A lo largo del día, nuestro organismo pierde agua constantemente, sobre todo a través de la orina y el sudor. En épocas más calurosas, es importante beber cantidades adecuadas de agua para prevenir la deshidratación. En invierno, las necesidades pueden ser menores, pero de igual manera es un elemento imprescindible para una vida saludable. Pero… ¿cuánta cantidad se debe beber?
Siempre se ha dicho que una buena cantidad son ocho vasos de agua al día, lo que equivaldría aproximadamente a unos 2 litros. Otros expertos apuntan a que es necesario beber agua constantemente a lo largo del día, incluso cuando no se tenga sed y que esa cantidad de ocho vasos se queda corta.
Lo cierto es que depende mucho de cada persona y existen muchos factores que afectan a la necesidad de agua que tenemos. Eso sí, hay que partir de la base de que mantenerse hidratado durante el día es esencial, entre otras cosas porque si no nuestros niveles de energía y la función cerebral comienzan a descender.
Por ejemplo, una pérdida de líquido de poco más del 1% después de hacer ejercicio afecta al estado de ánimo y la concentración y aumenta la frecuencia de los dolores de cabeza. Una deshidratación leve (1-3% del peso corporal) causada por el ejercicio o el calor puede perjudicar la función cerebral y afectar negativamente el rendimiento físico, lo que reduce la resistencia.
Además, el agua es esencial para mantener un correcto metabolismo. Según dos estudios, beber 500 ml de agua puede estimular temporalmente el metabolismo entre un 24% y un 30% y beber 2 litros en un día aumenta el gasto energético en aproximadamente 96 calorías por día.
El hecho de beber una media hora antes de las comidas también puede reducir la cantidad de calorías que terminas consumiendo, especialmente en las personas mayores. Está demostrado que las personas que hacen dieta y beben dos vasos de agua antes de cada comida pierden más peso en comparación con las que no lo hicieron, especialmente cuando se combina con una dieta saludable.
Existen otros problemas de salud que mejoran cuando aumentamos la ingesta de agua, como por ejemplo el estreñimiento, el cáncer de vejiga, los cálculos renales o el acné. Pero eso sí, si lo que se bebe es agua pura, no con gas u otros añadidos.
El truco para saber cuánto se debe beber al día nos lo dice nuestro propio cuerpo, que tiene un sofisticado sistema para regular cuándo y cuánto se debe beber. Cuando el contenido total de agua desciende por debajo de cierto nivel, la sed se activa. Esto está controlado por mecanismos similares a la respiración; no es necesario pensar en ellos de forma consciente. Por lo tanto, en el día a día, nos tenemos que dejar llevar por este instinto y no obviarlo. La ingesta debe aumentar en situaciones de mayor sudoración, cuando hace más calor o hacemos más ejercicio. La necesidad también aumenta en situaciones especiales, como la lactancia o enfermedades que provoquen vómitos y diarrea. Las personas mayores también deben vigilar la ingesta de agua porque los mecanismos de la sed pueden comenzar a funcionar mal en la vejez.