Se cumple un año desde que la Covid-19 irrumpió de forma dramática en nuestras vidas provocando un decreto de alarma y un confinamiento que obligó a toda la población a encerrarse durante semanas en sus hogares sin prácticamente poder salir. Una situación inédita que, unida a todas las medidas de prevención que se han tenido que tomar en las sucesivas oleadas del virus y que siguen vigentes, ha provocado una transformación sistémica en nuestra forma de vida cuyas consecuencias tardarán tiempo en ser completamente dimensionadas dada la magnitud de la pandemia.

Lo cierto es que todas estas medidas que han sido tomadas en los diferentes países para frenar el avance de los contagios y que básicamente han consistido en una limitación de la movilidad, restricción de las relaciones sociales, confinamientos y cuarentenas y uso de mascarillas y distancia social han sido tan significativas que ha conllevado una serie de consecuencias psicológicas a nivel individual, familiar y social.

La mascarilla es el signo más distintivo de un año de Covid-19 pero las consecuencias psicológicas son también muy importantes

En España, la Cátedra extraordinaria de la Universidad Complutense de Madrid – Grupo 5 Contra el Estigma –un espacio de investigación, comunicación y difusión de los conocimientos científicos– llevó a cabo durante el confinamiento el “Estudio del impacto psicológico de la Covid-19 en la población española”, en una población de 3.473 personas y las primeras conclusiones fueron las siguientes:

>Más de la mitad de las personas entrevistadas (60%) indicó que haber sentido poco interés o placer en hacer cosas y se sintieron varios días decaídas, deprimidas o sin esperanzas. El 15% tuvo esa sensación más de la mitad de los días.

>El 70% de las personas sintió, durante algunos días, nerviosas, angustiadas o muy tensas y el 55% sintió que no era capaz de dejar de preocuparse o de controlar la preocupación. Entre el 15 y el 18% tuvieron ansiedad o preocupaciones más de la mitad de los días.

>El 30% tuvo un ataque de pánico y el 15% tuvo varios días dificultad para dormir.

>Los más jóvenes, los que tienen entre 18 y 39 años, fueron los que presentan más ansiedad, depresión y síntomas somáticos. Los mayores de 60 se mostraron más tranquilos y controlaron mejores sus emociones.

>El 45% de la muestra dijo sentir que le falta compañía. 

>Un 5% se sintió discriminado o excluido por sus vecinos o amigos.

>Desde el inicio del Covid-19, un 12% creyó que las personas que no estaban en su situación no pueden entenderles y un 8% evitó relacionarse con otras personas para no ser rechazado. Las personas más mayores reportaronn una mayor discriminación.

El pasado mes de septiembre, se llevó a cabo el I Congreso Nacional COVID-19, en el que se celebró una mesa llamada “La salud mental ante la pandemia de la COVID-19”, moderada por el Dr. Víctor Pérez Solá, del Instituto de Neuropsiquiatría y Adicciones del Hospital del Mar (Barcelona).

En ella se destacó un aumento de los síntomas depresivos en la población. Los factores de riesgo según concluyeron eran ser mujer joven, menor de 40 años, estudiantes, con un nivel educativo bajo, vivir en una ciudad, la presencia de soledad, mala salud (física o psíquica), preocupación alta, sin hijos, estar en paro, tener una alta exposición a noticias sobre la pandemia, y haber sufrido un periodo de confinamiento prolongado.

En cuanto a la ansiedad, las estadísticas también reflejan un aumento significativo, especialmente cuando se producían factores como una alta exposición a noticias sobre la pandemia, periodo de confinamiento prolongado o estar en contacto con algún afectado. También se ha identificado la aparición de casos de estrés postraumático (insomnio, sueños relacionados con la pandemia, síntomas disociativos de la realidad). La mayor prevalencia de trastornos mentales (tipo estrés y ansiedad) que se da entre las mujeres, que sean ellas las que suelen ocupar en mayor porcentaje las actividades de riesgo (trabajos en centros comerciales, cuidadoras, más expuestas a las circunstancias negativas de la pandemia).

Las medidas higiénicas siguen siendo, un año después, igualmente necesarias

Tras la segunda ola, el Consejo General de la Psicología de España (COP) llevó a cabo un informe bajo el nombre de “Malestar psicológico derivado de la Covid-19 en la segunda ola”. De hecho, publicó una guía donde se recogían alguno de estos datos y se ofrecía ayuda para hacer frente a las consecuencias. En el estudio, se concluyó que “uno de cada 4 españoles presenta síntomas relacionados con la depresión grave o moderada por la Covid-19”. Entre esos síntomas se destacaban aspectos como sentirse decaído, triste, no tener ganas de hacer cosas y sentir ansiedad. De hecho, uno de cada tres presentaba síntomas relacionados con la ansiedad.

También había algunos aspectos positivos. Más del 80 % afirmaba que hay cosas en la vida que ahora valora más y que le hacían sentirse mejor persona y el 30 % sostenía que sus relaciones personales habían mejorado durante la pandemia. Un tercio también aseguraba que consume menos alcohol que antes de la pandemia y un 14,5 % fumaba menos.

Por colectivos, se hicieron diversos estudios y análisis y todos coinciden en el aumento de estos síntomas de ansiedad y depresión.

Por ejemplo, el estudio “Impacto psicológico de la Covid-19 en la salud de los trabajadores”, llevado a cabo por la consultora Affor Prevención Psicosocial en España y en siete países de Latinoamérica concluyó que, en España, el 41,99% de la población trabajadora encuestada presentaba síntomas de ansiedad y el 27,3% sentía que su salud había empeorado notablemente. Los síntomas principales que se han padecido son nerviosismo, irritabilidad o tensión (86,2%), alteración del sueño (84,7%), dolor de cabeza (68,8%), retraso en el comienzo de las tareas (50,6%) y sensación de ahogo sin esfuerzo físico (42,6%).

En la revista Journal of Psychiatry and Mental Health, se publicó un estudio llevado a cabo en la Universidad del País Vasco, sobre los profesionales sanitarios. La muestra estuvo compuesta por 421 profesionales a los que se les envió un cuestionario para evaluar las variables de ansiedad, estrés y depresión, así como las dificultades con el sueño.

Además de en lo físico, los sanitarios son el colectivo más afectado en lo psicológico

Los resultados mostraron que la pandemia de la Covid-19 ha generado entre el personal sanitario síntomas de estrés, ansiedad, depresión e insomnio, con mayores niveles entre las mujeres y profesionales de más edad. Variables como haber estado en contacto con el virus o el miedo en el trabajo desencadenaron una mayor sintomatología. Por este motivo, se concluye que sería necesario ofrecerles ayuda psicológica para reducir el impacto emocional del Covid-19 y asegurar así no solo su salud mental, sino también el adecuado cuidado que dispensan.

En cuanto a los niños y jóvenes, en el estudio Co Space (Covid-19: Supporting Parents, Adolescents and Children during Epidemics), una iniciativa liderada por la Universidad de Oxford con la participación de instituciones de todo el mundo, cuyos objetivos son identificar las consecuencias de la pandemia y del confinamiento en esta población. Los primeros análisis concluyen que ha habido un aumento considerable del aislamiento social y la soledad, como se refleja en las encuestas que han llevado a cabo, situaciones que están fuertemente asociadas a estados de ansiedad, depresión, autolesiones e intentos de suicidio.