Todos conocemos cuáles son los síntomas de la Covid-19 en los pacientes que contraen el virus, pero hay más desconocimiento acerca de lo que sucede después de la recuperación. Según explican los expertos, la infección respiratoria que provoca el SARS-CoV-2 puede provocar un daño en los pulmones a más largo plazo, desde una tos persistente hasta sibilancias crónicas o asma. No todas las personas que vencen a la Covid-19 tienen el mismo riesgo de experimentar consecuencias a largo plazo por la infección.
Los que están en mayor riesgo son las personas mayores de 65 años, las personas que viven en un hogar de ancianos o en un centro de atención a largo plazo, aquellas que tienen enfermedades pulmonares, cardíacas, renales y hepáticas crónicas. También pueden tener más riesgo los que tienen sistemas inmunes comprometidos y las personas con obesidad mórbida o diabetes.
Los que han pasado por una neumonía o un síndrome respiratorio agudo pueden requerir oxígeno durante un tiempo prolongado y, dependiendo de la duración de la enfermedad, muchos presentarán una gran debilidad muscular y fatiga, por lo que sería necesario realizar una rehabilitación agresiva.
Las personas que han requerido una estancia en cuidados intensivos tienen un mayor riesgo de problemas de salud mental como el trastorno de estrés postraumático, la ansiedad y la depresión cuando salen del tratamiento. Además, también pueden presentar un deterioro cognitivo significativo y una capacidad física limitada. Es lo que se conoce como el síndrome de cuidados intensivos posteriores (PICS), que se utiliza para describir a los pacientes que han sobrevivido a una enfermedad grave que ha requerido UCI y suelen tener combinación de deterioro físico, deterioro cognitivo y deterioro psiquiátrico.
Los impedimentos físicos suelen incluir debilidad y desnutrición. El deterioro cognitivo disminución de la memoria, disminución de la atención y disminución de la agudeza mental o la capacidad de resolver problemas. Según un estudio publicado en JAMA Neurology con datos recogidos de las personas que habían pasado la Covid-19 en China, el 36,4 por ciento de los pacientes tenían problemas neurológicos pasada la infección.
Uno de los artículos de revisión que salió a fines de febrero concluyó que había posibilidad de que el virus viaje a las neuronas olfativas, a través del bulbo olfatorio y al cerebro. Esto ha llevado a pensar que puede ser que el virus afecte de alguna manera al bulbo raquídeo, en el cerebro, que controla nuestro sistema cardiorrespiratorio. Por lo tanto, las consecuencias de la enfermedad no tendrían solo que ver con los pulmones, sino que también se ven afectadas las neuronas medulares que controlan nuestra respiración.
También hay estudios abiertos que están analizando las consecuencias de la enfermedad a más largo plazo en el sistema circulatorio y si existe mayor probabilidad de sufrir algún tipo de accidente vascular.