La salud mental de los niños y adolecentes se ve más afectada si padecen obesidad. Independientemente del género, el acoso es un factor de riesgo considerablemente mayor que el sobrepeso para desarrollar síntomas depresivos.
Así ha quedado de manifiesto en el estudio Body mass index and bullying victimization as antecedents for depressive symptoms in a Swedish youth cohort (Índice de masa corporal y victimización por acoso como antecedentes de síntomas depresivos en una cohorte de jóvenes suecos) llevado a cabo de la Universidad de Uppsala que realizaron un seguimiento a adolescentes durante seis años que han publicado en el Journal of Public Health.
“El propósito de nuestro estudio fue investigar la conexión entre el índice de masa corporal (IMC) y los síntomas depresivos, y analizar de cerca si ser sometido a acoso escolar afecta esta relación a lo largo del tiempo. También queríamos investigar si existían diferencias de género”, asegura Sofia Kanders, del departamento de Neurociencia de la Universidad de Uppsala en Suecia.
El estudio
En la investigación, participaron más de 1.700 niños y jóvenes nacidos en el condado de Västmanland respondieron preguntas sobre su altura, peso y síntomas depresivos en tres ocasiones distintas (2012, 2015 y 2018). La edad media de los encuestados fue de 14,4 años en la primera ocasión y de 19,9 años en la última. Con base en el IMC, los adolescentes se dividieron en tres grupos: aquellos con peso normal, sobrepeso y obesidad, respectivamente. También se agruparon según la extensión de sus síntomas depresivos.
En general, independientemente de su peso, las niñas declararon con mayor frecuencia que tenían síntomas depresivos. En 2012, el 17% de las niñas y el 6% de los niños lo hicieron. Para 2015, la proporción de adolescentes con estos síntomas había aumentado al 32% para las niñas y al 13% para los niños. Las cifras correspondientes para 2018 fueron 34 y 19 por ciento, respectivamente. Un IMC más alto no afectó, hasta donde pudieron ver los investigadores, el bienestar mental de las niñas en gran medida.
Entre los niños, sin embargo, el patrón observado fue completamente diferente. “Cuando analizamos a niñas y niños por separado, vimos que para los niños con obesidad en 2012, el riesgo de tener síntomas depresivos en 2015 fue, estadísticamente, cinco veces mayor que para los niños de peso normal. En las niñas no encontramos tal conexión”, asegura Kanders.
El estudio no ha podido responder a la pregunta de qué causa esta diferencia de género, y los investigadores creen que se necesita más investigación en esta área. A los jóvenes encuestados también se les preguntó sobre el acoso escolar, por ejemplo, para indicar si, en el último año, habían estado expuestos físicamente a golpes, se burlaron de ellos o fueron excluidos, sometidos a acoso por redes sociales o intimidados por un adulto en la escuela.
En todos los análisis, la exposición al acoso se asoció con un mayor riesgo de síntomas depresivos. Esta conexión también fue evidente seis años después, especialmente en niños con sobrepeso. Los investigadores creen que estos resultados parecen indicar una diferencia de género en cómo el IMC y el acoso juntos impulsan el desarrollo de futuros síntomas depresivos.
“Una conclusión clave y un mensaje para llevar a casa de nuestro estudio es que el acoso puede afectar las enfermedades mentales durante mucho tiempo, lo que hace que las medidas preventivas contra el acoso en las escuelas sean extremadamente importantes”, dice Kanders.