Un estudio realizado por investigadores de la Escuela de Salud Pública Bloomberg de Johns Hopkins ha revelado que las personas que siguen dietas altas en fibra tienen más probabilidades de experimentar hinchazón si la dieta es además más rica en proteínas que en carbohidratos.

El trabajo científico se ha publicado en la revista Clinical and Translational Gastroenterology, y en él se analizaron los datos de un ensayo clínico de dietas altas en fibra. Los resultados revelaron que cuando los 164 participantes del ensayo siguieron distintas versiones de una dieta saludable para el corazón y alta en fibra –que era relativamente rica en proteínas vegetales–, tenían aproximadamente un 40 por ciento más de probabilidades de sufrir síntomas de hinchazón que a los que llevaron una versión rica en carbohidratos de la misma dieta alta en fibra.

De igual manera, el estudio sugiere que las personas que siguen una dieta alta en fibra, son menos propensas a experimentar hinchazón si la dieta es relativamente rica en carbohidratos frente a rica en proteínas.

Se cree que las dietas altas en fibra causan hinchazón al aumentar ciertas poblaciones de especies saludables de bacterias intestinales que digieren fibra, que producen gas como subproducto. Por lo tanto, los hallazgos también sugieren un papel para macronutrientes como los carbohidratos y las proteínas en la modificación de la población de bacterias intestinales: el microbioma.

Según los autores, “es posible que en la versión rica en proteínas de la dieta causara más hinchazón porque provocó un cambio más saludable en la composición del microbioma. La proteína en estas dietas, provinieron sobre todo de fuentes vegetales como legumbres y nueces”.

La hinchazón afecta a aproximadamente el 20 por ciento de la población adulta de los EE. UU., y es tan común como efecto secundario de las dietas altas en fibra, que disuade a muchas personas de adoptar tales dietas.

El estudio

Los 164 participantes escogidos para el trabajo, sufrían una presión arterial más elevada de lo normal. Fueron asignados a tres dietas diferentes durante períodos consecutivos de seis semanas, separados por intervalos de descanso de dos semanas durante los cuales los participantes volvieron a sus hábitos alimenticios regulares.

Todas las dietas se consideraron dietas DASH, altas en fibra y bajas en sodio, y tenían la misma cantidad de calorías, pero variaban en sus énfasis en macronutrientes. Una de ellas era rica en carbohidratos y su distribución por calorías era de un 58 por ciento de carbohidratos, un 15 por ciento de proteínas, y un 27 por ciento de grasa. La segunda dieta era rica en proteínas vegetales, con un 48 por ciento de carbohidratos, un 25 por ciento de proteínas y un 27 por ciento de grasas. Por último, la tercera dieta era rica en grasas, con un 48 por ciento de carbohidratos, un 15 por ciento de proteínas y un 37 por ciento de grasas.

Un hallazgo clave del estudio fue que la prevalencia de la hinchazón pasó del 18 por ciento antes de las dietas, al 24, 33 y 30 por ciento, respectivamente, en las dietas ricas en carbohidratos, proteínas y grasas, lo que indica que estas dietas altas en fibra parecen aumentar la hinchazón.

Los investigadores también analizaron los cambios relativos entre las dietas y vincularon la dieta rica en proteínas con una probabilidad significativamente mayor de hinchazón, aproximadamente un 40 por ciento mayor, en comparación con la dieta rica en carbohidratos.

Los resultados sugieren que la sustitución de calorías de proteínas por carbohidratos de alta calidad, como cereales integrales, podría reducir la hinchazón de las personas con dietas altas en fibra, haciendo que esas dietas sean más tolerables.

Los investigadores encontraron evidencias de que muchos de los efectos de una dieta más saludable provienen de cambios en el microbioma intestinal que resultan como consecuencia de una mayor producción microbiana de moléculas promotoras de la salud llamadas metabolitos. Los autores sospechan que la dieta rica en proteínas vegetales causó más hinchazón porque originó un cambio mayor y más saludable en el microbioma.