Daniel López Codina debe ser un buen profesor. Las explicaciones que da y los razonamientos que hace son concretas, determinadas, concisas. Todo por teléfono, naturalmente. Doctor en física, es profesor titular de la Universitat Politècnica de Catalunya y miembro de los grupos de investigación Modelización y Simulación Discreta de Sistemas Biológicos (Mosimbio) y también de Biología Computacional y Sistemas Complejos (Biocom-Sc). Este último ha elaborado un modelo predictivo de la evolución de la pandemia del covid-19 que utilizan, entre otras instituciones, la Generalitat y la Comisión Europea. Para entendernos: conocen bien como se mueve la infección y la clavan mucho.
¿Hay más infectados que casos confirmados? ¿Cómo calculan los casos reales?
Los casos confirmados son las personas que las agencias de salud pública contabilizan como positivos porque se les ha hecho el test o se les ha detectado por una placa en el hospital, etcétera. Pero los contagiados reales son muchos más. Personas con sintomatología leve o asintomáticos. Podemos hacer una estimación de la cifra total de infectados por la letalidad del virus. Por los datos de Corea del Sur o las de aquel crucero [el Diamond Princess, declarado en cuarentena en Japón], sabemos que es del orden del 1%. La aplicamos al número de muertes de tal día y podemos estimar cuántos casos había 18 días antes, que es el periodo de actuación del virus. Es decir, que en Catalunya, ahora mismo, hablamos de 300.000 infectados y probablemente de un millón cuando acabemos este periodo.
¿Tantos?
Piense que toda esa gente quedará inmunizada. Claro que también habrá muchos más que no lo estarán. Por lo tanto, tenemos que abrir el confinamiento con mucha prudencia. Que no nos pase como a Irán, que sufrió un gran rebrote por precipitarse. El riesgo aquí es que con tanta gente infectada son muy probables los rebrotes cuando aflojemos el confinamiento. Tenemos que hacerlo lenta y progresivamente.
La capacidad del sistema sanitario es la referencia. Si no puede funcionar con normalidad, hay que mantener el confinamiento
¿Ve factible regresar rápidamente a la normalidad?
Corea del Sur es una buena respuesta a esa pregunta. Controlan mucho. Su estrategia consiste en diagnosticar muchísimo y aislar a los enfermos que localizan. Ahora mismo tienen una cifra de casos baja y el sistema sanitario puede asumirlos sin gran dificultad. La capacidad del sistema sanitario es la referencia. Si no puede funcionar con normalidad, el confinamiento tiene que mantenerse. Por eso el proceso de reapertura [del confinamiento] no puede ser rápido ni descontrolado.
¿Y eso tienen que decidirlo los políticos o los científicos?
Los científicos podemos hacer recomendaciones. Nosotros estamos en contacto con la Comisión Europea —son los primeros que nos lo pidieron— y con la Agència de Qualitat i Avaluació Sanitàries de Catalunya (AQuAS). Nuestra principal recomendación es conseguir que el sistema sanitario pueda respirar y volver a la normalidad. Es fácil dictaminar desde la silla del científico pero, evidentemente, no tenemos la última palabra. Las decisiones y medidas también tienen que tener componentes sociales y políticos. Por eso el trabajo de los políticos es difícil —y la lucha de competencias entre administraciones todavía la hace mes difícil.
Ahora mismo hay bastante información para tomar decisiones con criterio: Los datos importantes los tenemos
¿Cómo incorporan a su modelo el impacto de las medidas de distanciamiento social, volumen de tests...?
Los efectos de las medidas de confinamiento los vemos analizando los datos. Estimamos el número de casos en función de resultados anteriores. Uno de los parámetros que usamos es la velocidad reproductiva efectiva. Lo calculamos a partir del número de casos. Una vez aplicada una medida de control, deben transcurrir un mínimo de diez días para observar los efectos. Para cuantificar la intensidad del confinamiento y ver si los efectos son mayores o menores también trabajamos con datos de movilidad.
¿Qué relevancia tiene la precisión de los datos?
Ahora mismo, la exactitud no afecta al conocimiento de la dinámica de la pandemia. Lo que es importante es que el flujo de datos sea estable y de calidad. Cabe decir que no estábamos preparados para una situación así. La mortalidad por covid-19 en Catalunya y en España es más alta que la registrada porque, por ejemplo, hay personas mayores en residencias que mueren sin que les haga el test y no cuentan como muertes por covid-19, o porque los sistemas hospitalarios utilizan sistemas de información diferentes. Los datos exactos los sabremos en el futuro, cuando podamos comparar bien la mortalidad antes y después de la epidemia. La diferencia será el resultado del covid-19. Ahora mismo, sin embargo, hay bastante información para tomar decisiones con criterio. Tenemos los datos importantes —la previsión de hospitalizados, camas uci, respiradores... En un mundo ideal sería magnífico disponer de datos perfectos pero estamos en el mundo real. Vaya, que tenemos capacidad para conocer la realidad, hacer una previsión razonable y una gestión correcta.
Nuestro reto ahora es hacer que sea fácil entrar y salir del confinamiento hasta que encontramos la vacuna
¿También en el caso de las residencias de personas mayores?
Claro. Todos los residentes de estos centros son perfil de riesgo y viven todos cerca unos de otros. El virus se transmite con mucha facilidad. Si en una casa donde hay un infectado ya consideramos que el resto también lo están, imagínese en una residencia de mayores. Es el lugar donde los estragos del covid-19 pueden ser más graves —y eso es lo que ocurre. El covid-19 es muy infectivo y fácilmente pasa de una persona a otra. Como no hay casi nadie inmunizado ni tenemos vacuna, los efectos son más catastróficos. Pero pasará. ¿Se acuerda del mosquito tigre? Al principio era un drama. Ahora ya forma parte de nuestra normalidad. El sistema inmunológico reconoce los patógenos que transmite y no hay problema. Molesta, sí, pero ya no tenemos que ir al hospital si nos pica.
¿Cuántas rondas de confinamiento más pasaremos?
Es demasiado pronto para decirlo. Esta es la primera pandemia global desde la gripe española de 1918, que fue un desastre de 55 millones de muertos. Hasta que no dispongamos de la vacuna no podremos volver a la normalidad. Entretanto, tenemos que controlar el número de casos para que el covid-19 no sea problemático, y proteger a las personas de riesgo: los mayores de 65-70 años y las personas de servicios básicos —sobre todo los profesionales de la salud— para que todo siga funcionando. Tenemos que ser pacientes. Nuestro reto ahora mismo es ayudar al proceso de reapertura, de volver a la normalidad, hacer que sea fácil entrar y salir del confinamiento cada vez que nos convenga... hasta que encontremos la vacuna.