Existe un considerable porcentaje de población (en torno al 10%) que presenta de forma crónica problemas digestivos, principalmente intestinales: malas digestiones, flatulencia, hinchazón, dolor abdominal, estreñimiento o diarrea… Tanto en los casos en los que terminan diagnosticados con patologías concretas como el síndrome del intestino irritable, colitis ulcerosa o la enfermedad de Crohn como en otros en los que los síntomas son más inespecíficos y no se llega a un diagnóstico concreto, existe la opción de seguir la llamada Dieta FODMAP.
FODMAP hace referencia a una serie de compuestos que forman parte de diferentes alimentos ricos en hidratos de carbono fermentables de cadena corta: oligosacáridos, disacáridos y polioles fermentables entre los que se incluyen: fructanos e inulina, galacto-oligosacáridos, fructosa, polioles (manitol, sorbitol, xilitol, maltitol, entre otros). En realidad son un grupo de moléculas que pueden ser difíciles de absorber en el intestino delgado de algunas personas. Cuando esto se produce, llegan al intestino grueso donde se fermentan y pueden causar estos síntomas tan molestos.
La dieta FODMAP tiene el objetivo de mejorar la calidad de vida de las personas con problemas digestivos
La dieta FODMAP fue desarrollada Desarrollada en la Universidad de Monash en Melbourne, por los doctores Peter Gibson y Susan Shepherd, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de estas personas al comprobarse que si la seguían, las molestias remitían.
En general, estos son los alimentos bajos en FODMAP que están permitidos en la dieta: los cereales sin gluten (como el arroz); verduras (pepino, zanahoria, patata, boniato, calabaza, aceitunas, pimiento rojo, tomate); frutas (melón, plátano maduro, limón, mandarina, uva, fresa, frambuesa); lácteos sin lactosa y quesos duros; carnes y pescados; huevos y bebidas vegetales. Pero para un seguimiento más específico, se puede consultar la web de la propia universidad, donde se realiza una descripción exacta de la dieta.
En cuanto a lo que dice la ciencia, de momento sigue bajo estudio. Pero en 2017 se publicó un estudio llevado a cabo en la Universidad de Michigan en el que se concluía que existe una creciente evidencia que respalda la eficacia de la dieta baja en FODMAP en pacientes con síntomas del Síndrome del Intestino Irritable, aunque todavía es necesario profundizar en sus efectos sobre la microbiótica y la nutrición.