Cada año, crece el número de diagnósticos de autismo en el mundo. En Occidente, la prevalencia está situada aproximadamente en el 2% de la población, una cifra mayor de la que se producía hace una década. Sin embargo, no todos están conformes con estos datos. El Dr. Laurent Mottron, profesor del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Montreal, y su equipo de investigación han analizado las cifras del autismo y aseguran que la diferencia entre las personas diagnosticadas con autismo y el resto de la población en realidad se está reduciendo. Es decir, que se diagnostican casos que antes no eran considerados como tales.
El estudio fue publicado recientemente en la revista JAMA Psychiatry. Los estudios realizados hasta la fecha muestran que las personas con autismo y el resto de la población tienen diferencias significativas en siete áreas: reconocimiento de emociones, teoría de la mente (capacidad de comprender que otras personas tienen sus propias intenciones), flexibilidad cognitiva (capacidad de transición de una tarea a otra), planificación de actividades, inhibición, respuestas evocadas (la respuesta del sistema nervioso a la estimulación sensorial) y el volumen cerebral. Juntas, estas mediciones responden a los componentes psicológicos y neurológicos básicos del autismo.
El Dr. Mottron y su equipo analizaron el tamaño de las diferencias observadas entre las personas con autismo y las personas sin él, y compararon su progresión a lo largo de los años. Esta medición es una herramienta estadística que cuantifica el tamaño de la diferencia en una característica específica entre dos grupos de sujetos.
Descubrieron que, en cada una de las áreas evaluadas, la diferencia medible entre las personas con autismo y las personas sin este, ha disminuido en los últimos 50 años, muy acusada en cinco de estas siete áreas. Las únicas que no mostraron una diferencia significativa fueron la inhibición y la flexibilidad cognitiva.
Según los expertos que han participado en la investigación, esto significa que, en todas las disciplinas, las personas con o sin autismo que están siendo incluidas en los estudios son cada vez más similares. Y si esta tendencia se mantiene, la diferencia objetiva entre las personas con autismo y la población general desaparecerá en menos de 10 años. La definición de autismo puede volverse demasiado borrosa para ser significativa, y con ello se terminaría trivializando la patología, porque se está aplicando el diagnóstico a personas cuyas diferencias con la población general son menos pronunciadas, aducen estos investigadores.
Para comprobar si esta tendencia era exclusiva del autismo, el equipo de investigación también analizó datos sobre esquizofrenia y descubrieron que la prevalencia de esta enfermedad se ha mantenido igual y la diferencia entre las personas con esquizofrenia y las personas sin esta, está aumentando.
El Dr. Mottron cree que no han cambiado los criterios de diagnóstico para el autismo, sino las prácticas del diagnóstico. Al parecer, tres de los criterios para un diagnóstico de autismo están relacionados con la sociabilidad. Hace cincuenta años, una señal de autismo era la falta de interés aparente en los demás. Hoy en día, simplemente es tener menos amigos que otros. A esto se une el hecho de que los expertos, en lugar de autismo, prefieren utilizar la denominación de trastorno del espectro autista (TEA), lo que ha llevado a cuestionar incluso la existencia de este trastorno neurobiológico.