No podemos eliminar completamente el estrés de nuestras vidas, aunque sí atenuarlo de alguna manera, practicando ejercicios de relajación, haciendo ejercicio físico y llevando unos hábitos de vida saludable. Pero cuando ocurren ciertos acontecimientos en nuestras vidas, nos inducen sentimientos como el pánico, la tristeza y la emoción. Por eso se puede decir que buena parte del estrés es emocional, porque activa nuestras emociones.
El estrés emocional también puede desencadenar manifestaciones físicas como aumento de la frecuencia cardíaca o problemas digestivos. La clave para manejarlo, tanto sus manifestaciones emocionales como físicas, es reconocer sus propios factores desencadenantes y luego identificar los mecanismos de afrontamiento.
Dos de los principales síntomas del estrés emocional son la falta de capacidad de concentración y la dificultad para recordar cosas. El aumento de los sentimientos de ansiedad, ira, dolor o tristeza también pueden ser signos de que sus niveles de estrés son un poco más altos de lo habitual. Esto tiene gran impacto en la salud física y puede provocar síntomas de fatiga y agotamiento.
La cantidad de tiempo que las personas se ven afectadas por el estrés emocional también puede diferir. Dependiendo del desencadenante, el estrés emocional puede ser agudo, episódico o prolongado. El estrés emocional agudo, por ejemplo, puede desencadenarse por situaciones extremas puntuales, como una mala noticia, una muerte, un diagnóstico inesperado… El estrés emocional prolongado podría ser causado por un entorno de trabajo hostil y el episódico puede ocurrir cada vez que el individuo se enfrenta a una situación específica.
Existen diferentes formas de manejar el estrés emocional, pero uno de los aspectos más importantes es identificar los eventos estresantes, aquello que desencadena esa sensación. Incluso en los casos inesperados, siempre se pueden tener en cuenta los escenarios recurrentes que potencialmente pueden causarlo, como reacciones emocionales fuertes.
Otro punto interesante es el entrenamiento en la atención plena, en el sentido de estar atento a las reacciones del cuerpo. Es bueno preguntarse dónde se está conteniendo la tensión para tratar de localizar qué partes del cuerpo se sienten tensas.
Los ejercicios de respiración profunda también pueden ayudar a aliviar los síntomas del estrés emocional. Así lo demuestra, por ejemplo, este estudio llevado a cabo en Barcelona y de nombre Efectos de la respiración controlada sobre los síntomas de estrés y ansiedad en una población de 55 a 65 años.
Y, como siempre, si el estrés emocional se vuelve inmanejable, es mejor buscar ayuda profesional de un psicólogo o trabajador social autorizado, que puede ayudarlo con más estrategias de afrontamiento.