Se calcula que aproximadamente dos tercios de la población mundial está infectada por el Helicobacter pylori, aunque muchos no lo saben y menos aún acuden al médico cuando presentan síntomas. Es un tipo de bacteria que infecta el estómago y el intestino delgado y es un factor de riesgo para sufrir diferentes enfermedades como las úlceras estomacales, la gastritis o el cáncer.
El Helicobcter causa gastritis, una afección que provoca inflamación en el revestimiento del estómago, una capa diseñada para proteger a este parte del organismo del ácido que se segrega durante las digestiones. Si bien es cierto que un porcentaje de los infectados no desarrollan estos síntomas ni enfermedad ninguna, lo cierto es que todo el que alberga en su organismo la bacteria debería realizar un tratamiento para eliminarla y evitar posibles complicaciones.
No se sabe con certeza cómo una persona se infecta de esta bacteria. Podría ser por el agua o los alimentos contaminados, pero lo cierto es que los estudios son contradictorios a este respecto. Tampoco existe una manera clara de prevenir la infección, aunque los expertos recomiendan una serie de acciones como lavarse las manos antes de comer, comer alimentos que han sido manipulados y preparados de manera segura y beber solo agua potable. Poco más se puede decir, y si se hace es porque se ha comprobado que las infecciones por la bacteria son más comunes en países en desarrollo donde las personas pueden no tener acceso a alimentos y agua limpios.
Normalmente, las personas que se infectan presentan dolor de estómago e hinchazón, náuseas y mareos. Otros no tienen síntomas hasta que desarrollan una úlcera estomacal, que produce un dolor sordo o ardiente en el área superior del abdomen. Aunque estos pueden estar causados también por otro tipo de dolencias, lo más aconsejable es acudir a un especialista para que compruebe si se ha producido la infección. Porque la consecuencias de otras patologías derivadas sí pueden ser graves. En el caso de las úlceras, por ejemplo, pueden provocar dolor de estómago severo, heces negras o con sangre roja, vómitos de sangre, mareos, desmayos, etcétera.
El Helicobacter pylori se puede detectar con un análisis de sangre, un test del aliento o a través de las heces. Para comprobar el daño que ha podido hacer en el estómago, se suele hacer una endoscopia, con la que se introduce un tubo a través del estómago con un instrumento especial mientras el paciente está sedado o duerme.
Si se confirma su presencia, el tratamiento consiste en tomar una serie de antibióticos que acaban con su presencia. Suelen ser muy potentes y arrasan con parte de la flora del intestino, por lo que una vez ingeridos hay que reponer la flora cuidando mucho la alimentación y tomando algún probiótico que ayude a su recuperación. Cuando ha provocado una úlcera, el mejor tratamiento es proporcionar medicamentos que reduzcan el ácido del estómago llamados inhibidores de la bomba de protones o bloqueadores de los receptores de histamina. Después, hay que hacer un seguimiento para asegurar la curación y evitar complicaciones.