El pescado es un alimento saludable que ha formado parte de la vida de los hombres desde tiempos inmemoriales. Supone una fuente fundamental de grasas omega 3, de vitamina D, de selenio y de proteínas de buena calidad.
Sin embargo, en los últimos años, la contaminación del mar ha puesto la alerta sobre este alimento y ha despertado cierta suspicacia entre la población, que teme que comerlo en exceso pueda suponer un problema de salud a largo plazo.
En uno de los estudios más completos al respecto recogía los resultados de 20 informes y concluía que tomar dos porciones a la semana de pescado azul (salmón, arenque, caballa, anchoas o sardinas) reducía el riesgo de morir por enfermedad cardíaca en un 36 por ciento. Se sabe que comer pescado tiene una acción beneficiosa protegiendo el corazón, reduciendo la presión arterial y la frecuencia cardiaca, mejorando la función de los vasos sanguíneos e incluso reduciendo los triglicéridos y aliviando la inflamación crónica.
Pero el miedo a la contaminación con mercurio, los residuos de pesticidas, microplásticos y otras posibles toxinas que se encuentran en el mar ha provocado que el consumo se reduzca en muchos países por temor a la contaminación. En lo que se refiere al mercurio, la Autoridad Europea para la Seguridad de los Alimentos (EFSA) ha establecido una ingesta semanal tolerable de 4 microgramos de mercurio inorgánico por kilo de peso corporal, lo que equivale a 240 microgramos en el caso de una persona de 60 kilos. Para aplicar esta cifra hay que tener en cuenta que los límites máximos de mercurio en los alimentos son de 1 mg por kilo en rape, bonito, anguila, fletán, gallo, salmonete, lucio, raya, besugo, tiburón, esturión, pez espada y atún y de 0,50 microgramos por kilo en los demás pescados.
Eso sería en la población en general. En otros grupos poblacionales, la Dirección General de Sanidad y Consumo (DGSANCO) de la Comisión Europea ha recomendado un consumo restringido para grupos vulnerables, como mujeres embarazadas o que puedan llegar a estarlo, mujeres en periodo de lactancia y a niños de corta edad. La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición hizo suyas estas recomendaciones y aconseja evitar el consumo de pez espada, tiburón, atún rojo y lucio en mujeres embarazadas o que puedan llegar a estarlo o en período de lactancia y en niños menores de tres años. A los niños entre 3 y 12 años, recomienda limitar a 50 gramos a la semana y no consumir ningún otro de los pescados de esta categoría en la misma semana.
Por último, en lo que se refiere a microplásticos y otras toxinas las informaciones no son todavía del todo concluyentes. Pero es significativo que, según se calcula, cada año llegan al mar entre cinco y trece millones de toneladas de plástico que se descomponen en trocitos muy pequeños, que el plancton, los bivalvos, los peces y hasta las ballenas confunden con comida.
Se cree que estos compuestos podrían interferir en la regulación hormonal del organismo y en el desarrollo cerebral de fetos y niños por lo menos, pero estudiar el impacto es complicado porque los plásticos no se comportan igual según el ambiente, y porque sus características varían cuando los ingieren los animales, por lo que, a ciencia cierta no se sabe cómo nos pueden dañar.