Si te preocupa tu estado cognitivo en tiempos de confinamiento, sigue la dieta mediterránea. Según un nuevo estudiolas personas con una mayor adherencia a la dieta mediterránea presentaron una reducción de entre el 45% y el 50% en el riesgo de padecer una función cognitiva deteriorada. Los expertos del Instituto Nacional del Ojo de Bethesda, en Maryland (EEUU), demostraron el importante papel que tienen las elecciones dietéticas en la prevención de la salud. 

La investigación analizó los datos de dos estudios de enfermedades oculares relacionadas con la edad, mediante los cuales se realizó un seguimiento a los comportamientos dietéticos de alrededor de 8.000 personas con y sin degeneración macular durante 10 años. La razón por la que se estudió esta parte del organismo es que la retina es una extensión del cerebro. Un tercio del cerebro está dedicado a la visión y la retina recubre el globo ocular y se comunica con el cerebro a través de un nervio óptico. 

Los primeros resultados encontraron que las personas que consumían pescado y verduras desarrollaban menos degeneración macular relacionada con la edad con el paso del tiempo. Esto se debe a dos antioxidantes importantes que no se producen naturalmente en el cuerpo: la luteína y zeaxantina, que se encuentran en todas las verduras, pero especialmente en las de hoja verde como la col rizada, el perejil, las espinacas, el brócoli y los guisantes. 

Una vez en el cuerpo, la luteína y la zeaxantina viajan a la retina y ayudan a filtrar las longitudes de onda dañinas de la luz azul de alta energía que pueden dañar las células del ojo. Según los investigadores, el estudio demostró que la alta adherencia a la dieta mediterránea ayudó a reducir el riesgo de degeneración macular en todas las etapas

El estudió demostró también que el pescado –sobre todo aquellos ricos en los ácidos grasos omega 3 como el salmón salvaje, las sardinas, el atún blanco, la trucha de lago y la caballa– nutre las células cerebrales y mejora su rendimiento

De hecho, cuando los investigadores se centraron en analizar el impacto de este alimento, los datos demostraron que su ingesta dos veces a la semana tuvo una incidencia mayor que la de otros componentes de la dieta mediterránea a la hora de prevenir el deterioro. 

La dieta mediterránea se caracteriza por caracteriza el alto consumo de verduras, frutas y frutos secos como nueces, legumbres y cereales integrales. A esto se añade un moderado consumo de pescado y un bajo consumo de carne y productos cárnicos y productos lácteos (con la excepción de los quesos de larga conservación). La grasa principal proviene del consumo de aceite de oliva virgen extra.