la suposición de que los adultos jóvenes dormirían más si tuvieran el tiempo para hacerlo”. Los que se describen a sí mismos como noctámbulos eran más propensos a informar un mayor impacto positivo en su sueño, durmiendo hasta tarde, en lugar de despertarse temprano para esa clase de la mañana. Sin embargo, los tipos mañaneros eran más propensos a informar una respuesta negativa a dormir más tarde de lo habitual.
El sueño juega un papel importante en el funcionamiento inmunológico y la salud mental, por lo que los buenos hábitos de sueño son cruciales. “Mi consejo para los estudiantes y cualquier persona que trabaje desde casa es que intenten salir y estar activos temprano por el día porque la luz de la mañana ayuda a estabilizar el ciclo circadiano de sueño-vigilia; esto debería mejorar su sueño y permitirles sentirse más descansados y con energía durante el día”, asegura Mistlberger.