El sueño es un factor fundamental para la salud de nuestro organismo y una buena higiene del sueño debe ser un hábito esencial en el día a día. Sin embargo, la solución no es dormir mucho. De hecho, hay que hacerlo con moderación.
Según un estudio llevado a cabo por la Universidad de Washington, tanto las personas que dormían poco como las que dormían mucho experimentaban un mayor deterioro cognitivo que las personas que dormían una cantidad moderada, incluso cuando se tenían en cuenta los efectos de la enfermedad de Alzheimer temprana.
Al rastrear la función cognitiva en un gran grupo de adultos mayores durante varios años y analizarla en comparación con los niveles de proteínas relacionadas con el Alzheimer y las medidas de la actividad cerebral durante el sueño, los investigadores generaron datos cruciales que ayudan a desenredar la complicada relación entre el sueño, el Alzheimer y la función cognitiva. Los resultados han sido publicados en la revista Brain.
“Ha sido un desafío determinar cómo se relacionan el sueño y las diferentes etapas de la enfermedad de Alzheimer”, asegura uno de los autores, Brendan Lucey, profesor de neurología y director de la Washington University Sleep Centro de Medicina. “Nuestro estudio sugiere que existe un rango medio, o punto óptimo, para el tiempo total de sueño en el que el rendimiento cognitivo se mantiene estable a lo largo del tiempo. Los tiempos de sueño cortos y largos se asociaron con un peor rendimiento cognitivo, quizás debido a un sueño insuficiente o una mala calidad del sueño.
El Alzheimer es la principal causa de deterioro cognitivo en los adultos mayores y contribuye a aproximadamente el 70% de los casos de demencia. La falta de sueño es un síntoma común de la enfermedad y una fuerza impulsora que puede acelerar la progresión de la enfermedad.
Para analizar los efectos separados del sueño y la enfermedad de Alzheimer en la cognición, Lucey y sus colegas recurrieron a voluntarios que participan en estudios sobre la enfermedad de Alzheimer que se sometieron a evaluaciones clínicas y cognitivas anuales y proporcionaron una muestra de sangre para analizar la variante genética APOE4 de la enfermedad de Alzheimer de alto riesgo.
Para este estudio, los participantes también proporcionaron muestras de líquido cefalorraquídeo para medir los niveles de proteínas de la enfermedad de Alzheimer, y cada uno durmió con un pequeño monitor de electroencefalograma (EEG) sujeto a la frente durante cuatro a seis noches para medir la actividad cerebral durante el sueño.
En total, los investigadores obtuvieron datos sobre el sueño y el Alzheimer de 100 participantes cuya función cognitiva había sido monitoreada durante un promedio de 4 años y medio. La mayoría (88) no tenía deterioro cognitivo, 11 tenían un deterioro muy leve y uno tenía un deterioro cognitivo leve. La edad promedio era de 75 años en el momento del estudio del sueño.
Los investigadores encontraron una relación en forma de U entre el sueño y el deterioro cognitivo. En general, los marcadores cognitivos disminuyeron para los grupos que durmieron menos de 4,5 o más de 6,5 horas por noche, según lo medido por EEG, mientras que se mantuvieron estables para aquellos en el medio del rango.
“Fue particularmente interesante ver que no solo aquellos que dormían poco, sino también aquellos que dormían mucho, tenían más deterioro cognitivo”, aseguran los expertos. “Sugiere que la calidad del sueño puede ser clave, a diferencia del simple sueño total”.