Hoy se celebra en todo el planeta el Día Mundial de la lucha contra el SIDA. Se calcula que alrededor de 37 millones de personas padecen la infección en todo el mundo y el 25% de la población mundial no sabe que la sufre. Aun así, en general, la incidencia de las infecciones por VIH ha bajado en las últimas décadas y la tasa de mortalidad ha disminuido en casi un 80% desde el año 2002, según algunas estimaciones.
Sin embargo, a pesar de estas tendencias, el VIH continúa siendo una prioridad de salud mundial, por las enfermedades que derivan de su infección, que afecta al sistema inmunológico de los pacientes. A nivel mundial, la principal causa de muerte entre las personas con VIH es la tuberculosis. Aunque en los países occidentales –donde la tuberculosis es poco común– las personas con VIH mueren por otras afecciones que no están relacionadas con el virus de la inmunodeficiencia adquirida, como por ejemplo la diabetes, la enfermedad renal, la enfermedad hepática y las enfermedades cardiovasculares.
Recientemente, un estudio examinó las patologías específicas que las personas con VIH están en riesgo de desarrollar en todo el mundo. Los resultados han aparecido en la revista Clinical Infectious Diseases y entre las conclusiones destaca que el VIH aumenta el riesgo de EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica, que produce una inflamación en los pulmones que obstruye el flujo de aire) y la enfermedad cardíaca.
El estudio
Los autores analizaron 3.413 estudios que incluyeron 55 condiciones de salud con las que viven las personas con VIH. El estudio encontró que las personas con VIH tienen un riesgo significativo de sufrir EPOC, tos crónica, sensación de falta de aire, así como cardiopatía isquémica, mortalidad relacionada con el embarazo, sepsis materna y fracturas óseas.
Según los autores, estos resultados indican que incluso con la alta disponibilidad de terapia antirretroviral, las personas que viven con el VIH experimentan enfermedades respiratorias crónicas en un número desproporcionadamente mayor a las personas sanas.
Aunque también destacan que el riesgo de enfermedad cardíaca isquémica entre los pacientes podría deberse a la mayor prevalencia de tabaquismo y consumo de drogas en esta población, esto también puede estar relacionado con inflamación crónica subyacente y activación inmune, combinada con anormalidades de la coagulación y aterosclerosis.
Es verdad que el sida ha dejado de ser una sentencia de muerte, como pasaba hasta hace algunos años, y se ha convertido en una enfermedad crónica pero aun así, con el aumento de la esperanza de vida entre las personas que viven con esta enfermedad, esta población está afectada por enfermedades crónicas que alteran y reducen su calidad de vida, por lo que sería necesario estudiar más sobre esta cuestión para mejorar las condiciones de todos los enfermos en el mundo.