La primera vacuna contra el coronavirus se habría registrado en Rusia, según ha explicado este martes el presidente ruso, Vladimir Putin, y recogía la agencia de noticias TASS. "Una de mis hijas se puso la inyección y participó en el ensayo", ha comentado en una reunión con el gobierno. Pero después de anunciar los detalles, la vacuna también habría generado una serie de reticencias. La Organización Mundial de la Salud (OMS), ya ha advertido que habrá que verificarla. Esta vacuna genera algunas dudas porque no habría completado todavía la tercera fase que toda vacuna tiene que superar con éxito.
Un artículo de opinión del diario británico The Guardian, firmado por el epidemiólogo Gideon Meyerowitz-Katz, asegura que "la única diferencia perceptible entre la vacuna rusa y cualquiera de las otras que se han visto en las noticias es que esta se ha saltado la mayoría de las fases de prueba que vienen antes de la licencia. En realidad, no tenemos ni idea de si es segura y eficaz", detalla.
Las fases que tienen que superar las vacunas
Meyerowitz-Katz señala que hay hasta cuatro fases. En una primera fase, la vacuna se administra a un pequeño grupo de personas en diferentes dosis para ver cuál es segura. En una segunda fase son un poco mayores, con grupos de centenares de personas y se hacen controles para asegurarse de que se está desencadenando una respuesta inmunitaria y también para comprobar si hay efectos secundarios.
Los ensayos de fase tres son los estudios más importantes antes de la obtención de licencia, por eso normalmente se habla de tres fases a la hora de testar una vacuna. De hecho, los de la tercera fase son los que prueban si una vacuna funciona o no. Se asignan personas al azar en dos grupos, vacuna y placebo, y les hacen un seguimiento durante meses para ver si estas personas que han recibido la vacuna se infectan menos que las que no. Esta fase es la mayor, con decenas de miles de personas. Meyerowitz-Katz detalla en el artículo que precisamente eso es lo que permite buscar los efectos secundarios.
Los ensayos de fase cuatro, posteriores a la obtención de la licencia, verifican si la vacuna causa problemas o patologías extrañas. Es posible que algún caso concreto de rareza no se llegue a detectar hasta el "paciente" 1.000.000. Es precisamente por eso que es tan importante, detallan los expertos, respetar todas las fases.
De hecho, el investigador principal del Instituto de Investigación del Sida IrsiCaixa, Julià Blanco, explica en una entrevista en el diario Ara.cat que "Moscú no ha tenido suficiente tiempo para garantizar los mínimos necesarios". "Nos podemos creer que han registrado la vacuna porque lo han hecho. El problema es en qué condiciones la han registrado", asegura. "Todas las agencias occidentales han facilitado información de las vacunas en curso, en cambio Rusia se ha movido en la opacidad. Nadie sabe los datos que tienen: cuántas dosis necesitarán, qué inmunidad y qué seguridad está generando esta vacuna... Ha habido una aceleración excesiva de todo el proceso regulador. Con dos o tres meses de pruebas es imposible saber qué inmunidad puede generar la vacuna. No creo que tengan datos sólidos de eficacia, que son imprescindibles para poder aplicar una vacuna," insiste en la entrevista.
¿Qué dice la OMS?
Cautela. De momento, desde la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el brazo regional de la OMS, han expuesto que la agencia de Naciones Unidas no tenía constancia o no había recibido información suficiente sobre la nueva vacuna rusa, bautizada con el nombre de Sputnik V, para evaluarla.