A la hora de incorporar hábitos saludables en nuestra dieta solemos prestar mucha atención al tipo de alimentos que tomamos, lo cual es muy importante, pero no se suele dar tanta importancia a las horas en las que ingerimos la comida, un elemento también fundamental.
Para la mayoría de la gente, el momento del día en que se come está determinado por factores como los horarios de trabajo, el hambre, los medicamentos que se toman y los momentos en que los demás están libres para compartir una comida.
Pero lo cierto es que, en el ámbito de la ciencia, las investigaciones sugieren que la hora del día en que comemos y la cantidad de tiempo que transcurre entre las comidas pueden tener efectos profundos en nuestra salud, puesto que nuestro cuerpo digiere los alimentos de manera diferente en distintos momentos del día.
Muchas de estas fluctuaciones diarias están relacionadas con el ritmo circadiano, el ciclo que modera nuestros patrones de sueño-vigilia durante 24 horas. Entre otros, afecta a procesos físicos y mentales, como la alimentación y la digestión, tal y como demuestra en este estudio llevado a cabo en Alemania.
Estos son algunos consejos para ajustar nuestras horas de comer a los ciclos circadianos:
>Mantener un horario de comidas constante día a día está relacionado con la pérdida de peso, un aumento de la energía y una reducción de los factores de riesgo metabólico de las enfermedades crónicas, como se recoge en este estudio realizado en California. Eso sí, teniendo en cuenta que no siempre sea posible comer a la misma hora todos los días y que la genética individual afecta gran parte de la forma en que nuestro cuerpo regula los ritmos circadianos que interactúan con las comidas. Por lo tanto, hay veces que hay que guiarse por lo que nos dice el propio organismo para descubrir cuál es la mejor hora para comer.
>El desayuno es la primera comida del día durante la cual se interrumpe el ayuno nocturno. Algunas personas les apetece en las primeras horas después de levantarse, mientras que otras prefieren esperar hasta más tarde en el día, cuando tienen más apetito. Los estudios han demostrado que no es imprescindible, como se creía, por lo que saltárselo no tiene efectos negativos sobre la salud.
>Realizar la comida a una hora más temprana puede ayudar a las personas a perder peso, puede contribuir a un microbioma más saludable, como recoge este estudio y además, mejora la salud metabólica.
>Cenar temprano y evitar las comidas ricas en calorías justo antes de acostarse o durante la noche mejora la salud. En la siguiente investigación se demuestra que se asocia comer tarde por la noche con dislipidemia, niveles más altos de grasa en la sangre y un factor de riesgo de enfermedad crónica. También influye cambios en la grasa corporal, el aumento de peso y la capacidad del cuerpo para digerir el azúcar, como se recoge en esta investigación.
Por lo tanto, se podría resumir en que es mejor comer lo más temprano posible, reducir la ventana diaria de alimentación manteniendo toda la ingesta calórica del día dentro de un período de 12 horas como máximo y planificar una rutina diaria que permita seguir una pauta que mejore la salud.